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El PAN arma su puzzle

La derecha mexicana comienza un Consejo que afinará los detalles para renovar su dirigencia

Luis Pablo Beauregard
Gustavo Madero durante una entrevista con EL PAÍS en diciembre.
Gustavo Madero durante una entrevista con EL PAÍS en diciembre.saúl ruiz

En la página de Internet del Partido Acción Nacional (PAN), el principal organismo de la derecha, figura una cuenta regresiva para su vuelta a Los Pinos, el despacho oficial que aloja al Presidente de México. Las 232 semanas que marca el contador parecen remotas. El retorno a esa residencia, que la derecha mexicana ocupó por doce años y que terminó abandonando el 30 de noviembre de 2012 después de perder las elecciones frente al PRI, podría percibirse más cercana si el partido libra con éxito una prueba vital que comienza esta mañana en su Consejo Nacional.

Con la cita el partido deberá afinar las reglas y determinar los plazos para renovar su dirigencia. La elección, que aún no tiene fecha pero podría realizarse en mayo, será histórica porque por primera vez los militantes elegirán a través del voto directo. Esto supone un cambio drástico comparado a la forma anterior, donde el presidente del partido era designado por un número de consejeros, al estilo de un caucus estadounidense.

Los panistas acudirán al Consejo con nuevos estatutos que fueron aprobados el año pasado tras un proceso marcado por señalamientos e impugnaciones. La polémica radicó en la creación de una Comisión Permanente compuesta por 40 notables que tendrán mucho peso a nivel nacional. “Va a ser un órgano bastante fuerte que podrá revertir las decisiones que se tomen a nivel municipal y estatal las directivas del PAN. Es uno de los grandes cambios que tiene la estructura”, dice Mari Carmen Nava, una politóloga que ha estudiado de cerca al PAN y a su militancia. La Comisión Permanente seguirá siendo elegida por un número reducido de distinguidos militantes.

Con los nuevos estatutos se hizo una depuración de la estructura. El propio organismo dio a conocer que tras el proceso perdió el 80% de sus militantes al pasar de más de un millón de personas a unas 217.000. “Se tiene una militancia completamente diferente. Me atrevería a decir que el mismo partido político no tiene conocimiento de quienes son los nuevos panistas”, asegura Nava.

Algunos consideraron la reforma de los estatutos de agosto de 2013 como una burla a los integrantes del partido. Jorge Manzanera, un panista que operó políticamente para el expresidente de México Felipe Calderón, señaló que la modificación de los documentos del PAN “adelgazaba” las facultades del Comité Ejecutivo Nacional (la dirigencia) y las transfería a la nueva Comisión Permanente. “La participación activa de la militancia se verá circunscrita a la elección de órganos partidistas decorativos”, señaló en ese entonces.

Existen dos principales corrientes en el panismo actual. La de Gustavo Madero, el actual dirigente del partido, que busca su reelección y la formada por los leales al expresidente Calderón, cuyo dirigente más visible es el senador Ernesto Cordero. Estos grupos, hoy enfrentados entre acusaciones de corrupción y autoritarismo, tratarán de imponer la mayoría de miembros posibles en esa comisión de 40 notables. Será ese organismo el que tenga la llave y la última palabra en la repartición de las candidaturas de diputados que contenderán en las elecciones intermedias de 2015.

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La disyuntiva que tendrá que tratar quien llegue a dirigir el PAN es qué estrategia política tomará el partido. Hay dos opciones. La de Madero, de continuar una relación cercana al presidente Peña Nieto, que ayudó a las reformas del Pacto por México, o la de Cordero, que busca el protagonismo de la interlocución con el Gobierno. “Hasta ahora la decisión de seguir colaborando con el Gobierno puede ser más costosa en términos de votos. El electorado (del PAN) no está muy contento con las reformas estructurales aprobadas, al menos con la parte de impuestos”, explica Nava. La reforma hacendaria, prevista en el Pacto por México, aprobada hacia finales del año pasado por el PRI y la izquierda eliminó beneficios fiscales para las zonas fronterizas, regiones donde el empresariado (generalmente vinculado con el PAN) tiene una fuerte presencia. Los diputados y senadores panistas, que habían aprobado el resto de las reformas contenidas del Pacto por México, se opusieron al aumento de impuestos.

La derecha mexicana comienza a armar un puzzle que hasta el momento no tiene forma. Lo hacen en números mínimos y con los nuevos estatutos como único instructivo en medio de una división muy notoria entre sus principales corrientes. Los panistas tienen una única certeza. Quieren volver a Los Pinos en 2018. Aún falta ver qué camino eligen para comenzar ese trayecto.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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