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Los japoneses confían en superar un bache de 15 años de letargo económico

Tokio plantea cambios estructurales en agricultura, sanidad y comercio

Macarena Vidal Liy
Decenas de personas caminan por una de las calles comerciales de Tokio, el pasado jueves.
Decenas de personas caminan por una de las calles comerciales de Tokio, el pasado jueves.Kiyoshi Ota (Bloomberg)

Las urnas han hablado y han dado al primer ministro japonés, Shinzo Abe, una clara —aunque empaña por una baja participación— victoria en unas elecciones que había planteado como un referéndum sobre sus Abenomics. Ahora le toca al jefe de Gobierno continuar su programa económico, poner en marcha la “flecha” que aún le falta en su plan y demostrar si con sus propuestas ha encontrado la fórmula mágica que saque a la economía japonesa, la tercera mayor del mundo, de su letargo de 15 años o, por el contrario, se quedan en una mera sacudida sin mayores consecuencias, como muchas otras iniciativas que le precedieron.

Las dos primeras "flechas" de su estrategia, medidas de estímulo monetario y fiscal, tenían como objetivo inicial el hacer llegar la inflación al 2% tras años de deflación, algo prácticamente descartado para este año. La última inyección de liquidez, en octubre, incrementó la base monetaria con 80 billones de yenes anuales adicionales (unos 550.000 millones de euros). Estas medidas han alentado las ventas al exterior, gracias a la devaluación del yen, y han logrado animar el mercado de valores. Pero las grandes beneficiadas han sido las grandes multinacionales japonesas, que han visto crecer sus exportaciones, mientras que las empresas medianas y pequeñas, sin presencia en el exterior, han visto encarecer el precio de los productos importados. Las economías domésticas han acusado el golpe de la subida del IVA el pasado abril, del 5% al 8%, que ha congelado el gasto de los consumidores más tiempo de lo anticipado por los analistas y ha causado la contracción de la economía nacional en los dos últimos trimestres.

En su discurso final de campaña, en el barrio de Akihabara de Tokio, famoso por sus comercios de electrónica, Abe aseguró que quiere que en la renovación de su mandato los pequeños empresarios “sientan las cálidas alas de la recuperación”. Para ello desempeñará un papel clave su capacidad para disparar su tercera “flecha”, las reformas estructurales, que muchos consideran la parte más importante de todo el programa económico. La gran mayoría siguen aún pendientes. El triunfo electoral de ayer debería de dar, teóricamente, capital político al primer ministro para acometerlas de una vez para siempre.

Es acuciante una reforma profunda del poderoso sector agrario o del sistema de sanidad. Están pendientes también de resolverse las negociaciones para la formación del área de libre comercio Alianza Transpacífica (TPP). O las medidas para facilitar la incorporación de la mujer al mundo laboral.

Pero está por ver si el capital político ganado será suficiente. Algunas de las reformas pendientes afrontan serias resistencias de los grupos de presión. El sector agrario, que aporta solo el 0,8% del PIB japonés según algunos cálculos, es uno de los grupos de presión más fuertes del país. Y la TPP no depende solo de Japón: el Gobierno de EE UU, su promotor principal, tiene sus propias dificultades en el Congreso.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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