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Panamá recuerda el aniversario de la “vergonzosa” invasión de EE UU

La operación “Causa Justa” desalojó del poder al régimen militar panameño, instalado en 1968 por Omar Torrijos

Familiares de víctimas de la invasión de Estados Unidos a Panamá visitan el cementerio de Ciudad de Panamá este viernes.
Familiares de víctimas de la invasión de Estados Unidos a Panamá visitan el cementerio de Ciudad de Panamá este viernes.EFE

Con señalamientos de que fue un acto vergonzoso causante de la más grave violación de los derechos humanos en su historia republicana, Panamá recordó este viernes el 24 aniversario de la invasión armada que Estados Unidos lanzó en suelo panameño para deponer al régimen narco-dictatorial del entonces general Manuel Antonio Noriega.

En la ocupación militar, ejecutada poco antes del último minuto del 19 y con toda intensidad en la madrugada del 20 de diciembre de 1989, “fue cuando más se violaron los derechos humanos, y murieron personas inocentes", aseguró la panameña Trinidad Ayala, de la Asociación de Familiares de los Caídos del 20 de Diciembre, en uno de los diversos actos efectuados en la capital panameña para evocar una fecha en la que cambió la historia panameña.

Con la invasión, añadió en una ceremonia para recordar a los caídos, “hubo más crímenes y víctimas que en todo la era republicana” de Panamá.

En este contexto, todavía se carece de una cifra exacta de víctimas mortales. Mientras la Asociación aseguró que fueron 2.000, la Organización de Naciones Unidas precisó que fueron 500 y Estados Unidos redujo el número a 100, por lo que se prolonga la incertidumbre sobre la cifra real.

El régimen militar panameño fue instalado en octubre de un golpe de Estado que el entonces sargento Omar Torrijos Herrera y otros dos militares panameños ejecutaron en contra de Arnulfo Arias Madrid, presidente panameño de turno y fallecido en 1988. Torrijos asumió poderes plenos en 1969, se convirtió en general e instaló un régimen nacionalista que cercenó libertades políticas y civiles y se basó en la necesidad de renegociar los tratados por los que Estados Unidos asumió, en 1903, el control a perpetuidad de lo que hoy es Canal de Panamá y sus áreas aledañas.

Tras intensas negociaciones con Washington, Torrijos logró redefinir los términos de la presencia estadounidense y en septiembre de 1977 firmó, con el entonces presidente de Estados Unidos, James Carter, los nuevos tratados—conocidos como Torrijos-Carter—que establecieron la entrega paulatina a Panamá de las zonas aledañas a la vía interoceánica, ocupadas por tropas norteamericanas, para concluir con la cesión definitiva del Canal en diciembre de 1999.

Torrijos, quien se convirtió en un líder latinoamericano anticolonialista y antiimperialista, falleció en un misterioso accidente aéreo en 1981, lo que desató una pugna de poderes en la cúpula militar panameña que remató, en julio de 1983, en el ascenso de Noriega a la jefatura castrense. A pesar de que Panamá aparentó retornar a la senda democrática con comicios generales en 1984, el mando real estuvo siempre en Noriega, quien en 1982—y desde las sombras—puso y quitó presidentes y se erigió el verdadero “hombre fuerte” de esa nación.

En una permanente inestabilidad política interna, Noriega estableció fuertes nexos con los cárteles colombianos del narcotráfico, aunque siempre mantuvo los vínculos que forjó, como jefe de inteligencia militar de Torrijos, con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y con aparatos de espionaje de todo signo: desde los israelíes y los cubanos, pro y anticastristas, hasta los argentinos de la dictadura militar, los sandinistas revolucionarios de Nicaragua o los movimientos guerrilleros izquierdistas latinoamericanos.

Las relaciones de Noriega con el cártel de Medellín, encabezado por el colombiano Pablo Escobar Gaviria (asesinado en un enfrentamiento con autoridades de Colombia en 1993), convirtieron a Panamá en una base del narcotráfico internacional, para el contrabando de drogas y el “lavado” de dinero. El gobierno del entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, acusó en 1988 a Noriega de narcotráfico en cortes federales de Florida, lo que aceleró un severo deterioro en los vínculos Washington—Panamá, en un contexto regional agravado por las guerras en Nicaragua, El Salvador y Guatemala y la creciente tensión militar en el resto de Centroamérica.

Aunque en mayo de 1989 hubo comicios presidenciales que supuestamente fueron ganados por la oposición panameña, acusada de estar al servicio de Estados Unidos, Noriega los anuló y siguió manipulando cambios políticos domésticos frente a una serie de sanciones económicas y bloqueos financieros impuestos por Washington, lo que precipitó todavía más el choque con la Casa Blanca, ahora bajo el mando de George Bush padre.

A mediados de diciembre de 1989, el parlamento panameño concedió poderes de Jefe de Gobierno a Noriega, quien declaró a Panamá en estado de guerra con Estados Unidos. Bush padre ordenó invadir para capturar a Noriega—quien se entregó en enero de 1990 a tropas estadounidenses—e instalar en la Presidencia a los opositores que ganaron los comicios de 1989. Por cargos de narcotráfico, el ex—general Noriega fue sentenciado en 1992 en Estados Unidos a 40 años de prisión, que terminó de purgar con reducciones en 2010, cuando fue deportado a Francia y en diciembre de 2011 a Panamá, donde descuenta prisión por otros delitos.

La invasión, bautizada “Operación Causa Justa”, se inició con un intenso bombardeo lanzado por aviones de guerra de Estados Unidos contra zonas populosas de la capital panameña, en especial sobre el legendario y paupérrimo barrio de El Chorrillo, cerca de la comandancia de Noriega y uno de los bastiones políticos del “torrijismo”. El Chorrillo fue escenario de uno de los mayores números de víctimas y bajas provocadas por la intervención armada.

Para recordar todos esos hechos, en estos días se han organizado distintas actividades, como una misa, una romería, una vigilia, una exhibición fotográfica, una caminata y conversatorios sobre todo lo ocurrido hace 24 años y sus antecedentes, según el diario La Prensa, de la capital panameña.

La ocupación castrense se prolongó durante varios meses y se desplegó al control del aparato estatal. Ese capítulo en la vida panameña, aseguró este viernes el izquierdista y opositor partido Frente Amplio por la Democracia, fue “una de las páginas más vergonzosas y tristes de la historia de Panamá”

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