Hollande visita al Papa para congraciarse con el electorado católico
El ministro Valls y el ecologista Nicolas Hulot acompañan al Jefe del Estado francés al Vaticano
François Hollande fue recibido este viernes en el Vaticano por el Papa Francisco. Es la primera visita a la Santa Sede del presidente francés, que intenta congraciarse con la jerarquía y el electorado católicos, muy descontentos con los socialistas tras la aprobación de la ley del matrimonio homosexual en 2013 y la liberalización del derecho al aborto, debatida esta misma semana en el Parlamento.
El presidente había anticipado que hablará con Jorge Bergoglio exclusivamente sobre dos asuntos: la guerra de Siria —"el Papa puede jugar un papel crucial de mediador", ha dicho— y la cumbre del clima que se celebrará en Francia en 2015.
Un explosivo de escasa potencia estalló durante la noche en una calle de Roma, cerca de una fundación vinculada a la Embajada de Francia, informa la agencia Efe. El artefacto solo provocó pequeños daños materiales.
El viaje a Roma para celebrar una audiencia privada de media hora con el Papa es el segundo que realiza Hollande al extranjero —el lunes visitó Holanda— desde que se hizo pública su infidelidad a la todavía primera dama, Valérie Trierweiler, que sigue convaleciendo de su crisis nerviosa en la residencia oficial de La Lanterne, en Versalles.
Por razones de protocolo —Hollande, que tuvo cuatro hijos con Ségolène Royal, sigue siendo soltero—, el Elíseo decidió que Trierweiler no acompañara al presidente a principios de enero, dos semanas antes de que la revista Closer publicara que el presidente tiene un romance con la acriz Julie Gayet.
Hollande viajó con Manuel Valls, que en su calidad de ministro del Interior lo es también de Cultos, y con Nicolas Hulot, un popular expresentador televisivo, embajador especial del presidente francés para la protección del planeta, que es quien ha preparado la visita con la secretaría de Estado vaticana.
Según explicó el presidente hace unos días, "Hulot desea que las autoridades espirituales, y el Papa en particular, ayuden a que todo el mundo entienda la importancia de la conferencia sobre el cambio climático de 2015". El presidente cree que "El Papa puede ser muy útil, y un protagonista principal en la negociación" previa a la cumbre. Hollande confía también en que el papa Francisco ejerza su influencia en las conversaciones de paz de Ginebra II entre el Gobierno y la oposición siria.
La visita se produce en un momento político delicado para Hollande y el Partido Socialista, a tres meses de las elecciones municipales y a cinco de las europeas. El Papa ha dado su apoyo a la manifestaciones provida que los católicos franceses convocaron el 19 de enero para apoyar el proyecto de ley lanzado por el ministro de Justicia español, Alberto Ruiz-Gallardón, y oponerse a la liberalización de la interrupción voluntaria del embarazo impulsada por la ministra de Igualdad de Hollande, Najat Vallaud-Belkacem.
Según revela hoy Le Figaro, el encuentro de Hollande con el Papa ha sido alentado por su amigo Jean-Pierre Jouyet, presidente del Banco Público de Inversiones, que ha recordado al presidente que "tiene necesidad de los católicos" y que "la Iglesia no puede recibir un golpe cada mañana". Hollande y Jouyet son amigos desde hace 30 años, y comparten la educación cristiana y la admiración por Jacques Delors, el político socialdemócrata que asumió sus raíces cristianas.
La relación entre el Gobierno francés y la Iglesia católica se deterioró mucho el año pasado, cuando los obispados organizaron desde la retaguardia las masivas protestas contra el matrimonio homosexual, que generaron una gran tensión social, graves incidentes y agresiones aisladas, docenas de detenciones y rezos integristas en las calles.
La presencia de varios militantes e iniciados de la francmasonería en el entorno cercano de Hollande —Valls fue durante quince años miembro de la logia Gran Oriente de Francia, y el ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian, lo es todavía— ayuda poco a crear un clima de confianza.
La persecución política del Gobierno hacia los gitanos, tan similar en los hechos a la que practicaba Nicolas Sarkozy, y el reciente giro económico de Hollande hacia las tesis neoliberales complican aun más la tarea de establecer unas relaciones cordiales con el Papa jesuita que adora a los pobres y considera que "la economía de la exclusión mata".
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