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El gobierno de Israel anula su plan de recolocar a los beduinos

Busca nuevas alternativas que no serán necesariamente más generosas con ellos La oposición de los afectados creó tensión en el gobierno de Benjamín Netanyahu

Un beduino en la villa no reconocida de Bir Mshash, en el desierto del Negev.
Un beduino en la villa no reconocida de Bir Mshash, en el desierto del Negev.AMIR COHEN (REUTERS)

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha suspendido la ley que iba forzar la recolocación de hasta 40.000 beduinos que viven en villas que el gobierno considera ilegales en el desierto del Negev, que hasta ahora se dirimía en el parlamento. Su propuesta se había enfrentado a una fuerte oposición tanto por parte de los afectados, que quieren permanecer en unas tierras que consideran que les pertenecen desde tiempos inmemoriales, como por parte de los aliados a la derecha en la coalición de gobierno, que consideran que con el plan impulsado por Netanyahu se les concede demasiadas prerrogativas a los beduinos.

El plan de recolocar a los beduinos no ha sido cancelado y Netanyahu busca ahora nuevas alternativas que no pasan necesariamente por concederle más compensaciones a los afectados. Según el plan que había asumido el gobierno, 40.000 beduinos asentados en 38 villas consideradas ilegales serían trasladados a centros urbanos con acceso a agua potable y electricidad, algo de lo que no disponen ahora. Por ello recibirían viviendas y una compensación económica para la que se había previsto una partida de unos 417 millones de euros. Hay en el Negev 200.000 beduinos, que en su mayoría viven en 18 localidades sí reconocidas.

Fue el exministro Benny Begin quien diseñó la última versión del plan y quien quedó encargado de defenderlo ante el parlamento y el electorado. Aunque es cierto que entrevistó a unos 600 beduinos para esa labor, nunca recibió un apoyo expreso y enfático por parte de los líderes políticos de esa comunidad árabe. Aunque en un principio presentó sus propuestas como una solución de consenso, pronto los beduinos y varios grupos activistas que defienden sus intereses organizaron protestas en todo el país, que llegaron a tomar un cariz violento dos semanas atrás y que acabaron con el arresto de 28 personas.

A Netanyahu y a Begin se les hizo imposible defender su propio proyecto. “Desde la derecha y desde la izquierda, judíos y árabes se unieron, explotando el sufrimiento de muchos beduinos, para calentar la situación hasta un punto de ebullición, para lograr rédito político”, dijo Begin el jueves en una conferencia de prensa en la que anunció la cancelación de su plan. “Lo hicimos lo mejor que pudimos, pero uno debe enfrentarse a la realidad”, añadió. Posteriormente, en un comunicado, el primer ministro se comprometió a “seguir actuando para encontrar una solución en este asunto tan importante para todos los habitantes del Negev”.

El gobierno israelí va a continuar mientras con su práctica de demoler viviendas en asentamientos beduinos para los que no existe célula de habitabilidad alguna. Hay de hecho villas como la de Al Araqib, cerca de la ciudad beduina de Rahat, que ha sido destruida total o parcialmente hasta en 62 ocasiones. Los activistas mantienen que Netanyahu está buscando allanar el camino para ampliar localidades para la mayoría judía en el Negev, y emplean como prueba diversos planes avanzados por el gobierno para construir al menos 15 nuevos asentamientos en los próximos meses.

Para los miembros más a la derecha en el gobierno de Netanyahu, el plan anulado era demasiado complaciente con los beduinos. De hecho muchos buscan una recolocación forzosa y sin indemnizaciones. Según dijo esta semana el presidente de la coalición de gobierno, el legislador Yariv Levin, los beduinos que no aceptaran el plan “deberían ser recolocados a la fuerza en las tierras que se les concedan”. “Un acuerdo para que se unan a esa generosa oferta debería ser limitado en el tiempo, y debería determinarse que las tierras que se les concedan serían alquiladas, y no registradas como su propiedad”.

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