Las inundaciones en Bosnia recrudecen el peligro de las minas antipersonas
El Gobierno estima en 120.000 los artefactos dispersos en 1.200 kilómetros cuadrados
Las aguas empiezan a retirarse, pero las inundaciones de la semana pasada siguen azotando Bosnia. Aunque de forma distinta. Las autoridades temen que algunas de las minas antipersonas sembradas en el territorio del país —una herencia del conflicto que destrozó la antigua Yugoslavia en 1992 y 1995— se hayan desplazado por los deslizamientos del terreno y ya no se encuentren en las zonas donde han sido detectadas a lo largo de las últimas dos décadas.
La primera confirmación de esta posibilidad llegó el pasado miércoles, cuando fuentes oficiales informaron de la explosión de un artefacto. No hubo víctimas, pero se dispararon las alarmas. “Los ríos se están llevando las minas. Algunas de ellas están hechas de plástico y flotan como simples platos. El agua, sin embargo, puede llevarse fácilmente también las minas de hierro”, ha explicado a France Presse Fikret Smajis, del Centro de acción contra las minas Bosnio (BHMAC, en su sigla en inglés), una organización gubernamental.
Las peores riadas en más de un siglo en ese área han provocado la muerte de 51 personas y la evacuación de casi 150.000 en Bosnia, Serbia y Croacia, con daños tan significativos que según fuentes oficiales “serán necesarios más de 10 años para que se arreglen todos los destrozos”. Pero a ello se añade el nuevo peligroso escenario de las minas antipersona. “Según las cifras oficiales que el Gobierno publicó hace un año, en Bosnia hay 120.000 artefactos dispersos en 10.000 campos de minas en un área total de 1.200 kilómetros cuadrados. Las inundaciones han movido muchas de ellas a lugares que no están marcados en los mapas. Hay por los menos 19 municipios en los que se pueden encontrar artefactos en sitios donde antes no había nada. El trabajo de localización de los últimos cinco o seis años se ha perdido completamente”, explica en conversación telefónica Ahdin Orahovac, vice director de BHMAC.
La organización calcula que desde cuando la guerra terminó, en 1995, las minas han matado a más de 600 personas y herido alrededor de 1.700. “Si los terrenos con minas se han erosionado por la acción de las aluviones, el problema podría ser muy serio. Además, hay que actuar con mucha rapidez para restablecer todo lo necesario para señalizar e impedir el acceso a los campos de minas”, explica por correo electrónico Guy Rhodes, director de operaciones del Centro internacional para el desminado humanitario de Ginebra (GICHD, su sigla en inglés).
Orahovac, de BHMAC, comparte esta visión, y especifica que para volver a posicionar los carteles que señalan campos minados y para ayudar a los ciudadanos —ya que los artefactos podrían encontrarse “hasta en los jardines de viviendas privadas”—, la ayuda de la comunidad internacional resulta fundamental. “Necesitamos de 300 millones de euros en los próximos cinco años para detectar y extraer todas las minas, un presupuesto que no tenemos. Bélgica ya nos ha enviado aviones que mañana [hoy viernes] usaremos para efectuar una primera exploración aérea de las zonas afectadas. Muchas otras instituciones públicas y organizaciones privadas nos han ofrecido colaboración gratuita. Vamos a crear seis equipos de desminado sólo para el río Sava [uno de los más afectados por las inundaciones]”, detalla.
A lo largo de la semana, los miembros de BHMAC han hecho hincapié en el riesgo de que el agua del Sava, que recorre la frontera con Croacia y confluye en el Danubio en Serbia, arrastre las minas hacia esos dos países. Un problema al que se añade la posibilidad de que los artefactos se queden atascados en las turbinas de las centrales hidroeléctricas que se encuentran en esas zonas. “Mañana vamos a tener un mitin con el MAC de Serbia. Tratamos de trabajar en estricta colaboración internacional”, remacha Orahovac.
Sin embargo, no todas las valoraciones sobre las consecuencias de las inundaciones son unánimes. Andrew Moore, responsable para el Cáucaso y los Balcanes de Halo Trust, una ONG puntera en el ámbito de las minas antipersonas, explica por correo electrónico que “un deslizamiento del terreno puede ser un obstáculo muy grande para extraer minas antipersonas. Pero es muy poco probable que el número de campos de minas afectados por el aluvión sea relevante. Las estimaciones del Gobierno bosnio sobre el número total de minas, además, parecen exageradas”, apunta.
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