La milicia kurda contiene la ofensiva del Estado Islámico en el norte sirio
Unos 144.000 refugiados han cruzado hacia Turquía en los últimos cinco días
La milicia kurda siria, conocida como las Unidades de Protección Popular (YPG, en kurdo), consiguió contener ayer la ofensiva de los combatientes yihadistas del Estado Islámico (EI) en el norte de Siria. “Los enfrentamientos en Kobane [Ayn al Arab, en árabe] son intensos en los tres frentes y Daesh [acrónimo del nombre árabe del EI] sigue a unos ocho kilómetros”, describe en conversación por Skype el portavoz de las YPG Redur Xelil. “Vamos a luchar hasta el último minuto y no tenemos miedo, no vamos a permitir que Kobane caiga. Pero necesitamos que la coalición y la comunidad internacional nos proporcionen asistencia lo antes posible”.
Los kurdos cuentan con poco más que armas ligeras para hacer frente a los tanques y la artillería pesada de los yihadistas, que han tomado decenas de poblados en la zona y rodeado Kobane por el oeste, el sur y el este. Su avance ha provocado un éxodo masivo de refugiados hacia el lado turco de la frontera en el norte.
La coalición internacional contra el EI, liderada por EE UU, ha bombardeado posiciones yihadistas cerca de Kobane, aunque estos ataques han sido hasta el momento inefectivos, según las YPG y habitantes de la localidad. “Los ataques aéreos no están sirviendo de nada porque no han acertado”, lamenta Xelil, que propone coordinación de las YPG y la coalición.
La defensa kurda y el hacinamiento de los refugiados sirios en el lado turco han conllevado que muchos kurdos sirios quieran regresar a Kobane. “Aquí no tengo dónde quedarme, tengo siete hijos y no puedo comprarles comida”, dice Nuh Hambo en el puesto fronterizo de Mursitpinar, mientras las fuerzas de seguridad turcas gesticulan para que los sirios se den prisa en pasar. “Y si puedo regresar a Kobane, pelearé al lado de las YPG”, añade Hambo, de 38 años y que había llegado a Turquía hace sólo cinco días.
“Mis hijos están luchando con las YPG, voy a ir a verlos y no voy a regresar nunca, ¿qué puedo hacer aquí?”, comenta también Usman Naif Sinjar, de 70 años.
A sólo siete kilómetros, en el paso fronterizo de Yumurtalik, la escena es la contraria: miles de personas se acumulan en el lado sirio de la frontera para poder entrar a Turquía. El paisaje es plano y marrón, con Kobane visible al otro lado de las verjas. El sol cae con dureza. Policías turcos registran en un primer control a los refugiados. Después, personal de la ONU y de la Media Luna Roja turca les dan agua y comida, y atienden a los enfermos. Finalmente son registrados por AFAD (agencia turca para emergencias). En total, ya han cruzado 144.000.
Oseb Berkal Hawa, un hombre de 47 años que acaba de entrar en Turquía, asegura que llevaba seis días esperando junto a su familia al otro lado. Cuenta que el puesto estaba abierto pero que las autoridades turcas no permiten llevar animales, y que él tiene 100 ovejas y 15 vacas. Dice que miles de personas, con muchísimas cabezas de ganado, siguen al otro lado sin saber qué hacer, y que ya hay animales que están muriendo por la falta de agua y comida. “Si Daesh toma Kobane lo perderemos todo, ¿y entonces qué podremos hacer?”, se pregunta casi llorando.
“En cinco días, Turquía ha recibido 144.000 personas, que es la misma cantidad de refugiados que han llegado a Europa en los últimos tres años”, señala Selin Unal, portavoz de ACNUR en Turquía, mientras se oye una explosión y al otro lado de la frontera, en la distancia, se levanta una columna de humo. Unal describe este éxodo como el mayor en tan poco tiempo desde que se inició la guerra en Siria, en 2011, y lamenta que Naciones Unidas sólo ha recibido un 20% de los 497 millones de dólares que pidió para asistir a los refugiados en Turquía durante 2014. “Esta crisis es una responsabilidad global”, dice Unal.
[El Ejército iraquí recuperó ayer Al Sijir y Albu Etha, en la provincia iraquí de Al Anbar, hasta ahora en poder de los yihadistas del EI, informa Reuters]
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