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Columna
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Desigualdad y educación en América Latina

Es necesario enfocar el renovado interés sobre la desigualdad canalizándolo en una educación de calidad para todos.

América Latina ha crecido a tasas sostenidas en los últimos años, incluso ha resistido la crisis de 2008 que afectó profundamente a las economías de los países más desarrollados. Por primera vez, desde 2011, el porcentaje de la población que pertenece a la clase media es más alto que el de aquellos que están debajo de la línea de pobreza, de donde han salido más de 70 millones de personas en los últimos diez años. La pobreza extrema, reporta el Banco Mundial, ha caído de un 25 a un 13%.

Pero Latinoamérica sigue siendo la región con mayor desigualdad del planeta. La diferencia entre los que más y menos tienen, no es en sí misma el mayor desafío que enfrentan los países, sino más bien cómo lograr equidad de oportunidades para todos. La igualdad tiene que buscarse en términos de que todos tengan el mismo acceso a buena educación, buenos servicios de salud, buena nutrición, desde la más temprana edad; luego cada persona, según sus ambiciones, capacidades, trabajo y la azarosa suerte, generará mayores o menores ingresos.

El debate sobre la desigualdad debería estar más bien enfocado en la competitividad, la productividad y la educación, que son las causas de la falta de igualdad de oportunidades, que en la diferencia en los niveles de ingresos, que es el resultado. Para que el crecimiento económico de la región y el ingreso per cápita sigan aumentando, así como la clase media, hará falta un incremento de la productividad que no será posible sin una mejor educación. Aquí está la base de la desigualdad en América Latina.

La región acumula un 50% de tasa de deserción escolar

De acuerdo con varias estimaciones, la región necesita un aumento del ingreso real per cápita del 7,5% anual para reducir la diferencia con los países más desarrollados en 2030. Esto es más que el doble del alcanzado entre 2003 y 2011, años de gran bonanza económica. Únicamente con mejor educación y más competitividad, en términos de mejores políticas públicas, instituciones, mejor infraestructura, acceso de mercados, se logrará un aumento del producto por trabajador.

La provisión de buena educación es la mejor estrategia para generar igualdad de oportunidades. Políticas que tienden a la equidad, como la educación, la salud, la nutrición, la empleabilidad en las familias de menores recursos, mejoran la productividad. Inclusive Thomas Piketty, autor del best-seller Capital in the Twenty First Century, donde hace una crítica al capitalismo argumentando principalmente que la solución es subir los impuestos a los ricos para promover la redistribución de los ingresos, reconoce no obstante que la difusión del conocimiento es el principal factor en favor de mayor igualdad. Y esto tiene que empezarse a la más temprana edad posible en la vida de una persona.

El ejemplo de Piketty ilustra que, si bien el papel de la tributación en la generación de crecimiento es y ha sido objeto de controversia, existe un amplio consenso acerca de la importancia de la educación como motor del desarrollo económico con equidad. Y esto ocurre entre expertos de las más variadas posiciones teóricas o ideológicas. Allí radica el verdadero desafío para la región, un área donde todos los países están fallando, ocupando las últimas posiciones de las pruebas PISA, con tasas promedios del 40% de deserción escolar y una poco extendida educación infantil temprana.

Estas falencias se agravan proporcionalmente en las comunidades más vulnerables, exacerbadas por el hecho que la desigualdad en el acceso a la educación se transmite inter-generacionalmente. Padres con menor educación generalmente tienen menores ingresos, y a su vez tienden a proveer peor educación a sus hijos, lo que genera un círculo vicioso de desigualdad. Los latinoamericanos que viven en la extrema pobreza tienen menos años de educación comparados con los que han accedido a la clase media, y además se ocupan en trabajos más precarios

Más allá de la sólida performance económica de los últimos anos, en América Latina todavía hay 80 millones de personas viviendo en la pobreza, la mitad en México y Brasil, según señalan indicadores del Bando Mundial, y otro gran porcentaje en una clase media vulnerable, que puede caer en la pobreza. Para combatir este desafío, nada mejor que enfocar el renovado interés sobre la desigualdad canalizándolo en una educación de calidad para todos, especialmente para las familias de menores ingresos.

Gabriel Sánchez Zinny es presidente de Kuepa, iniciativa para introducir nuevas tecnologías en la educación latinoamericana. Twitter: @gzinny

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