2014, el año bipolar de Brasil
El nuevo año estará marcado por la contradicción: por un lado, la alegría del Mundial. Por otro, la indignación por los gastos Las elecciones estarán marcadas por la reafirmación política y también por su rechazo
Si 2013 fue sorprendente y pasó como un huracán por Brasil, con una serie de manifestaciones que surgieron sin aviso en todas las esquinas del país, 2014 será un año marcado por la “bipolaridad”, según especialistas consultados por EL PAÍS. En uno de los polos estará la felicidad colectiva que conlleva el Mundial. En el otro, el descontento que podría reflejarse en protestas contrarias a los gastos del evento. Será también el año en que, por un lado, se discutirá la necesidad de un nuevo discurso en la política -algo que puede tener efectos en las urnas durante las elecciones presidenciales y gubernamentales de octubre-. Pero también estará presente el rechazo de la política, reflejada en un aumento de votos nulos de personas atraídas, en parte, por el discurso anarquista bandera de los Black Bloc. Durante cinco meses, en 2013, el el movimiento de los enmascarados destruyó “símbolos del capital” como los bancos y expresó su repulsa a la presencia de partidos en las manifestaciones.
Lea la opinión de cuatro especialistas consultados por EL PAÍS sobre cómo lo que sucedió en 2013 va a marcar 2014.
Fernando Abrucio, profesor de ciencias políticas de la Fundación Getúlio Vargas (FGV)
Las personas tienen una mayor capacidad de exigencia y quieren más y mejor del Estado brasileño. Todo ello tiene relación con los cambios sociales vividos en los últimos 15 años: hay una mayor escolarización, un aumento de la renta, más gente con casa propia, grandes transformaciones sociales. Los políticos se sintieron arrinconados y la sociedad, más capaz de presionar. Pero, poco a poco, las manifestaciones fueron perdiendo el apoyo y las protestas fueron asociadas con la violencia. Si las manifestaciones en las vísperas del Mundial surgen con violencia se encontrarán con un rechazo social muy grande. Con el Mundial también habrá un clima más difuso de alegría, de felicidad colectiva. Hay dos escenarios posibles: manifestaciones más violentas, con choques entre grupos sociales, entre Black Bloc y aficiones organizadas que van a defender sus estadios. O manifestaciones más pequeñas, sin mucho apoyo, si la vida de las personas continúa como hasta ahora en términos sociales y económicos y no hay ningún gran catalizador. En 2013, lo que impulsó las protestas y aumentó la adhesión fue la incompetencia de la policía militar. No es fácil mantener vivas esas llamas, las personas se desmovilizan muy fácilmente. Quieren exigirle al Estado brasileño, pero no se han organizado. Pasados seis meses [de las primeras protestas], no surgió ningún partido vinculado a las manifestaciones y no hubo ningún grupo capaz de organizar las demandas estructurales que existían en esta movilización. ¿Qué van a conseguir cambiar?
Juca Kfouri, periodista deportivo
No tengo dudas de que 2014 va a ser un año importantísimo para Brasil. Vamos a tener un Mundial absolutamente bipolar, con mucha fiesta dentro de los estadios y manifestaciones en las calles. A veces se habla de que aquellos que están dentro de los estadios son alienados, pero en la Copa Confederaciones todo aquello que estaba sucediendo [las protestas] animó a la selección, como se vio en el himno cantado a capela [antes de los partidos]. Creo que el Mundial va a tener importancia para la reelección de Dilma. Pero estamos hablando de hipótesis. Creo que ella será reelegida y Brasil es el principal favorito para ganar el Mundial. Creo que [la decisión sobre posiciones en el Campeonato Brasileño en los tribunales] puede tener algún peso [en las manifestaciones], pero nada será mayor que la exigencia del estándar FIFA. [Los manifestantes protestaron por la construcción de infraestructuras deportivas pedidas por la organización deportiva, mientras el país seguía necesitando hospitales o escuelas]. Se comete una injusticia [con la FIFA]. La FIFA no pidió a Brasil acoger la Copa. El acuerdo no sale caro ni barato. Es un problema de gobiernos. La FIFA paga mucho el precio de su imagen, que contagia a la imagen de la Confederación Brasileña de Fútbol.
Fábio Malini, doctor en Comunicación por la Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ) e investigador del Laboratorio de estudios sobre imagen y cibercultura de la Universidade Federal do Espírito Santo (UFES)
Em 2013, el cambio fundamental fue la exigencia de un otro modelo de democracia. Y eso nació de una ruptura con cierta inercia de la relación entre sociedad civil organizada y Estado. Las revueltas globales serán cada vez más beta permanentes, similares a una aplicación de celular que está siempre siendo actualizada. Las protestas de 2013 están actualmente en fase de desarrollo. Y van a ser actualizados con una nueva versión. Porque el Gobierno Dilma y los Gobiernos estatales y municipales aún no han conseguido resolver los grandes memes políticos de la indignación de 2013, a saber: los derechos indígenas, la violencia policial contra los pobres, la reforma política, tarifa cero en el transporte público, los gastos excesivos del Mundial y los derechos LGBT. Son esqueletos en el armario de ese y de los demás Gobiernos en el país. Y ayudan en el update de ese megaaplicación llamada protestas de junio. Hoy hay cinco tipos políticos actuando con fuerza en las redes sociales. El primero deriva de una concepción de que la política debe servir a los intereses de los pobres contra todo tipo de desigualdad. Y todos los medios (hasta una pequeña corrupción) justifican el fin. Es una subjetividad que cree más en el Estado que en la sociedad. El segundo tipo defiende los valores individuales contra el Estado. Quieren menos impuestos, menos gastos públicos y combate duro contra la corrupción (como un discurso antiestatal más que de transparencia de los gastos). Esos dos grupos, naturalmente opuestos, bipolares, predominaban hasta 2012. Es posible identificar tres nuevos tipos políticos: los indignados, los nihilistas y las celebridades. Los indignados poseen un debate tenso sobre los métodos de actuación social: si se deben hacer más o menos acciones radicales para hacer valer sus peticiones. El nihilista considera que no tenemos salida política, con un desprecio por esa política existente. Es un tipo en alto crecimiento, defiende la anulación del voto para que la democracia perciba que llegamos a un límite institucional. Y, por último, hay celebridades, el tipo popular en internet, con fuerte autoridad política, que guía a sus fans en las redes sociales. En ese juego de subjetividades políticas sucederá la guerra electoral de 2014.
Maria do Socorro Sousa Braga, profesora de ciencias políticas de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCAR)
El sistema político brasileño es consistente, estable. A pesar de los nuevos partidos. Pero la presidencia está polarizada entre PT y PSDB y creo que estas formaciones van a continuar siendo predominantes en 2014, con una tercera fuerza que es Marina Silva o Eduardo Campos, del PSB. No consigo imaginar que esos nuevos partidos se lancen como alternativa a las candidaturas ya consolidadas, como en 1989, con Fernando Collor de Mello. Además, las manifestaciones no tenían como objetivo lanzar nuevas fuerzas políticas. Las protestas ocurrieron justamente porque la democracia llegó a una gran estabilidad. Tampoco creo que ninguno de esos políticos traiga alguna propuesta revolucionaria, grandes cambios como el transporte público gratuito, una petición de las manifestaciones, que no tienen sentido en un país democrático capitalista. Esa tercera fuerza de Marina Silva puede traer alguna discusión de sostenibilidad, incluso porque necesita diferenciarse y si no tuviera esa alternativa no conseguiría sostener el argumento. Aécio Neves (PSDB) ya comenzó una tentativa de aproximarse de los jóvenes, que fueron los que salieron a las calles. Es una estrategia de marketing. Y Dilma debe llegar con un discurso diferente de los demás, mirando más a los segmentos populares, que están más satisfechos con el Gobierno. El discurso debe ser de mejorar lo que ya está bien. Es ella quien va a enfrentar la mayor dificultad de intentar transmitir la imagen de cambio esperado por esa clase media que fue a las calles. Tras las manifestaciones, enfrentó una diminución de la popularidad y el sector que fue a las calles se mantiene muy crítico con el Gobierno. Debe aumentar el número de votos blancos y nulos, especialmente en el Congreso Nacional, uno de los organismos más criticados por hechos relacionados con la corrupción y el desvío de dinero.
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