_
_
_
_

Hong Kong lucha por su libertad

500.000 personas se manifiestan en la excolonia británica por su estatus frente a Pekín

Manifestación multitudinaria por la democracia en Hong KongFoto: reuters_live
Macarena Vidal Liy

“Libertad”, “Sí al sufragio universal”, “Dejadnos votar”, “Queremos una democracia de verdad”. Estas eran algunas de las pancartas y mensajes más repetidos a lo largo de la multitudinaria marcha que este martes recorrió el centro de Hong Kong, la mayor de la década, según los datos de la policía. Aunque la principal reivindicación —y el lema principal— era el derecho al sufragio universal en las próximas elecciones locales, en 2017, los manifestantes reclamaban muchas otras, aunque todas con un denominador común: el malestar contra el Gobierno central chino y los temores a que Pekín aumente cada vez más su influencia en los asuntos internos de la ex colonia británica.

Nos preocupa que están intentando hacer desaparecer nuestros derechos Hillary Wong, una manifestante

Hong Kong acoge cada 1 de julio una manifestación que conmemora aquel día de 1997 en que Reino Unido devolvió la colonia a China. Unas 510.000 personas, según los organizadores, y 92.000, según la policía, cubrieron el trayecto entre el parque Victoria, en una de las zonas comerciales hongkonesas, y Central, el distrito financiero. Aunque la marcha anual marca, en teoría, el aniversario, con el tiempo se ha convertido en una ocasión para defender todo tipo de reivindicaciones y ejercer la libertad de expresión.

Este año, por primera vez en mucho tiempo, existía un aglutinante común: la defensa del derecho al sufragio universal y al principio de “un país, dos sistemas” que rige las relaciones entre Pekín y Hong Kong, y que concede al territorio una “amplia autonomía”.

La demanda del sufragio universal para las próximas elecciones locales, en 2017, viene de largo. En los 17 años que lleva Hong Kong como territorio autónomo chino, el jefe del Gobierno local ha venido siendo elegido por un comité de 1.200 personas, en su mayoría vinculados a las autoridades de Pekín. El movimiento civil Occupy Central, inspirado en los grupos de indignados que ocuparon Wall Street y otros centros de ciudades hace en 2011, nació para presionar en favor de la aplicación del “una persona, un voto”. Hasta ahora, sin demasiado éxito popular.

El Gobierno chino publicó hace dos semanas un Libro Blanco sobre Hong Kong en el que recordaba a los residentes que el territorio “tiene autonomía sobre los asuntos locales en la medida que se lo permite el poder central"

Pero hace dos semanas cambiaron las tornas. El Gobierno chino publicó un Libro Blanco sobre Hong Kong en el que recordaba a los residentes que el territorio “tiene autonomía sobre los asuntos locales en la medida que se lo permite el poder central”.

Los hongkoneses lo interpretaron como una advertencia de Pekín de que está dispuesta a socavar el principio de “un país, dos sistemas”. Una advertencia que vendría a confirmar, según esa interpretración, sus peores temores para lo que esgrimen de prueba episodios como ataques a periodistas en los últimos meses, la entrada de capital chino en medios de comunicación locales o intentos de cambiar el currículum escolar. “Los hongkoneses temieron el final de su alto grado de autonomía, se sintieron en crisis”, asegura Chan Kin-Man, uno de los fundadores de Occupy Central.

Tras la publicación del Libro Blanco, un referéndum que Occupy Central había convocado casi sin pena ni gloria sobre el sufragio universal —sus dirigentes llegaron a anunciar que se disculparían públicamente si no llegaban a recoger 100.000 votos— se convirtió de la noche a la mañana en todo un éxito de participación. Un total de 787.767 personas se pronunciaron en favor del sufragio universal para las elecciones de 2017.

Ese mismo impulso latía en la marcha de ayer, donde un grupo de manifestantes paseaba ejemplares gigantes del Libro Blanco y de la Ley Básica, ambos puestos del revés en una connotación insultante. Un conjunto de artistas portaba figuras de cerdos blancos, en un chiste que jugaba con la similitud en mandarín de las palabras libro blanco (bai shu) y “cerdo blanco” (bai zhu).

“Nos preocupa que están intentando hacer desaparecer nuestros derechos”, aseguraba Hillary Wong junto a su marido, Charlie, y su hija de ocho años, Candice. “No veníamos a estas manifestaciones desde 2003, cuando las protestas anteriores contra la reforma de la Ley Básica. Pero el Libro Blanco nos enfureció. Quieren llevarse nuestras libertades”, aseguraban los Wong.

En un sentido similar se manifestaban los jóvenes Willy Cheung y Wang Shi-er, de 20 años. “El Gobierno está haciendo cosas muy malas. Quieren cambiar nuestro sistema”, declaraban. Hasta ahora no estaban muy interesados en política, admitieron, pero la publicación de la normativa del Gobierno de Pekín para el territorio autónomo supuso un cambio: “Si no lo hubieran publicado, no hubiéramos venido”. Ambos se planteaban participar en la vigilia —no autorizada— que las agrupaciones estudiantiles iban a mantener durante toda la noche en el distrito financiero.

Tras el éxito de la manifestación y el referéndum, Occupy Central espera alcanzar una capacidad de presión suficiente como para lograr que las autoridades presenten una propuesta de reforma electoral que incluya el sufragio universal de manera creíble. De otro modo, amenazan con convocar sentadas que paralicen la actividad financiera de la excolonia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_