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La policía china mata a ocho presuntos terroristas uigures en Xinjiang

Un grupo armado con cuchillos atacó una comisaría en el condado de Yarkand y voló con explosivos un vehículo policial

La violencia ha vuelto a estallar en Xinjiang, región autónoma del oeste de China y hogar de la minoría musulmana uigur. Ocho personas han muerto en el ataque a una estación de policía, según ha informado este lunes la agencia oficial Xinhua, citando autoridades locales, en el segundo brote de violencia en la región en las últimas semanas.

Según informaciones de la agencia local del Gobierno de Xinjiang, el “violento ataque terrorista" tuvo lugar a las seis y media de la mañana (seis horas menos en la España peninsular). Los agresores, armados con cuchillos, atacaron una estación de policía en el condado de Yarkand, en la prefectura sureña de Kashgar, y lanzaron un explosivo que incendió un coche de la policía. Aparte de los ocho muertos, otra persona ha sido arrestada durante el incidente.

Los ataques contra puestos de policía se han convertido en algo común en Xinjiang, una "región autónoma" rica en petróleo y gas natural colindante con Asia Central, que es hogar del movimiento separatista uigur. Muchos uigures sienten un gran rechazo hacia el Gobierno chino por lo que califican de represión de sus prácticas religiosas y su cultura.

Los uigures musulmanes fueron, durante siglos, el grupo étnico dominante de la región, que disfrutó de un breve periodo de independencia en la década de 1940, pero actualmente denuncian haber sido marginados por la llegada masiva a la región de chinos de la etnia han, la mayoritaria en el país, que controla la economía y política de Xinjiang, especialmente en las últimas tres décadas. Los uigures representan actualmente el 46% de la población de la región autónoma y los han, el 40%. El resto pertenece a otras minorías. Pekín insiste que los uigures gozan de grandes libertades y ha invertido mucho dinero en el desarrollo de la región.

Pekín culpa regularmente a militantes separatistas uigures de la violencia, sostiene que los separatistas están implicados en una campaña terrorista, con estrechos vínculos con las redes locales de Al Qaeda en Afganistán y Pakistán. Pero las organizaciones de exiliados y de defensa de los derechos humanos afirman que China exagera la amenaza para justificar una política de represión en Xinjiang.

Yarkand, donde tuvo lugar el enfrentamiento de este lunes, es un núcleo de cultura uigur situado cerca del centro comercial de la Ruta de la Seda de Kashgar. La zona ha sido escenario de violencia esporádica. A mediados de este mes, las autoridades dijeron que la policía intentó arrestar al jefe de un grupo violento, un incidente que dejó 16 muertos, entre ellos dos policías.

En un raro incidente fuera de Xinjiang, a finales de octubre, tres uigures embistieron un coche contra una valla bajo el retrato de Mao Zedong que preside la entrada a la Ciudad Prohibida, en el centro de Pekín. Los tres atacantes y dos turistas que se hallaban en el lugar murieron en el suceso. La policía aseguró que se trataba de “un ataque terrorista violento premeditado, planificado y organizado cuidadosamente”. Pekín dijo que los responsables eran separatistas respaldados por el Movimiento Islámico del Turkestán Oriental. El supuesto atentado supuso un salto cualitativo en las tensiones que sacuden regularmente Xinjiang, ya que llevó el enfrentamiento al corazón de la capital china, algo que no había ocurrido hasta entonces.

Los choques más graves de los últimos años se produjeron en 2009, cuando un brote de odio étnico en la capital de Xinjiang, Urumqi, dejó unos 200 muertos.

El Gobierno controla de forma férrea la información en la zona e impide el acceso a la prensa extranjera a muchos lugares, lo que hace casi imposible verificar la información oficial.

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