Atacada a tiros la residencia del embajador alemán en Atenas
El incidente, sin víctimas, se produce apenas dos días antes de la presidencia griega de la UE
Grecia creía tener superados los demonios terroristas desde la desarticulación, en 2002, del grupo extremista 17 de Noviembre, pero la convulsión social generada por la crisis económica, que acaba su sexto año de recesión, ha disparado los episodios de una violencia inespecífica, sin autoría confesa y de intenciones poco claras. Esa opaca amenaza experimentó este lunes un salto cualitativo con el ataque, sin víctimas, contra la residencia del embajador alemán en Grecia, apenas dos días antes de que el país asuma la presidencia semestral de la Unión Europea.
El diplomático, Wolfgang Dold, dormía en su residencia del barrio de Jalandri, al norte de Atenas, cuando en torno a las 3.30 de la madrugada (una hora menos en la Península) varios individuos efectuaron decenas de disparos al aire con fusiles de asalto, presumiblemente dos Kaláshnikov. La policía antiterrorista recogió en el lugar 60 casquillos, aunque al menos cuatro ráfagas impactaron en la verja de acceso a la casa. El vigilante contó que había visto a un grupo de cuatro personas abrir fuego ante el patio exterior antes de darse a la fuga.
Ningún grupo ha reivindicado el atentado. Pruebas balísticas intentaban determinar si las armas han sido utilizadas antes en otros “ataques terroristas”, según un responsable policial. Fuentes de esta institución señalaron que se habían practicado varias detenciones y se había tomado declaración a seis personas.
Violencia inespecífica
Ataques contra sedes diplomáticas, sucursales bancarias o compañías extranjeras son habituales en Grecia; la policía suele atribuirlos a grupos de extrema izquierda o anarquistas. Pero en los últimos meses también han sido blanco políticos, como el ex primer ministro socialista Kostas Simitis, cuya casa en Corinto fue atacada el pasado día 13, o incluso familiares de estos.
El tiroteo hace un año de la sede de Nueva Democracia, el partido del primer ministro Samarás, marcó un punto de inflexión, pero la reivindicación del golpe, por parte del desconocido Grupo de Lucha Popular, no arrojó tampoco ninguna luz sobre el trasfondo real de esta oleada violenta. Otros grupos ignotos, como Constelación de las Células del Fuego, de inspiración anarquista, han hecho también su aparición durante la crisis.
El caso más abierto de la policía antiterrorista es el asesinato, el 1 de noviembre, de dos miembros del partido neonazi Aurora Dorada, que sigue sin resolverse. Responsables de la investigación no excluyen ninguna hipótesis, del puro ajuste de cuentas a la venganza por la muerte del rapero Pavlos Fisas a manos de un neonazi un mes antes.
Tras el asesinato en 2008 de un joven por un policía en Atenas, la explosión de descontento social se ha visto jalonada por episódicos brotes de violencia con intereses espurios y, según algunas fuentes, cierto ánimo desestabilizador para revertir determinadas tendencias de intención de voto.
El atentado puede tensar aún más las difíciles relaciones entre los dos socios europeos. “Cualquiera que sea el responsable, [debe saber que] no conseguirá romper las estrechas y amistosas relaciones de nuestros dos países”, manifestó en el esperado lenguaje diplomático el embajador alemán. Las autoridades griegas lamentaron el ataque, que calificaron de “cobarde acto terrorista”, y aseguraron que solo pretende empañar la imagen del país en vísperas de su mandato semestral de la Unión.
En su mensaje de fin de año, difundido hoy a media tarde, el primer ministro Andonis Samarás atribuyó el suceso a “los enemigos de Grecia, que intentan impedir su avance” hacia la recuperación, que el Gobierno fía en 2014. Por su parte, el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, manifestó: "Nada, absolutamente nada justifica un ataque de estas características contra la representación de nuestro país", informa Efe.
Desde la eclosión de la crisis, en 2010, y en especial tras la imposición de medidas de ajuste draconianas por la troika, Alemania se ha convertido en la bestia negra de la opinión pública griega, que la considera principal —cuando no única— responsable del rigor de las reformas. Son frecuentes las manifestaciones ante sus representaciones diplomáticas; un diplomático germano recibió una lluvia de cafés y botellas de agua por parte de un grupo de funcionarios que protestaban en Salónica en 2012. El cruce de epítetos descalificadores —Merkel caricaturizada con bigote hitleriano en medios griegos; rumores de venta de la Acrópolis o algunas islas propalados por la prensa alemana más amarillista— ha sido estos años una tónica general en la delicada relación entre los dos socios.
Alemania es el país que más contribuye individualmente a los dos rescates por un total de 240.000 millones de euros que desde 2010 han evitado la quiebra de Grecia, con préstamos bilaterales por importe de al menos 15.000 millones, informa Reuters.
No es la primera vez que la residencia del embajador alemán, a unos 7 kilómetros al norte de Atenas, es objeto de un ataque terrorista. En 1999 miembros del 17 de Noviembre arrojaron una granada contra la casa, sin causar víctimas. El movimiento, de inspiración marxista, tomó el nombre de la sangrienta represión por el Ejército de la revuelta estudiantil del Politécnico de Atenas, el 17 de noviembre de 1973, una acción que precipitó la caída de la dictadura de los coroneles (1967-1974). El grupo causó una veintena de muertos entre los años setenta y 2002; la mayoría de sus objetivos fueron individuos o bienes estadounidenses —en consonancia con el inveterado antiamericanismo de la izquierda griega— y locales.
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