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Alemania se plantea cómo evitar el aumento de la violencia extremista

El Gobierno quiere prohibir futuras concentraciones de ‘hooligans’ islamófobos

Luis Doncel
Grupos de ultraderecha se manifiestan contra el islamismo radical, en Colonia el pasado 267 de octubre.
Grupos de ultraderecha se manifiestan contra el islamismo radical, en Colonia el pasado 267 de octubre.CAROLINE SEIDEL (AFP)

Sorprendidas por los disturbios del pasado domingo en Colonia, las autoridades alemanas llevan una semana preguntándose cómo de repente se han organizado tantos hooligans violentos de ultraderecha y, sobre todo, qué hacer para evitar nuevos tumultos. “Quien lleve la violencia a las ciudades deberá ser perseguido y castigado con todos los medios del Estado de derecho”, dijo el ministro de Justicia, el socialdemócrata Heiko Maas, al día siguiente de que 4.000 miembros del grupo Hooligans contra salafistas sembrara el terror en pleno centro de Colonia y dejara medio centenar de agentes heridos. La policía respondió con un cañón de agua a presión al lanzamiento de piedras y otros objetos por parte de los radicales.

Medio millar de alemanes yihadistas

El cóctel de extremismos de distinto signo se está agitando en Alemania. La aparición de los hooligans de ultraderecha se une a la creciente preocupación por las actividades de islamistas radicales en las calles alemanas, y a sus choques con el millón de kurdos que vive en el país, y que se sienten abandonados por los turcos en su lucha contra Estado Islámico.
Los servicios de inteligencia estiman que en torno a 450 personas han viajado a Siria o Irak para participar en la yihad, y que en cualquier momento pueden volver al país aún más radicalizados. Fuentes de inteligencia citadas por el periódico Frankfurter Allgemeine am Sonntag elevan la cifra hasta 1.800. Sea cual sea el volumen real, estos militantes del salafismo, una de las versiones más radicales del Islam, son solo la avanzadilla de los que se han quedado en el país. El presidente de la agencia federal de inteligencia de Alemania, Hans-Georg Maassen, ha alertado de que el número de islamistas radicales asciende a 6.300, y que la cifra aumenta continuamente. Hace tres años, había 3.800.

El movimiento radical ha surgido como respuesta al creciente número de islamistas que opera dentro del país, en una peligrosa espiral en la que los dos fanatismos se retroalimentan. “Estos grupos ligados al fútbol ya tuvieron su momento estelar en los años ochenta y noventa. Pero entonces no les movía la política, sino tan solo los acontecimientos deportivos. La novedad de la manifestación de Colonia, cuyos participantes tenían entre 35 y 50 años, es que tuviera un lema político explícito”, asegura el experto en movimientos radicales Michael Gabriel.

Pasada la sorpresa, el Gobierno federal y de las distintas administraciones regionales se plantean ahora cómo actuar. Los hooligans habían anunciado su intención de repetir sus manifestaciones en ciudades como Berlín y Hamburgo. “No queremos que estas peleas se produzcan en nuestras ciudades”, respondió el ministro del Interior, el democristiano Thomas de Maizière. El responsable de Interior de Berlín, Frank Henkel, fue más lejos al ser preguntado por la protesta prevista para el próximo 15 de noviembre frente a la Puerta de Brandeburgo, justo una semana después de las celebraciones del 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín. “He oído que podrían reunirse 10.000 personas. Estamos experimentando una nueva dimensión de violencia callejera y militancia. Haremos todo lo posible para prohibir la manifestación”, dijo tajante. Las autoridades temen una afluencia masiva de radicales el 15 de noviembre después de que los hooligans cancelaran su convocatoria en Hamburgo.

Pero el debate sobre los límites de la libertad de reunión va más allá de la prohibición de futuras concentraciones. Hay voces en el partido democristiano de la canciller Angela Merkel que sugieren la posibilidad de retirar el pasaporte a los extremistas de derecha, al igual que a los terroristas de Estado Islámico, mientras que otros hablan de marcar los carnés de identidad de los violentos para tenerlos controlados. Mientras, la ministra de Familia, Manuela Schwesig, reclama más dinero para luchar contra los extremismos de derecha. “Debemos actuar más pronto porque no podemos limitarnos a observar cómo adolescente de 14 o 15 años se integran en estas estructuras radicales”, dijo la política socialdemócrata.

El desafío es serio. Como recuerda el experto Gabriel, tanto los ultraderechistas como los islamistas no solo están fascinados por la violencia y rechazan los principios de igualdad y democracia, sino que además gozan de un entorno social en el que despiertan simpatías. “Tenemos un potencial apropiado para que este conflicto vaya más allá en la sociedad alemana”, concluye Gabriel.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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