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Noruegas, a filas

El Parlamento de Oslo establece el servicio militar obligatorio para las mujeres

Una soldado noruega de vigilancia en una calle de Oslo.
Una soldado noruega de vigilancia en una calle de Oslo.Wolfgang Rattay (Reuters)

Noruega encabeza las estadísticas de Naciones Unidas en materia de igualdad. Tiene una primera ministra, una obispo al frente de la Iglesia luterana y desde el 14 de octubre, tras su aprobación en el Parlamento, la obligación de llamar a filas también a sus conciudadanas. La medida convierte al país nórdico en el primero de Europa en extender el servicio militar obligatorio a las mujeres que, según una nueva ley, deberán incorporarse a partir del verano de 2016, comenzando por las jóvenes nacidas en 1997.

Las mujeres entraron por primera vez a las Fuerzas Armadas en 1985, tras el empujón reivindicativo del feminismo, pero nunca han superado el 10% de los efectivos. Con la intención de duplicar este porcentaje en nombre de la igualdad, el Gobierno laborista del ex primer ministro Jens Stoltenberg, actual secretario general de la OTAN, lanzó en 2008 la primera propuesta de cambio en la ley del servicio militar, a la que se ha acogido ahora la actual coalición de centroderecha, encabezada por la conservadora Erna Solberg.

Los partidarios de la iniciativa la defienden como una garantía para asegurar el reclutamiento en un país de apenas cinco millones de habitantes. Sus detractores lo rechazan al considerarlo superfluo en un Ejército (cuenta con 23.000 soldados ampliable a 83.000 en caso de conflicto) cada vez más profesional. El líder del Partido Demócrata Cristiano, Knut Arild Hareide, con un 6% de representación en el Parlamento, se opuso a la medida: “Se presenta como parte de la lucha para avanzar en la igualdad de género, y aunque hay un amplio acuerdo en la importancia de la igualdad, no se han analizado las consecuencias para la sociedad”, explica a EL PAÍS.

“El Ejército tiene una alta reputación porque elige a los mejores entre los mejores”, dice la periodista Simonsen

En el entorno europeo, donde el alistamiento voluntario se asocia a la modernidad de las Fuerzas Armadas, el ejemplo noruego puede entenderse como una contradicción. Solo mantienen la mili obligatoria Suiza, Austria, Finlandia, Dinamarca, Estonia, Grecia y Chipre, y solo para los hombres. Para las mujeres, la mili es forzosa en menos de una docena de países del mundo, entre ellos Israel, Túnez, Cuba y Corea del Norte. “Noruega considera el servicio militar obligatorio como un puntal de la sociedad a la altura de la escuela unitaria, en la que están representadas todas las capas sociales y regiones del país”, explica Marie Simonsen, responsable del área de política del diario Dagbladet. “Somos escépticos sobre la necesidad de tener un Ejército profesional. La mili ha contribuido a formar un Ejército altamente cualificado, que sirva como un espejo de la sociedad, y poco marcado por la cultura guerrera”, añade.

Pese a la obligación legal, solo una cuarta parte de los jóvenes de cada promoción —aquellos, y ahora aquellas, que cumplan 19 años— se incorporan finalmente a filas. Para hacer la mili hay que pasar pruebas teóricas, psicológicas y físicas. “El Ejército presume de elegir a los mejores entre los mejores, por eso la mili se valora también para el currículo”, señala la periodista Simonsen al apuntar que las Fuerzas Armadas cuentan en Noruega con un amplio apoyo popular y una alta reputación.

La socióloga Ulla-Britt Lilleaas apunta  el riesgo que sufren las mujeres de ser víctimas de acoso sexual en la vida militar

La extensión del servicio militar obligatorio a las mujeres ayudará, según Ayesha Wolasmal, una exsoldado noruega que estuvo en Afganistán, en el despliegue de operaciones internacionales, donde hay necesidad manifiesta de mujeres en la primera línea. “El Ejército moderno no necesita solo de hombres con grandes músculos y mochilas. En mi experiencia, comprobé la importancia de las mujeres en situaciones que mis colegas masculinos no podían intervenir, como generar confianza en la población, entrenar a mujeres de las fuerzas de seguridad locales... Las mujeres contribuimos a aumentar la comprensión y flexibilizar situaciones desafiantes. Además, el Ejército es una institución social que debe reflejar al pueblo que debe defender”. Una noruega, la comandante Kristin Lund, se convirtió en mayo en la primera mujer al frente de una misión de la ONU (la fuerza de paz de Chipre).

Wolasmal, hija de padres afganos nacida en Noruega hace 27 años, trabaja como asesora en Tankesmien Agenda, un think tank de centroizquierda para concienciar sobre políticas de justicia social. “Una cuota mayor de mujeres en el Ejército entraña más recursos. El cambio llevará tiempo y dinero, pero resulta esencial para reclutarlas y también para retenerlas. Si queremos motivarlas a elegir la carrera militar como salida profesional, las mujeres deben sentirse aceptadas y valoradas. El Ejército deberá reconocer la necesidad de mujeres no solo con palabras, sino con hechos que eliminen la machocultura”.

La socióloga Ulla-Britt Lilleaas, investigadora de la Universidad de Oslo y experta en cuestiones de género en el Ejército, apunta en un informe reciente el riesgo que sufren las mujeres de ser víctimas de acoso sexual en la vida militar. “Solo un liderazgo competente por parte de las autoridades podrá prevenir los casos de acoso”, afirma. Su investigación, recogida en un libro que en breve saldrá publicado en Noruega, recomienda el uso de espacios compartidos entre ambos sexos que incentiven el compañerismo y la amistad en la convivencia.

Mientras Noruega celebra como un hito histórico la aprobación de la mili para sus mujeres, en el terreno de la igualdad no está todo hecho, considera Lilleaas. “La política de igualdad ha permitido que las mujeres hayan conseguido sus derechos en la mayoría de los ámbitos, pero también hay problemas. Una encuesta reciente indica que el 10% de las mujeres noruegas ha sufrido violaciones. Aquí todavía hay mucho trabajo por hacer”. 

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