La Eurocámara fuerza cambios en el equipo de Juncker
Los eurodiputados exigen que el candidato húngaro abandone las tareas de Ciudadanía
La Eurocámara se ha anotado su primera victoria en la composición de la nueva Comisión Europea. Los grupos parlamentarios han acordado pedir que el candidato húngaro al Ejecutivo comunitario, Tibor Navracsics, abandone parte de la cartera que le había adjudicado el próximo presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. Los eurodiputados consideran que Navracsics, ministro del controvertido primer ministro húngaro, no debe ocuparse de Ciudadanía, aunque sí aceptarán que mantenga Educación, Cultura y Juventud, el grueso de la labor que tenía encomendada en el Ejecutivo comunitario.
Aunque Juncker no tiene obligación de aceptar ningún cambio concreto, sí necesita el voto final del Parlamento Europeo a todo su equipo para empezar a ejercer el próximo 1 de noviembre. El retoque de Navracsics será visto como un mal menor que cuenta, además, con la aquiescencia del grupo del Partido Popular Europeo, siempre que la competencia de Ciudadanía recaiga en otro comisario conservador. Y Juncker, perteneciente a esta familia política, no tendrá especiales miramientos con Hungría, pues Orban fue, junto con el británico David Cameron, el único mandatario europeo que votó en contra de su designación al frente de la Comisión Europea.
Los eurodiputados encargados de evaluar al candidato húngaro han llegado a este acuerdo después de recibir nuevas aclaraciones de Navracsics tras el examen parlamentario al que se sometió la semana pasada. Pese a las explicaciones dadas por este exministro de Justicia y de Asuntos Exteriores, que trató de distanciarse de la imagen autoritaria de Orban, los eurodiputados han decidido por mayoría pedir este retoque, que deberá ser ratificado por los presidentes de los distintos grupos parlamentarios el próximo jueves.
La duda reside en saber si el Parlamento Europeo se conformará con este cambio o querrá forzar otros más controvertidos. El principal punto de conflicto afecta a dos comisarios cuyos destinos están ligados: el del español Miguel Arias Cañete y el del francés Pierre Moscovici. Las dudas sobre los posibles conflictos de interés que pudiera tener el candidato popular han creado una corriente de rechazo en la Eurocámara a la que los socialistas no saben cómo responder. Si votan en su contra, el Partido Popular Europeo amaga con dar un destino similar al socialista Moscovici. Pero dar su apoyo supone respaldar a una figura muy discutida para la izquierda europea.
Los presidentes de los grupos parlamentarios se mantienen en contacto permanente estos días para escrutar cada uno de estos movimientos. También Juncker está al corriente de todo, aunque formalmente no quiera entrar en el proceso hasta que la Eurocámara presente su veredicto.
El destino de Miguel Arias Cañete al frente de Acción Climática y Energía superará hoy, previsiblemente, uno de los obstáculos que tenía en el camino. La comisión de asuntos jurídicos que debe examinar su nueva declaración de intereses para dictaminar si se ajusta a la norma tiene previsto concluir que lo declarado se ajusta a las reglas, según distintas fuentes parlamentarias.
Los socialistas habían forzado esta consulta tras el cambio que hizo Cañete para añadir algunos elementos en su declaración de intereses –los complementos salariales que cobró por presidir la comisión electoral del PP, las acciones que acababa de vender en dos firmas petroleras y el abandono del cargo que tenía en la fundación FAES- y que suponía rectificar la declaración presentada tras asumir el escaño de eurodiputado. Los diputados asumirán, probablemente al final de la tarde, la legalidad de ese movimiento, que adecuaba su lista de intereses a la que Arias Cañete había comunicado a la Comisión Europea tras ser designado comisario.
Para mañana queda lo más difícil: la previsible votación que celebrarán las comisiones encargadas de evaluarlo, la de Industria y la de Medio Ambiente, sobre su idoneidad para el cargo. El voto contrario de la izquierda minoritaria y de los verdes está garantizado. La duda reside en los socialdemócratas, que fueron muy beligerantes con él durante su comparecencia, pero que podrían renunciar a vetarlo si temen que se tambalee uno de los grandes pesos socialdemócrata en la Comisión Juncker: el exministro francés de Finanzas Pierre Moscovici.
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