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El socialismo portugués elige candidato

La inquina entre los dos aspirantes a encabezar el partido en las legislativas de 2015 dispara el interés de las votaciones

Los candidatos en las elecciones primarias del Partido Socialista de Portugal, Costa (izquierda) Seguro, en un debate televisivo.
Los candidatos en las elecciones primarias del Partido Socialista de Portugal, Costa (izquierda) Seguro, en un debate televisivo.MIGUEL A. LOPES (EFE)

Seguro o Costa. Los socialistas portugueses eligen hoy a su candidato a las elecciones generales de 2015 en un ambiente de lo más crispado. A juzgar por las conversaciones de café, las páginas de los periódicos y los tres debates televisivos, pudiera parecer que la elección afecta a todo Portugal.

Los dos candidatos, el natural, el secretario general del Partido Socialista (PS), António Seguro, y el aspirante, el alcalde de Lisboa, António Costa, han atrapado la atención de la ciudadanía hasta niveles insospechados. Más de 250.000 personas se han apuntado para votar hoy, de las que solo 74.000 son militantes (podrán participar aunque no estén al corriente del pago de las cuotas del partido).

Los tres debates televisivos han obtenido audiencias sorprendentes (32% el primero, 26% el segundo y 20% el del pasado martes), sobre todo porque han competido con los programas prime time de las cadenas rivales. Sin embargo, esa expectación ha tenido un interés más morboso que ideológico. Siendo ambos socialistas de toda la vida, sus propuestas sobre el modelo de sociedad no pueden diferir en mucho.

Antonio Costa: “Es necesario ofrecer ahora una alternativa sólida”

António Costa (Lisboa, 17 de julio de 1961) tiene un problema: la tele le ama. El rebelde socialista tiene gancho ante las cámaras, lo sabe y, por eso mismo, a veces peca de arrogante. Es alcalde de Lisboa desde 2007, pero en las municipales de hace un año consiguió el 60% de los votos. Sin duda, un éxito que le ha animado a ambiciones más elevadas: gobernar el país. Aunque su contrincante se lleve la etiqueta de oficialista y él la de disidente, está en el aparato tanto como su oponente. Sin embargo, cultiva con éxito una imagen populista e intenta en sus campañas arrastrar a gente alejada de la política

Licenciado en Derecho, ejerció la abogacía antes de dedicarse a la política, en donde empezó a los 40 años. Le ha dado tiempo a ser cuatro veces ministro y diputado durante 11 años, además de parlamentario europeo. En esta larga carrera electoral ha participado en 77 actos frente a los 44 de Seguro. Su contrincante le ha puesto la etiqueta de candidato de los lisboetas y de la beautiful people, mientras que Seguro representaría al sufrido portugués del interior.

Costa ha surcado esta campaña sin lanzar promesa alguna, más allá de que hará una oposición más fuerte, que contará con todos y que “es necesaria una alternativa sólida” que, al parecer, no la ve en su secretario general.

La repercusión de esta campaña electoral casera tiene más que ver con la inquina personal que se profesan que con sus planes de futuro para un país que está sufriendo como pocos en Europa (el IVA más alto del continente para tomarse un café, por ejemplo) los efectos de la crisis económica.

Reelegido hace solo un año secretario general, Seguro se siente traicionado por Costa, que le apoyó entonces sin crítica alguna. El eje de su campaña, alargada casi cuatro meses, se ha centrado en la división y en la crisis que Costa ha abierto en el partido por la “ambición personal” de querer disputarle la candidatura a las elecciones legislativas de 2015.

Seguro se sentía casi primer ministro. Bajo su dirección, el PS había ganado las europeas, las encuestas daban al partido el apoyo de la ciudadanía y, en esas circunstancias, un camarada de partido le disputa la foto del cartel. De ahí, que lo más suave que Seguro ha dicho de Costa es que se trata de un “traidor”.

Para argumentar su candidatura, Costa ha esgrimido la, en su opinión, débil oposición de Seguro ante un Gobierno que se ha cebado con las clases más modestas en su política de recortes de gasto público. Es cierto que con Seguro en el partido, el PS ganó las elecciones europeas, pero, para Costa, los cuatro puntos de diferencia frente a la coalición gobernante de centroderecha PSD-CDS fueron apenas unas migajas.

En los sucesivos debates televisados, las agresiones verbales han ido a más. “De ti no pienso recibir ni una sola lección de moral”, le espetó Seguro en el último. “Pues falta te haría”, le contestaba Costa. “Si hubieras empleado en el Parlamento la décima parte de la agresividad que empleas conmigo, el Gobierno ya habría caído”, le atacaba el alcalde de Lisboa.

En principio, el favorito a la victoria es Costa. Domina en Facebook (357.000 seguidores frente a 9.000 de Seguro), en los sondeos (60,9% frente a 26,4%) y también en las federaciones territoriales (10 frente a 9). Pero la decisión final dependerá de la avalancha de simpatizantes que se ha inscrito para votar. Se sabe de dónde proceden (en principio la mayoría son de Oporto, donde domina Seguro), pero no cómo respiran.

La animadversión entre los dos aspirantes se ha ido enconando con el paso del tiempo y también la de sus respectivos apoyos. El histórico líder socialista Mário Soares ha dicho públicamente que “Seguro es inseguro” y le ha pedido que dimita como secretario general para facilitar, cuanto antes, un partido y una candidatura electoral fuerte ante la previsible convocatoria anticipada de elecciones. Sea cual sea el resultado de las primarias, el PS portugués parece estar partido en dos.

Dado el encono de los contrincantes y sus seguidores, se prevé que al día siguiente de la votación, y pese a las promesas de ambas partes, habrá más venganza que reunificación. Tocará formar las listas electorales para las legislativas de 2015 y la generosidad con el perdedor no ha sido una palabra muy oída en esta campaña fratricida. O Seguro o Costa, pero los dos juntos, imposible.

António Seguro: “Dimitiré si me veo forzado a subir la carga impositiva”

António Seguro (Penamacor, 11 de marzo de 1962) tiene un problema: la televisión no le quiere. El secretario general del Partido Socialista aparece ante las cámaras como un hombre gris, cabal, serio, pero en permanente estado de irritación. Se le nota demasiado que su contrincante le saca de quicio, pero también gracias a ello ha demostrado que tiene sangre. Ha sacado lo mejor de sí mismo y ha peleado hasta el último momento en una situación que le cogió de improviso y que, por momentos, le superó.

Seguro ha sorprendido al público por su genio y arrojo. Suya ha sido la única promesa de la campaña: si llega a gobernar ha anunciado que dimitirá si se ve obligado a aumentar la “carga impositiva”, que no es lo mismo que decir que no subirá impuestos.

Licenciado en Relaciones Internacionales, casado y con dos hijos, Seguro ha consagrado su vida al partido. “Desde pequeño querías ser secretario general”, le espetó Costa en un debate. Fue secretario general de las juventudes socialistas (1990-94), ha sido diputado durante 20 años y tres veces ministro, además de parlamentario europeo. Es un clásico de la política portuguesa, aunque solo llegó a lo más alto del partido tras la debacle de José Sócrates en las elecciones de 2011. Ahora es su última oportunidad para aspirar a ser primer m

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