Nuestro reto en la segunda vuelta
Los resultados de la primera vuelta electoral en Colombia dejan muchas reflexiones, enormes riesgos y un solo reto
Los resultados de la primera vuelta electoral en Colombia dejan muchas reflexiones, enormes riesgos y un solo reto, por lo menos, para los periodistas. Empecemos.
La abstención. Trece millones de colombianos salieron a las urnas, de más de 32 millones habilitados. Un millón y medio menos que en 2010, aumentando la abstención al 60 por ciento, la más alta en 40 años. La segunda vuelta será el 15 de junio, en pleno Mundial de fútbol de Brasil con lo que podría aumentar esa cifra marginalmente por el fenómeno deportivo.
Polarización dicen unos, yo creo que fue atomización del voto. De esos 13 millones de sufragantes, 7 millones quedaron entre el candidato del uribismo Oscar Iván Zuluaga, que ganó por cuatro puntos, y el presidente candidato Juan Manuel Santos. Digo que no es polarización porque otros 5 millones de votos premiaron con casi 2 a la candidata de la izquierda Clara López; con otros dos a la conservadora Marta Lucía Ramírez y con 1 a Enrique Peñalosa, que no es muy claro qué es. Zuluaga, el uribista, logró la votación esperada, el que sí la perdió fue el presidente-candidato.
Reitero premisa de una anterior columna, las mayorías son un espejismo; solo vale el liderazgo. La gente sí castiga no tener una reforma a la justicia y entonces privilegia a quien fue capaz de erigirse como la autoridad aunque haya hecho de la justicia, el objeto de su persecución. La gente sí tiene claro su voto porque aunque no sepa lo que quiere, sí sabe lo que no quiere: no quiere a las FARC y por eso no le importa el proceso de paz por más importante que sea. Nadie ha logrado dimensionar ponerle fin a medio siglo de conflicto en Colombia.
Esto es más que aritmética. Y por eso el resultado de la segunda vuelta tampoco dependerá de las alianzas o las coaliciones que logren una y otra campaña, estas son tan vulnerables y traicioneras como la mermelada que agria. Las minorías y grupos de interés de las sociedades ahora hablan otros lenguajes. No reconocen las maquinarias. Y en cambio sí son coherentes con sus luchas. Miren por ejemplo cómo votaron los departamentos de Colombia donde se dieron los paros agrarios que promovió el senador del Polo, Jorge Enrique Robledo. Santos perdió en esos departamentos el 80% de la votación que obtuvo en 2010.
Se acabó la disciplina de perros y eso puede ser complejo. ¿Cuántos electores de Clara López se irán con Santos si sellan una alianza? ¿Cuántos de Marta Lucía se irán con Zuluaga? ¿Cuántos de Peñalosa le obedecerán un eventual guiño? Pareciera que para el 15 de junio la gente votará por miedo o no votará. Miedo al regreso del uribismo, aunque el candidato que lo representa sea un hombre con credenciales y argumentos, y entonces votarán por Santos o miedo a las FARC y por eso privilegiarán a Uribe?
En estos comicios los ciudadanos tampoco castigaron a la izquierda que representa el alcalde Gustavo Petro en Bogotá. Pues premiaron con medio millón de votos a la candidata de ese sector que es Clara López. Con lo que se demuestra, una vez más, que ni los políticos ni los encuestadores están entendiendo qué piensa la gente o cómo percibe a sus líderes.
Reitero otra premisa de otra columna anterior: “Santos pelea contra un monstruo de mil cabezas que pide un cambio en Colombia como en tantos otros países, un cambio que nadie ha podido aún descifrar pero que a los partidos políticos del mundo les exige una enorme creatividad”.
El papel de los medios. Se demostró que la llamada gran prensa y los columnistas no tumban ni ponen presidentes ya en ninguna parte, precisamente porque ese no es su papel. Ya no hay miedo a la denuncia que se vuelve paisaje. Por una sola razón que explicaba Pérez-Reverte recientemente en la entrega de los premios Ortega y Gasset. “El único medio que el mundo actual posee para mantener a los poderosos a raya, para conservarlos en los márgenes de ese saludable miedo, es una prensa libre, lúcida, culta, eficaz, independiente. Sin ese contrapoder, la libertad, la democracia, la decencia, son imposibles”. Y mencionaba precisamente algo que debería ser una advertencia para nosotros: “Es evidente que el periodismo en España se ha contaminado de ese ambiente enrarecido, de ese sesgo peligroso que tanto desacredita las instituciones en los últimos tiempos y del que son responsables no solo los políticos, ni los periodistas, sino también algunos jueces demasiado atentos a los mecanismos de la política, el periodismo y la llamada opinión pública”.
Por eso solo una prensa libre es capaz de movilizar electores con criterio. Se equivocan los activistas, se equivocan los poderosos que agradecen al lagarto (entiéndase chupamedias, sacamicas, cortesanos, aduladores, trepadores). Por eso el reto de cada campaña es problema de ellos, que ojalá no sigan usando el código de procedimiento penal como manual de campaña. El de nosotros, los periodistas en Colombia, es más grande, es garantizar y hacer valer una prensa independiente.
Y las redes…que no importan dicen unos. Creo que sí. Zuluaga ganó sin medios y sin partidos. Igual que en Europa ganó la derecha. Y aquí a punta de Twitter. Porque ese es el espacio de la gente. Y esto se trata de la gente, de nuestras audiencias, lectores y oyentes.
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