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El improvisado liderazgo prorruso

Los dirigentes de la autoproclamada República de Donetsk, que han convocado la consulta de independencia, surgen de las bases del partido de Yanukóvich

María Antonia Sánchez-Vallejo

Antes de ser aclamado por la mayoría rusófona del este de Ucrania como gobernador popular de la República de Donetsk, Pável Gúbarev era un discreto peón que organizaba mítines para el Partido de las Regiones (PR) del expresidente Víctor Yanukóvich. Miroslav Rudenko, un treintañero tímido de vestimenta informal y bandolera al bies, era historiador, y no copresidente in pectore de la entidad prorrusa. Y el barbudo y huraño Igor Strelkov, el presunto jefe del Estado mayor rebelde al mando del bastión de Slaviansk, se llamaba en realidad Igor Guirkin y era oficial del servicio de inteligencia militar ruso con residencia en Moscú, según el Servicio de Seguridad Interior ucranio (SBU).

Los hasta ahora desconocidos líderes de la revuelta prorrusa en el oriente ucranio se han materializado por ensalmo, en los despachos como en las barricadas, y convertido en los hipotéticos interlocutores ante Kiev y el mundo de Donetsk y Lugansk si se consagra la independencia de ambas provincias en el referéndum de autodeterminación de hoy domingo, que ayer calificaron de ilegal el presidente francés, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, informa Enrique Müller. Ambos mandatarios también amenazaron a Rusia con nuevas sanciones si no apoya las elecciones presidenciales del 25 de mayo.

Bajo la forma de una asamblea colegiada —no en balde se trata de una revolución popular— en el liderazgo de la autoproclamada república hay lugar para todas las corrientes: del discurso más o menos elaborado de Andréi Purgin, otro de los copresidentes, a las bravuconadas del colíder Denis Pushilin o Viacheslav Ponomariov, alcalde de Slaviansk.

“Quienes están detrás de la revuelta son personas ligadas de una u otra manera al PR, gente perteneciente al clan de Yanukóvich”, explica el periodista Denis Kazansky, partidario confeso de Kiev. “Sus fieles huyeron tras su caída y se han refugiado aquí [en Donetsk] financiando la revuelta y la convocatoria del referéndum, para el que han desembolsado 80 millones de grivnas”, unos cinco millones de euros, un dato que no ha podido ser contrastado.

Gúbarev, publicista de 31 años, fue detenido en marzo, cuando la revuelta prorrusa apenas si alzaba el vuelo, por “atentar contra la integridad territorial del país”. Recobró la libertad el miércoles pasado por sorpresa, a cambio de la de tres oficiales de las fuerzas especiales ucranias,Boxeador amateur, el gobernador cabalgó desde primera hora la ola de las movilizaciones prorrusas, en respuesta al triunfo de la revolución del Maidán que expulsó del poder a Yanukóvich en febrero. En su currículum, aparece como militante del Partido Socialista Progresista de Ucrania, que amalgama ideológicamente el rechazo a Occidente y la querencia prorrusa. También lidera las Milicias Populares de Donbas, que combaten en Slaviansk y de las que es comandante Rudenko.

Andréi Purgin, otro de los copresidentes del directorio rebelde, fue de los primeros en hablar de “etnocidio” de la población rusa en la región como líder de República de Donetsk, el grupo que abanderó la toma de edificios oficiales en abril. “En 1990 había 17 millones de rusos en Ucrania; hoy solo ocho millones, y en el grupo de edad de 18 a 25 años, tres veces menos que en el de los mayores de 60”, contaba a este diario a finales de marzo. Cuarentón avejentado, con aspecto de padre bonachón y firme apretón de manos, anima la línea más ideológica —a la vez historicista, tradicionalista y social— de los grupos rebeldes. Siempre un paso por delante, el tercer copresidente de la República de Donetsk, Denis Pushilin, de 33 años, estudiante frustrado de Economía, se forjó políticamente en el opaco magma prorruso de la región, monopolio del PR, y al amparo de figuras como Serguéi Mavrodi, artífice de uno de esos timos piramidales luego reconvertido en partido.

Uno de los líderes más carismáticos de la República de Donetsk es Viacheslav Ponomariov, alcalde popular de Slaviansk, avanzadilla de la revuelta cercada por el Ejército desde hace una semana. Ponomariov, que frisa los 50 y al que le faltan dos dedos de una mano, supuestamente perdidos en “operaciones especiales” previas, interpeló directamente al presidente ruso, Vladímir Putin, para pedirle armas. Bajo sus órdenes, milicianos rebeldes mantuvieron secuestrados durante una semana a siete observadores militares de la OSCE, una acción en la que también participó el comandante en jefe de la revuelta, Igor Strelkov, o Igor Guirkin, según el SBU. En febrero, un mes antes de que la península fuera anexionada por Rusia, Strelkov, barba gris y hosquedad patente, viajó a la capital de Crimea. Su hoja de ruta es bien clara: “Erradicar el fascismo de Ucrania, un Estado fallido por el que Occidente no va a desencadenar la III Guerra Mundial”, dijo al diario ruso Komsolmoskaya Pravda.

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