La UE aprueba las primeras sanciones mientras trata de frenar la violencia
Los Veintiocho prohíben exportar material antidisturbios y retiran visados a dirigentes del régimen de Yanukóvich
La Unión Europea trata desesperadamente de frenar el derramamiento de sangre en Ucrania. Con esa consigna, los dirigentes políticos ensayaron ayer un difícil equilibrio: por una parte, aprobaron las primeras sanciones contra el régimen de Víctor Yanukóvich y por otra, aceleraron la vía diplomática al enviar una delegación de ministros a negociar a Kiev.
El creciente número de muertos en un país que comparte frontera con varios Estados de la UE ha alarmado a Bruselas y ha acelerado un castigo que llevaba tiempo evitando. Los ministros de Exteriores decidieron ayer en una reunión de urgencia aprobar sanciones como respuesta a la represión del régimen. Sin embargo, las represalias adoptadas son lo suficientemente tibias —y pendientes de concreción— como para mantener abierta la vía de comunicación en Kiev.
Tras tres horas de debate, los jefes de la diplomacia europea decidieron suspender la exportación a Ucrania de material antidisturbios (como cañones de agua) y vetar la entrada en Europa a una lista de personas, en su mayoría vinculadas al régimen. Esa lista está por definir, aunque el secretario de Estado de Asuntos Europeos, Gonzalo de Benito, calcula que será reducida y que puede elaborarse en 48 horas, según explicó a la salida de la reunión. Además de retirarles los visados, los integrantes de ese grupo verían congelados los activos que puedan tener en los países comunitarios.
Con la vista puesta en las conversaciones de Kiev, la lista no incluirá a Yanukóvich ni a su entorno más próximo. “Una primera lista podría incluir a responsables de las fuerzas de seguridad y a miembros del Gobierno y podrá ampliarse”, explicó el ministro belga de Asuntos Exteriores, Didier Reynders. Además, los ministros renunciaron a decretar el embargo de armas, una iniciativa que habían incluido en el borrador de conclusiones y que finalmente descartaron por su dureza (la UE veta la exportación de armas a un reducidísimo número de Estados, entre ellos China y Zimbabue).
A ese intento de potenciar el diálogo obedece también una frase que matiza el documento: “La escala de aplicación se adoptará a la luz de los acontecimientos en Ucrania”. Es decir, los ministros se reservan la posibilidad de ampliar el alcance de estas medidas, pero también de pausar su desarrollo si creen que hay alguna posibilidad de éxito en la compleja negociación con Yanukóvich y la oposición.
Todas esas cautelas lograron hermanar a los ministros alrededor de un mismo texto. “La responsabilidad recae en el régimen ucranio, pero no podemos ignorar que hay grupos extremistas e infiltrados. Buscamos a todos aquellos que estén manchados de sangre”, argumentó la titular italiana de Exteriores, Emma Bonino. Al igual que España, Italia había insistido en mantener la cautela con las sanciones porque podían entorpecer la eventual solución negociada.
En el otro bando, Polonia y otros países del Este que sufrieron el yugo soviético abogaban por una mayor dureza contra Yanukóvich, identificado en la órbita del presidente ruso, Vladímir Putin, en detrimento de la UE. Al final el texto quedó en un punto medio que dejó insatisfechos a muchos pero que al menos logró la unanimidad necesaria para abrir paso a las sanciones. “He visto a los ministros extremadamente alarmados sobre la situación que vive Ucrania. Este nivel de alarma ha guiado nuestra reunión y guiará los siguientes pasos que demos en el futuro”, expresó al término del encuentro la alta representante para la Política Exterior, Catherine Ashton.
Más allá de la vecindad, Europa siente una responsabilidad moral sobre lo que está ocurriendo en Kiev y por eso se emplea a fondo para resolverlo. El conflicto se inició cuando Yanukóvich renunció a firmar un acuerdo de asociación con la UE —básicamente, libre comercio— por las presiones de Moscú, que a cambio le puso un préstamo millonario sobre la mesa para reconducir la alicaída economía ucrania.
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