_
_
_
_

Una amnistía encubierta de fugitivos del IRA desata una crisis en el Ulster

El jefe del Gobierno norirlandés, Peter Robinson, amenaza con dimitir si no hay juicio

El irlandés John Downey a su llegada a un tribunal penal en Londres, el pasado 21 de febrero.
El irlandés John Downey a su llegada a un tribunal penal en Londres, el pasado 21 de febrero.F. A. (EFE)

El ministro principal de Irlanda del Norte y líder unionista, Peter Robinson, ha amenazado este miércoles con dimitir y bloquear de hecho el Gobierno autónomo si no se revisa la decisión judicial de la víspera que dejó en la calle a un fugitivo del IRA, John Downey. Londres le había garantizado a este por escrito en julio de 2007 que no estaba buscado en Reino Unido a pesar de que aún se le reclamaba por un atentado con bomba que mató a cuatro soldados británicos en Hyde Park en 1982. Cartas semejantes fueron enviadas a un total de 187 fugitivos del IRA.

Robinson, líder del principal partido unionista, el DUP, considera que esas cartas son en la práctica una amnistía encubierta pactada a sus espaldas por el Gobierno laborista de Tony Blair con el líder republicano Gerry Adams y asegura que, de haberlo sabido entonces, ni él ni el en aquel tiempo líder del DUP, el reverendo Ian Paisley, hubieran aceptado formar el 5 de mayo de 2007 un Gabinete con los republicanos.

El conflicto es, ante todo, aunque no solo, una cuestión de principios. Los acuerdos de Viernes Santo de 1998 pusieron en marcha un programa de puesta en libertad de aquellos prisioneros que aceptaran el proceso de paz y que no hubieran cometido delitos de sangre desde entonces. Y expresaba “la intención de que, si las circunstancias lo permiten, ningún prisionero que cumpla las condiciones siga en custodia dos años después de la puesta en marcha del programa”. Pero en los acuerdos no se abordaba la cuestión de qué se hacía con los fugitivos sospechosos de terrorismo que no habían sido juzgados.

Ha habido numerosos intentos de regularizar la cuestión y en el año 2001 el Gobierno británico expresó su intención de no procesar a quienes estuvieran en condiciones de acogerse a los programas de puesta en libertad anticipada. En 2005, Londres intentó legislar en ese sentido, pero se opusieron los unionistas; y también los nacionalistas republicanos, porque dejaría sin juzgar a algunos policías y militares. La propuesta acabó siendo rechazada por los Comunes.

Aunque las penas iban a ser simbólicas, los unionistas no quieren renunciar a su cumplimiento. Ahora se encuentran con que, en la práctica, el Gobierno decretó esa amnistía a sus espaldas enviando cartas a los fugitivos en las que les garantizaba que no eran reclamados. El primer ministro, David Cameron, ha asegurado que en la carta enviada a Downey había un error porque en realidad aún se le reclamaba por el coche bomba de Hyde Park. Y Downey, que ha entrado siete veces sin problemas en Reino Unido desde 2010, fue detenido el 19 de mayo pasado en el aeropuerto de Gatwick, adonde había llegado para hacer escala camino de Grecia.

El antiguo miembro del IRA, que se ha acogido al proceso de paz, alegó que esa carta le garantizaba la libre circulación por Reino Unido y sus abogados consiguieron el martes que la justicia británica renunciara a su procesamiento en base a esas garantías.

A pesar de aceptar que enviar aquella carta fue un error, Cameron ha asegurado en los Comunes que no va a haber marcha atrás y que Downey no será juzgado. El fiscal general del Reino, Dominic Grieve, ha confirmado también que la decisión no va a ser recurrida por la fiscalía, lo que acaba con la última posibilidad de procesar al antiguo terrorista fugado y coloca al ministro principal de Irlanda del Norte al borde de la dimisión.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_