“La clave es cuánta justicia se sacrifica en aras de la paz”
Santos quiere ser el presidente que firmó la paz con las guerrillas tras cinco décadas de guerra
Juan Manuel Santos quiere ser el presidente de Colombia que firmó la paz con las guerrillas después de cinco décadas de guerra, millones de desplazados y 220.000 muertos. Su reelección el domingo garantiza la continuidad de la negociación que su Gobierno inició con las FARC en noviembre de 2012, pero todavía quedan por cerrarse los dos asuntos más delicados y complejos: el de las víctimas —y ahí habrá que pactar “qué tanta justicia se sacrifica en aras de conseguir la paz”, dice él—, y el desarme. Los colombianos están muy divididos respecto a cómo se debe alcanzar la paz. De hecho, el domingo casi siete millones votaron por otra opción a la paz de Santos, la de la mano dura con la guerrilla.
El otro gran reto de Santos (Bogotá, 1951) consiste en combatir la desigualdad y continuar con los programas sociales. Está sentado en una butaca de su despacho de la Casa de Nariño decorado con esos muebles vetustos y pesados de despacho de presidente, con sillones como de terciopelo. En la pared tras el escritorio hay un cuadro de Simón Bolívar. El palacio, con su patio lleno de flores y enrevesados pasillos, está clavado en el centro histórico de Bogotá.
Pregunta. ¿Cómo interpreta su reelección? ¿Cuál es su prioridad de gobierno?
Respuesta. Mi campaña se basó en la necesidad de continuar y terminar con éxito este proceso de paz frente a una campaña que decía que eso no era lo más conveniente, y también en continuar el cambio en nuestro modelo económico, en la parte social. El resultado nos dice que el país está de acuerdo con ambos planteamientos: paz con progreso social. La prioridad es darle un nuevo ímpetu al proceso de paz e introducir reformas adicionales a las que hemos hecho.
P. Casi la mitad de los votantes no lo hizo por usted y la mitad del censo ni siquiera votó. ¿Cómo va a cohesionar un país tan polarizado?
R. Como cualquier mandatario cohesiona un país cuando sube al Gobierno, considerándose presidente de todos los colombianos, no de un sector. Hay polarización de ciertos espectros, de ciertos dirigentes, pero yo en la base estoy convencido de que si, a los que votaron por Óscar Iván Zuluaga, les damos la información correcta, por ejemplo sobre el proceso de paz, ellos lo van a apoyar inmediatamente. A ellos los expusieron a una guerra sucia, de mentiras. Les vendieron la idea de que estábamos entregándole este país al comunismo, al castrochavismo, que íbamos a reducir el Ejército a su mínima expresión, llegaron a decir que la policía iba a quedar a las órdenes de las FARC. Eso asustó a más de uno.
P. ¿Qué es la paz sin impunidad que usted promete? ¿A qué se refiere?
R. A que por primera vez las víctimas van a ser el centro de la solución del conflicto, y a que vamos a respetar sus derechos dentro de una justicia transicional. Esa justicia determina que los derechos de las víctimas son su derecho a la verdad, a la reparación, a la justicia y a la no repetición. Eso garantiza que no va a haber ninguna impunidad, una acusación que me hacen desde hace tres años. Eso es un imposible categórico. Primero, porque las víctimas fueron reconocidas por primera vez en la historia por las FARC hace una semana, o sea que sus derechos los va a respetar la otra parte y eso allana el terreno para un acuerdo, pero también porque nuestra propia Constitución y los tratados internacionales que ha firmado Colombia no nos permiten esas amnistías del pasado en las que se borraba todo.
P. Muchos no entienden qué es la justicia transicional, y sí mensajes del uribismo como que el jefe de las FARC, Timochenko, se va a sentar en el Congreso. ¿Ha fallado la forma de comunicar la negociación?
R. Las mentiras hicieron mella en mucha gente con ese lenguaje de que íbamos a entregarle este país al comunismo y las FARC iban a manejar la policía. Ahora que ganamos, va a ser más fácil combatir las mentiras. Vamos a ser más proactivos en la búsqueda de la paz y yo intensificaré mi papel personal en este proceso.
P. La gente se pregunta si va a haber penas de prisión. Usted dijo en un debate que habría cárcel para los responsables de delitos de lesa humanidad.
R. Sí, pero hay diferentes definiciones de cárcel. Eso es lo que se está negociando. Pero ese es un tema secundario frente al proceso general. Algunos han querido concentrarse en ciertos aspectos del proceso para asustar a la gente. La paz es mucho más que la definición de lo que es o no es cárcel. La paz es dejar de matar, dejar de tener víctimas, dejar de tener tanto dolor en un país que ha sufrido tanto durante 50 años.
P. Pero dentro de esa negociación, ¿se va a hablar, cabe la posibilidad de que haya cárcel para algunos miembros de las FARC?
R. Claro que sí, cabe esa posibilidad. Pues claro.
P. ¿Cree que el fin de las conversaciones está más cerca?
R. Aspiro a que este año podamos lograr terminar este proceso. Aspiro a eso, no estoy poniendo una fecha límite.
P. ¿Cómo ha sido no poder desvelar los detalles de la conversación de paz y al mismo tiempo convencer a un país de que apoye ese proceso?
R. Muy difícil, por las condiciones que yo mismo impuse. Por ejemplo, el no cese al fuego. Es difícil explicarle a la gente que uno está negociando la paz en La Habana y se está matando aquí en Colombia. Eso la gente no lo entiende. O el hecho de que nada está acordado hasta que todo esté acordado. O que un proceso de esta naturaleza, tan complejo, tiene que tener cierto grado de confidencialidad. Entonces los demás llenan ese vacío. Yo sabía desde el inicio que iba a ser muy difícil y ha sido difícil y seguirá siendo difícil. Pero muchas veces uno tiene que optar por el camino difícil si quiere lograr las cosas.
P. La negociación va a entrar en el tema de las víctimas. ¿Qué es lo más complicado?
R. Uno de los escollos era que las FARC se consideraban ellas víctimas, y no victimarios. Pero eso ya evolucionó cuando, hace 10 días, se dio el reconocimiento de las víctimas por parte de las FARC. Es un paso importantísimo en la solución del conflicto. Ahora entra a jugar el derecho de las víctimas, una comisión de la verdad que establezca qué pasó. Y la justicia, qué tanta justicia se sacrifica en aras de conseguir la paz. Esa es la esencia del problema. Aspiro a que encontremos un término razonable para el pueblo colombiano, que al final es el que va aceptar esto.
P. En su discurso tras ganar las elecciones, mencionó a las FARC y al ELN para decirles que este es el fin del conflicto. ¿Qué papel han jugado en la campaña?
R. Ninguno. Mucha gente ha querido decir que ellos están en el juego electoral y eso es totalmente falso. En esta campaña nunca quisieron jugar, ni yo les permití que jugaran.
P. Aparte de lograr la paz, uno de los retos de Colombia es dejar de ser uno de los países más desiguales.
R. Por primera vez desde que hay cifras, la desigualdad comenzó a descender. Nos queda mucho por recorrer, éramos el segundo país más desigual de toda América Latina después de Haití y hoy tenemos el coeficiente Gini más o menos por encima del promedio. Todas nuestras políticas han estado enfocadas a ese propósito porque mi legado, lo que yo quiero dejarle a Colombia, es un país en paz y también más justo social y económicamente.
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