La frontera del este gana peso en la UE
El auge de su primer ministro corona la fortaleza económica de Polonia y su vocación europeísta
Un cóctel de sentimientos se agita estos días en Polonia. Al orgullo que embarga a muchos ciudadanos al ver catapultado a su primer ministro, Donald Tusk, a la presidencia del Consejo Europeo se añade la mezcla de preocupación e indignación por las agresiones rusas a la soberanía de su vecina Ucrania. El pasado jueves, mientras el presidente y su ministro de Asuntos Exteriores y Defensa reclamaban en Gales a sus aliados la instalación en territorio polaco de una base permanente de la OTAN, Varsovia ardía en especulaciones sobre el reemplazo de Tusk al frente del Gobierno hasta las elecciones legislativas previstas en 2015.
Este no es un año cualquiera para Polonia. Al mismo tiempo, se conmemora el 25º aniversario de las primeras elecciones semilibres que dieron paso a la democracia, los 15 años de su entrada en la OTAN y los 10 en la Unión Europea. Este camino hacia la ansiada modernidad se ha saldado con un considerable éxito económico que se resume en un hecho: desde el plan de choque brutal de principios de los noventa, la economía polaca es la única de la UE que no ha dejado de crecer ni un solo año.
La coronación de Tusk como sustituto de Herman van Rompuy supone un broche de oro para el país que Barack Obama definió como uno de sus aliados “más fuertes y cercanos”. “Esta es la nueva Polonia que ha construido un milagro sobre el Vístula”, dijo el presidente de EE UU en su visita a Varsovia del pasado junio. Pero los protagonistas de esta historia de éxito ven varias amenazas en el horizonte.
La primera y más importante viene del gigante del este. “El intento de Rusia por reconstruir el imperio soviético no es solo una amenaza para Ucrania, sino también para los países bálticos y Polonia. Los hechos están confirmando que nuestra posición no se debía a un sentimiento antirruso visceral, sino a un análisis certero de la realidad”, sintetiza Jan Litynski, asesor del jefe del Estado, Bronislaw Komorowski.
El país que ejerce de frontera oriental de la UE y de la OTAN huele el peligro. “Una mayor presencia de la OTAN en Polonia hará que la gente se sienta más segura”, dijo Komorowski durante la cumbre de la Alianza Atlántica.
Los liberales temen una réplica de la Hungría de Orbán si gana Kaczynski
Una sociedad muy polarizada en otros asuntos está unida en esta alarma ante los planes del Kremlin. Y el ascenso de Tusk al puesto internacional más destacado que ha desempeñado un polaco desde el papa Juan Pablo II se interpreta no solo como un premio al alumno aventajado del Este, sino también como la llegada a la cúspide de la UE del máximo defensor de la mano dura con Moscú, frente a posturas más contemporizadoras, como la alemana o la italiana. “Tusk puede ser muy persuasivo ante el resto de líderes europeos. La gran aportación polaca será mostrar la absoluta necesidad de fortalecer lazos entre los aliados”, lanza sonriente desde su luminoso despacho, Piotr Stasinski, subdirector del periódico liberal Gazeta Wyborcza.
Polonia llega al centro de mandos de la UE decidida a ejercer su poder. “Saben que se juegan su prestigio y quieren dotar de más peso a la presidencia del Consejo. Quieren jugar con todas las consecuencias su papel de líder regional y como uno de los seis grandes países de la UE”, subrayan fuentes diplomáticas en Varsovia. No es de extrañar que Polonia, cuyos ciudadanos se declaran patriotas sin miedo a parecer derechistas, esté a la cabeza de la UE, con un 2% del PIB, en gasto militar. De alguna forma, siguen pesando los 123 años en los que el país dejó de existir, repartido entre sus tres vecinos más poderosos, Rusia, Prusia y Austria.
Los polacos viven el conflicto ucranio como una amenaza a su seguridad
Pero la amenaza exterior no es la única preocupación de los sectores liberales y europeístas. El partido ultraconservador Ley y Justicia cabalga favorecido por las encuestas hacia las elecciones legislativas, que llegarán tras los comicios municipales de este año y los presidenciales del próximo.
Jaroslaw Kaczynski acaricia la idea de volver al Gobierno que ya dirigió entre 2006 y 2007. A su favor tiene unas encuestas que le sitúan ligeramente por encima del partido gobernante, el cansancio tras siete años de mandato de Plataforma Cívica, la derecha liberal de Tusk, y unos simpatizantes muy leales. En contra, la dificultad de romper el techo electoral de en torno el 30%, con un electorado formado por los sectores perdedores de estos años de modernización: jubilados, habitantes de las zonas rurales… En cuatro años, el líder de los ultraconservadores no ha dejado de agitar el espantajo de que la catástrofe aérea en la que murió su hermano gemelo, el presidente Lech Kaczynski, fue en realidad una conspiración en la que habrían participado los rusos y cuya investigación habría sido obstaculizada por el propio Gobierno.
“La victoria de Kaczynski equivaldría a tener en Polonia a un Viktor Orbán [el presidente húngaro]. Su partido es antirruso histérico, antialemán, antieuropeo... Sería un peligro para las instituciones democráticas de nuestro país”, asegura el subdirector de Gazeta Wyborcza. Los afectados, obviamente, lo ven de otro modo. “No somos antialemanes. Nuestro enemigo principal es Rusia y tenemos que unir fuerzas con el resto de Europa. Nuestro discurso es mucho más creíble que el de Tusk, que hace años consideraba a Putin como nuestro hombre en Moscú”, se defiende Ryszard Czarnecki, eurodiputado de Ley y Justicia.
El retorno al poder de Kaczynski es algo que Polonia debe evitar a toda costa, subraya el asesor presidencial Litynski, que a través de dos fotografías aparece como puente entre dos generaciones de líderes. La primera, colgada en su despacho, le muestra en una reunión del sindicato Solidaridad junto a Lech Walesa, durante los últimos días del régimen comunista. En la segunda, que enseña en su iPad, Tusk le abraza cariñosamente. “Tras muchos esfuerzos, por fin tenemos un país normal. Eso no debe cambiar”, concluye.
Los retos de un modelo de éxito
- Donald Tusk abandonará este mes la jefatura del Gobierno, que ostenta desde 2007. Es el primer ministro más longevo de la Polonia democrática y el primero en lograr la reelección.
- La economía polaca fue la única de la UE que logró esquivar la recesión de 2007. Desde el plan de ajuste aprobado tras el fin del comunismo, el PIB ha crecido todos los años. La tasa de desempleo es del 9%, un punto por debajo de la media europea.
- En 2015 se celebrarán elecciones presidenciales y legislativas. Los sondeos otorgan una ligera ventaja a los ultraconservadores de Ley y Justicia.
- La candidata mejor situada para suceder como primera ministra a Tusk es la presidenta de la Cámara baja del Parlamento y exministra de Sanidad, Ewa Kopacz.
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