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Ministro de Exteriores de Ucrania

“Los separatistas rechazan negociar un alto el fuego”

Hombre de confianza del presidente Petro Poroshenko, dice que nadie lanzará un ataque con Donetsk que pueda causar muertos civiles

Pilar Bonet
Pavel Klimkin, ministro de Exteriores de Ucrania.
Pavel Klimkin, ministro de Exteriores de Ucrania.AFP

Los separatistas del Este de Ucrania no quieren reanudar las conversaciones arbitradas por la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), rechazan un acuerdo de alto el fuego con Kiev y siguen capturando rehenes, según Pavel Klimkin, ministro de Exteriores de Ucrania  desde el 19 de junio. Hombre de confianza del presidente Petro Poroshenko, asegura que su prioridad hoy es “rebajar la tensión en Donetsk y en Lugansk” y aplicar el plan de paz del presidente.

“No hay progreso sobre los rehenes”, afirma el ministro. “Parte de los 180 rehenes existentes fueron liberados en Slaviansk, pero nuevos rehenes son capturados. No puedo decir cuántos hay, pero ciertamente más de un centenar”, asevera. Klimkin presta especial atención a Nadezhda Sávchenko, la aviadora militar a la que las autoridades rusas acusan de complicidad en la muerte de dos periodistas rusos en Ucrania. Sávchenko, de 31 años, fue raptada en junio en Lugansk y los independentistas negociaban para canjearla hasta que el 4 de julio la aviadora apareció presa en Vorónesh (Rusia). La versión rusa de que Sávchenko penetró en territorio ruso es “un disparate total”, afirma el ministro. “Se la llevaron ilegalmente a Rusia y hemos formulado una decidida protesta al ministerio de Exteriores de Rusia”, explica, afirmando que el caso “supera cualquier marco político y legal”. Sávchenko recibió un “abogado de oficio que ni siquiera pidió su liberación” y el ministerio ayudó a buscar otro. La familia de la aviadora ha elegido a Pavel Feigin, que fue el abogado del grupo punk ruso Pussy Riot.

Con la conquista de Slaviansk y de los principales focos de resistencia de los rebeldes, “pudimos devolver la vida normal a las ciudades a las que los separatistas han hecho sufrir durante meses”, dice Klimkin. “Restablecimos el suministro de electricidad y pronto restableceremos el de agua”. La tregua de diez días declarada por Porosheko (del 20 al 30 de junio) tuvo un saldo negativo. “Por nuestro alto el fuego unilateral pagamos un precio de pesadilla: 30 soldados muertos, más de 100 heridos y más de un centenar de infracciones del alto el fuego por parte de los separatistas”, afirma el ministro. “Ahora que, de nuevo, continua la fase activa de la operación antiterrorista, tenemos menos muertos y heridos [que durante la tregua]”, dice Klimkin, y exhorta a los separatistas a negociar. “Hemos intentado organizar un encuentro trilateral del grupo de contacto [representantes de Ucrania y Rusia además de los separatistas y la OSCE] en cualquier parte, desde “un sitio tan sagrado como el monasterio ortodoxo de Zviatogorsk [en territorio de Járkov]” como “por Skype y videoconferencia”, pero “no quieren”, lamenta. Las autoridades de Kiev no pueden responder por la seguridad en Donetsk, escenario de las dos rondas negociadoras anteriores.

“La mayoría de los líderes [separatistas] son ciudadanos rusos y parte de ellos tiene relaciones con los servicios de seguridad, pero ya dijimos que estamos dispuestos a hablar con todos, excepto los que cometieron delitos graves”, explica el ministro.

Los insurgentes se han reagrupado en Donetsk ¿Habrá asalto? “No puedo decir cómo evolucionará la situación, pero la vuelta a la normalidad es de vital importancia. Nadie lanzará asaltos que puedan matar o herir a ciudadanos pacíficos. Eso está excluido”, asevera.

El enfriamiento del conflicto el Este a veces parece imposible por la incompatibilidad de posiciones. Para trabajar de forma eficaz, la misión especial de observadores de la OSCE necesita condiciones de seguridad previas; pero Ucrania necesita que la OSCE trabaje en la zona de conflicto para lograr esas condiciones de seguridad. El ministro, que dice estar “de acuerdo” con el diagnóstico, explica: “La misión [de la OSCE] tiene más de 300 personas, pero solo algunas están en Donetsk y en Lugansk y el resto espera en Dnepropetrovsk y en Járkov a que mejoren las condiciones de seguridad en Lugansk y en Donetsk. Nosotros necesitamos controlar de forma permanente la situación en caso de alto el fuego y tener una fuente de información independiente”.

Ocho observadores de la OSCE (entre ellos un español) estuvieron secuestrados durante un mes. “Fueron secuestrados especialmente para que no vieran lo que pasa. No sé si los secuestradores estaban directa o indirectamente controlados por Moscú, lo que sí se es que durante largo tiempo intentamos liberarlos y que hubieran podido ser liberados mucho antes”, dice el ministro.

La misión observadora de la OSCE es clave para controlar la frontera con Rusia, que sobre el papel es favorable a esta labor. Sin embargo, Klimkin afirma que por la frontera rusa “entra dinero, gente armada y armamento pesado”. “Intentamos controlar nuestra parte de la frontera, pero el flujo continua, porque el control debe ser por las dos partes”. Cuando Kliamkin se queja a Serguéi Lavrov de la presencia de rusos entre los insurgentes, el jefe de la diplomacia moscovita “contesta que no conoce casos de ciudadanos rusos que luchen en Ucrania”. “Nadie tiene la cifra exacta. En Rusia se puede llamar por teléfono a los denominados centros de reclutamiento y por determinada suma, sobre todo teniendo experiencia, obtener un empleo para luchar en Donetsk o Lugansk”.

Klimkin rechaza una posible misión de cascos azules de la ONU. “Este no es un conflicto entre países ni un conflicto interno, sino el conflicto con un grupo de separatistas apoyados por Rusia y creado de forma consciente para desestabilizar”. Para una misión como el EUBAM (la misión fronteriza de la UE entre Moldavia y Ucrania) haría falta el acuerdo de Rusia, señala el ministro. Mientras tanto, Bruselas ha sacado a concurso una cincuentena de puestos para su nueva misión en Kiev en el marco de la Política de Seguridad y Defensa Común.

Esta semana, Klimkin asistió en Bruselas a la formación de un mecanismo consultivo permanente entre la UE, Rusia y Ucrania para atender las preocupaciones de Moscú por la firma del tratado de Asociación con la UE. El Kremlin presentará su lista de agravios antes del 20 de julio. Los foros de diálogo con Rusia evitan abordar la anexión de Crimea, pero Ucrania ha presentado un recurso contra Rusia ante el tribunal de Estrasburgo (por violación de artículos de la Convención de Derechos Humanos) y se apresta a otros pleitos.

En relación a Crimea, la UE tiene una “posición política muy clara de afirmación de la inviolabilidad de las fronteras de Ucrania”, pero la actitud de los países difiere. Entre los “países menos activos” está España, dice el ministro que lo atribuye a la “significativa influencia rusa y la importancia económica del turismo y las inversiones”. “Para nosotros es muy importante que España apoye de forma consecuente la prioridad de los principios europeos”, dice y pide a Madrid que “apoyar el plan de paz de Poroshenko ante Moscú para que el Kremlin influya en los separatistas”.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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