_
_
_
_

Masiva protesta de ultraortodoxos en Israel contra el plan de llevarles al Ejército

El Gobierno de Benjamín Netanyahu quiere que sean reclutados a partir de 2017 Un 10% de la población disfruta de grandes prebendas por estudiar religión

Concentración de ultraortodoxos en Jerusalén este 2 de marzo.
Concentración de ultraortodoxos en Jerusalén este 2 de marzo. THOMAS COEX (AFP)

Manda el Talmud, el compendio de tradiciones orales del pueblo hebreo, que cuando alguien ve a más de 600,000 judíos en el mismo lugar, debe recitar la siguiente bendición: “Bendito eres tú que disciernes todos los secretos”. Este domingo se recitó en Jerusalén, a través de unos ensordecedores megáfonos, en una Jerusalén completamente paralizada por una negra marea de judíos ultraortodoxos que protestaron con rezos los planes del Gobierno de Benjamín Netanyahu, que quiere integrar en el Ejército y la sociedad a esa comunidad, acostumbrada a las prebendas del Estado de Israel desde el momento mismo de la fundación de este, hace 65 años.

Rezando también protegemos al pueblo judío" Portavoz de los convocantes 

La reciente decisión de un comité legislativo de aprobar una propuesta de ley que a partir de 2017 obligaría a los judíos ultraortodoxos a prestar el servicio militar, bajo amenaza de cargos criminales, ha llevado a la desobediencia civil a este grupo que dice ser el 10% de la población de Israel, de 7,9 millones. Cada año, por edad, deberían ingresar a filas 8.000 varones ultraortodoxos. En 2013 sólo lo hicieron unos 2.000. Hay, hoy en día, unos 50.000 que están en edad de entrar en el ejército pero que han optado por estudiar la Tora (el libro de la ley de los judíos), recibiendo además por ello sueldos y subsidios de sus escuelas y el Gobierno.

“Estamos aquí para demostrarle al Gobierno de Israel que permanecemos unidos, que lo que han hecho es aprobar una propuesta de ley que romperá en dos la sociedad israelí”, explicaba este domingo en la concentración Gidon Katz, portavoz de la amalgama de partidos y grupos ultraortodoxos que, bajo el nombre Sabios de la Tora, convocó la protesta contra el Gobierno. “Lo cierto es que sólo un 10% de los soldados de Israel están en las líneas de combate. No nos necesitan. Y deben entender que hay otros modos de cuidar al pueblo judío. Nosotros lo hemos hecho rezando durante 5.000 años”, añadió. Su estimación era de 700.000 participantes.

Las calles de Jerusalén, tomadas por los ultraortodoxos.
Las calles de Jerusalén, tomadas por los ultraortodoxos.DARREN WHITESIDE (REUTERS)

Una tormenta de arena como se recuerdan pocas cegó el sol antes de la que los convocantes consideran la mayor concentración realizada jamás en la historia del país. “El cielo llora por nosotros”, decía, no del todo en broma, Katz. La protesta discurrió con lecturas del Libro de Salmos y otras oraciones. Sobre el escenario, diversos rabinos lideraban el rezo con voces lastimeras. Los participantes se esforzaban en explicar que se reunían sólo para orar a dios, sin buscar demostraciones de fuerza, pero paralizada estaba la ciudad y cortadas habían quedado la principal autovía a Tel Aviv y muchas calles del oeste de la ciudad.

Las mujeres, a las que por norma esa comunidad no deja participar de la vida pública, protestaron de forma excepcional en la calle. Leían de sus biblias los mismos versos que salían de los altavoces, pero permanecían segregadas en sus propias calles, aisladas de varones desconocidos. La suya era una marea de pelucas, las que lucen las ultraortodoxas cuando se casan. Era una muchedumbre algo más colorista que la imponente amalgama de sombreros de fieltro atezado de los varones, en su inmensa mayoría con el uniforme favorito de esa comunidad: gabardinas y pantalones negros sobre camisa blanca.

Cada año deberían ingresar a filas 8.000  ultraortodoxos. En 2013 sólo lo hicieron 2.000

Para esta comunidad no tiene sentido vivir en un Estado que sus Gobernantes definen como judío si se les priva de practicar esa religión a tiempo completo. “Durante unos 1.000 años el pueblo judío vivió aquí en su propio país. Luego, durante 3.800 años, quedamos en el exilio”, decía este domingo Isaac Pindrus, ex vicealcade de Jerusalén y miembro de la actual coalición de Gobierno municipal. “Durante el tiempo en que el pueblo judío no tuvo Estado, lo que nos mantuvo unidos fue la práctica de nuestra religión, el estudio de la Tora. Y hoy necesitamos que más del 10% de nuestros hombres recen y estudien los textos sagrados”.

Estos ultraortodoxos creen que la existencia del pueblo judío la garantiza el estudio de los textos religiosos. Consideran que las victorias militares de Israel contra sus vecinos árabes a lo largo de las décadas se han producido porque en las escuelas religiosas se aprende la Tora a diario. Harán lo que puedan por no ingresar a filas. Tanta es su determinación que este domingo el presidente del parlamento de Israel, Yuli Edelstein, advirtió a sus compañeros legisladores sobre el posible resultado de algo equiparable a “una guerra civil” si siguen adelante con sus planes.

Polémico reparto de las cargas

Si el parlamento que los votantes israelíes eligieron hace algo más de un año en las urnas tenía un mandato prioritario, ese era el de encargarse de imponer lo que en campaña electoral varios partidos habían llamado “reparto equitativo de las cargas del Estado”. Con menos circunloquios, su propuesta era integrar por fin a los ultraortodoxos en las filas del Ejército.

El padre fundador de Israel, David Ben-Gurion, se comprometió en 1948 con la entonces pequeña comunidad ultraortodoxa a dejarle estudiar los textos religiosos en paz, sin obligación de lucir uniforme o luchar por un país que en su infancia libró una guerra tras otra. Los gobiernos sucesivos fueron aumentando esas prebendas, por las que también velaron los cada vez más poderosos partidos ultrarreligiosos.

En 2013, por primera vez en una década, esos partidos quedaron fuera del Gobierno, tras obtener 18 escaños de 120. Su lugar lo ocuparon dos formaciones con dos nuevas estrellas políticas, ambos ministros: Yair Lapid, del centrista Hay Futuro (Yesh Atid), y Naftalí Bennett, del ultranacionalista Casa Judía (Habait Hayehudi). Los grupos parlamentarios de ambos han avanzado el proyecto de ley ante el que ahora se han enrocado los ultraortodoxos.

Esta es una labor que en el pasado intentaron otros Gobiernos, pero que nunca ha quedado tan cerca de producir una ley definitiva que en los próximos meses votará el Congreso en pleno.

La intención es que en 2017 comiencen a ingresar en filas los ultrarreligiosos. Habrá unas 1.800 exenciones anuales para aquellos varones que destaquen especialmente en sus estudios. Los que eviten el reclutamiento se enfrentarán a sanciones y cargos criminales. Las escuelas religiosas que no colaboren con el Estado dejarán de recibir las subvenciones con las que hoy en día subsisten.

“Servir en el Ejército no es una imposición a la fuerza, es un gran mandamiento y un privilegio”, dijo este domingo en las redes sociales el ministro Bennett. En Israel el servicio militar es, para el resto de la población, obligatorio, y dura tres años para los varones y dos para las mujeres.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_