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Anne Hidalgo, la salvadora del honor de la izquierda

La gaditana Anne Hidalgo se convierte en la primera alcaldesa de París

La socialista Anne Hidalgo, nueva alcaldesa de París.
La socialista Anne Hidalgo, nueva alcaldesa de París.BENOIT TESSIER (REUTERS)

La derecha llegó a decir que la batalla de París era un duelo “entre la hija de la portera y la estrella”. Cuando Antonio Hidalgo, el humilde padre octogenario de Anne Hidalgo, leyó en su casa de Chiclana ese comentario clasista en las páginas de EL PAÍS, cogió el teléfono indignado y llamó a su hija pequeña. La candidata socialista le dijo: “No te preocupes, cuanto más digan esas cosas más fácil será ganar”. Y así fue. Este domingo por la noche, Anne Hidalgo, nacida en San Fernando (Cádiz) el 19 de junio de 1959, criada en la periferia obrera de Lyon, nieta de un republicano exiliado y represaliado e hija de emigrantes españoles, ganó por nueve puntos y 54.000 votos la alcaldía de París ante la vedette de la UMP, Nathalie Kosciusko-Morizet, y emergió del inmenso voto de castigo que los franceses propinaron a François Hollande convertida en una de las figuras más pujantes del desnortado socialismo caviar francés.

Imperturbable y hábil para negociar lejos de los focos, laica y feminista, siempre con la sonrisa en la boca pero más amante del trabajo y de la discreción que de la propaganda, Hidalgo ha cumplido a la vez su doble sueño republicano español y francés, y el viernes será investida como la primera alcaldesa de París.

Su gesta, que salva el honor de la izquierda francesa en una jornada que marcará un antes y un después para el Partido Socialista, pone fin a cuatro décadas de alcaldes varones en París. La capital de Francia solo elige a sus regidores en las urnas desde 1977. Desde que una de las heroínas de Anne Hidalgo, la anarquista Louise Michel, tomara y quemara el Hotel de Ville durante la revuelta de la Comuna en 1871, el cargo de alcalde de París no recaía en políticos sino en prefectos gubernativos.

Hábil para negociar lejos de los focos, es imperturbable, laica y feminista

Su jefe durante los últimos 13 años, Bertrand Delanoë, que fue el primer alcalde gay de la capital y también el primero nacido en el extranjero —pertenece a una familia judía tunecina—, recordó al festejar la victoria de su exteniente de alcalde que “los parisienses siempre han sido pioneros”.

La vida y la carrera política de Hidalgo son un producto de la historia violenta de los años treinta del siglo XX y de la reconstrucción democrática de la posguerra europea. Su familia materna, de Antequera, se vio forzada a huir de Málaga tras el golpe de Estado franquista de 1936. Su abuelo acabó huyendo a Francia, y tras pasar por uno de los campos de refugiados del sur del país —Hidalgo todavía no sabe exactamente si fue Rivesaltes u otro—, decidió volver a España y fue ingresado en la cárcel y condenado a muerte, aunque la sentencia no llegó a ejecutarse.

Su vida y su carrera política son fruto de la historia violenta de los años treinta

Su padre, paisano de Camarón de la Isla y de Sara Baras, trabajaba en los astilleros de Cádiz pero decidió dejar San Fernando y emigrar a Francia en 1961 para huir del hambre. La familia se instaló en Vaise, un barrio de inmigrantes de Lyon, y María —la hija mayor, que hoy gestiona una empresa en Los Ángeles, California—, y Ana empezaron a ir al colegio. “Mi padre dejó los astilleros de Cádiz para venir a Francia pensando en sus hijas. Creía en la idea de los republicanos españoles que afirma que la emancipación pasa por la educación”, contaba Hidalgo a este diario en octubre pasado.

“Entonces Francia era próspera, pero fue un salto en el vacío, y trabajó muchísimo, con voluntad de integrarse”, añadía. “Entonces se hablaba muy mal de los españoles, de los portugueses y de los italianos. Pero la educación redujo la crispación, y aunque mis padres oyeron palabras racistas en la escuela, hubo otros que nos ayudaron”. La alcaldesa vivió una integración rápida: “Mi madre nos daba caramelos para que se los regaláramos a los otros niños. Nos hicimos populares, y enseguida mi hermana y yo hablábamos en francés entre nosotras y en español con nuestros padres. Mi madre aprendió francés haciendo los deberes con nosotras”.

Como tantos otros Gómez franceses, Ana Hidalgo se convertiría en Anne Hidalgo el 25 de julio de 1973, cuando su familia se naturalizó francesa, y obtuvo la doble nacionalidad en 2003. Para entonces, ya había sacado la oposición de inspectora de Trabajo, después de instalarse en un modesto apartamento del distrito XV de París en 1984.

Diplomada en Derecho Social y Sindical, comenzó a trabajar en el ministerio de Trabajo en 1993, se hizo militante socialista en 1994, trabajó en la Organización Internacional de Trabajo en Ginebra entre 1995 y 1996, y de 1997 a 2002 formó parte de tres gabinetes ministeriales del Gobierno de Lionel Jospin, primero con Martine Aubry y luego en el Ministerio de Justicia.

Feminista desde los 15 años gracias a las lecturas de Simone de Beauvoir, Virginia Wolf y Anäis Nin, Hidalgo se casó dos veces y es madre de tres hijos. Los dos mayores tienen 28 y 26 años; el tercero, Arthur, de 11, es fruto de su segundo matrimonio, con el diputado socialista Jean-Marc Germaine. En 2012, Hidalgo exigió a Twitter que borrara los rumores que afirmaban que el padre de su hijo pequeño es el presidente de la República, François Hollande.

Durante los últimos 13 años, Hidalgo ha aprendido los secretos de la gestión municipal y a sobrevivir al machismo de la política francesa junto a su mentor y maestro, Bertrand Delanoë, primero como teniente de alcalde de Igualdad y luego de Urbanismo. En mayo de 2012, Hollande le propuso formar parte del nuevo Gobierno, pero Hidalgo prefirió apostar por su “gran pasión”, París. El lazo entre ambos se había hecho irrompible en 2002, cuando Delanoë fue apuñalado durante la Noche en Blanco y la inexperta número dos tuvo que convertirse en alcaldesa en funciones.

Trabajando con seriedad y rigor, Hidalgo tejió su alianza electoral con los comunistas seis meses antes de las elecciones del domingo, y luego pactó entre las dos vueltas con los ecologistas, en plena polémica por la polución, para asegurarse la victoria. Durante la campaña, se distanció de la política fiscal del Gobierno de Hollande, más favorable a las empresas que a los pobres, y del giro demagógico de Manuel Valls, empeñado en copiar el discurso de la extrema derecha para convertir a los 20.000 gitanos europeos que viven en Francia en el gran problema del país.

Frente al ascenso del Frente Nacional, Hidalgo ha ofrecido coherencia, valores y fidelidad a sus orígenes y a su familia política: “No nací con una cuchara de plata en la boca, pero heredé unos valores. Mi solución es muy clara: los valores antes que nada”, explicaba a este diario hace unos meses. “La extrema derecha es veneno para la República. El populismo se alimenta del miedo y de la crisis para culpar al extranjero de todos los males. No podemos olvidar que la extrema derecha, que en España ganó con un golpe de Estado, llegó al poder por las elecciones en Alemania y en Italia. Si les hacemos el juego, Europa no será una pesadilla, será un infierno”.

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