Primeros signos de normalidad en Tierra Caliente

A media tarde del lunes un policía federal come un helado de fresa frente a la presidencia municipal de Apatzingán, un edificio que hace apenas diez días fue incendiado. Un bullicio de gente atraviesa la plaza del pueblo, el tráfico es pesado y todos los comercios están abiertos. Hay ruido, el normal para una ciudad de 80.000 habitantes y los colegios, después de más de una semana cerrados, han reanudado las clases.

La vida parece fluir normal en Apatzingán a una semana del enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y los grupos de autodefenas -civiles levantados en armas- en Antúnez, a 20 kilómetros de distancia. Dos personas murieron en los choques, producidos pocas horas después de que el Gobierno de Peña Nieto anunciase su intervención en el Estado para frenar el avance de las guardias comunitarias. El 24 de febrero de 2013, varios municipios decidieron rebelarse contra los abusos del cártel de los Caballeros Templarios.

La vida parece fluir normal en Apatzingán, pero sólo en un primer golpe de vista. En cada esquina hay un policía, los camiones de militares pasan continuamente y los retenes de federales custodian la entrada a la urbe. “La situación se ha calmado con respecto a la última semana, pero hay un ambiente de zozobra”, dice Adrián Alejándrez Chávez, vicario de la parroquia de la Asunción, en la catedral de la urbe. “Sabemos que en cualquier momento [las autodefensas] pueden tomar Apatzingán. El que controla esta ciudad, controla toda Tierra Caliente”.

La violencia, sin embargo, llega mucho más lejos. Este lunes, a 375 kilómetros de distancia, otros cinco cadáveres fueron hallados en el municipio de Susupuato, en los límites de Michoacán con el Estado de México. Dos de los muertos eran menores. El goteo de víctimas es constante. Solo el año pasado se registraron 930 homicidios en la entidad.

Según informó la Procuraduría General de Justicia de Michoacán, los cuerpos fueron encontrados en una brecha que comunica Susupuato con la localidad de Santo Tomás de los Plátanos, en el Estado de México. Los cadáveres, con heridas de arma de fuego, corresponden a un menor de aproximadamente dos años de edad, otra de casi un mes, una mujer de entre 55 y 60 años, otra de unos 25 y un hombre cercano a la treintena, detalló la fiscalía estatal. Hasta el momento, se desconocen tanto el móvil del homicidio como la identidad de los responsables.

La violencia en Michoacán es expansiva. Aún más lejos, en el Estado de México e Hidalgo, un responsable de Seguridad Pública atribuía también el lunes a Los Templarios la quema de cinco tiendas de autoservicio durante la madrugada.

Con el plan conjunto entre el Ejecutivo Federal y michoacano,desde el 13 de enero, miembros del Ejército, la Marina y la Policía han tomado el control de la seguridad en 27 municipios del Estado.

"Hoy se reintegran todos los municipios a sus actividades escolares y los resultados van avanzando, hay confianza en este operativo integral que se está realizando en la Tierra Caliente", afirmó el secretario de Gobierno, Jesús Reyna. Quien hasta hace tres meses sustituyó durante su período de convalecenccia al gobernador priísta Fausto Vallejo, anunció además que este viernes se celebrará una reunión de evaluación del Acuerdo por Michoacán, y adelantó que existen avances significativos. Apenas hace tres días, el Ejecutivo michoacano anunció cambios en su gabinete de seguridad con el objetivo de "fortalecer la coordinación entre autoridades estatales y la Federación" de cara a la pacificación de la zona. A lo largo de la mañana del lunes, los nuevos funcionarios tomaron posesión de sus cargos.

Por su parte, el Gobierno mexicano hizo público en la tarde del domingo la detención de uno de los siete presuntos líderes del cártel de los Caballeros Templarios reclamados por las autodefensas: Jesús Vázquez Macías, conocido en la región como El Toro. Este hombre fue acusado por los civiles levantados en armas de ser uno de los responsables de las violaciones a las mujeres de la zona.