El Parlamento libio proclama la ‘sharía’ como fuente de derecho
El resultado de la votación indica la creciente influencia de los islamistas en el país
El Parlamento libio ha anunciado hoy su decisión de consagrar la sharia como principal fuente de derecho en el país. El resultado de la votación en la que los parlamentarios se han enfrascado durante dos días obligará a revisar todas las leyes actuales y tendrá un impacto fundamental en la futura Constitución, que deberá aprobarse el próximo año.
"La ley islámica es la fuente de legislación en Libia", proclamaba el comunicado del Congreso General de la Nación (CGN), citado por Reuters, "todas las instituciones deben ajustarse a ello". La primera medida será la revisión de las leyes ahora vigentes para comprobar que se ajustan al impreciso código religioso, derivado no solo del Corán, sino también de otras normas y tradiciones mahometanas.
El debate en torno a la sharia como fuente de derecho no es nuevo en la Libia posrevolucionaria. En octubre de 2011, Mustafa Abdul-Jalil, presidente del entonces Consejo Nacional de Transición, ya proclamó la necesidad de que las nuevas leyes se ajustasen al código islámico que regula, entre otras cosas, la banca, las finanzas públicas y los códigos civil y penal.
El anuncio llega en un momento crucial. Libia debe nombrar antes de final de año un comité integrado por sesenta miembros encargados de redactar un borrador constitucional. La decisión del CGN no deja lugar a dudas de que la ley islámica tendrá un peso significativo en el texto. Según una encuesta elaborada por el Instituto Nacional para la Democracia en septiembre de este año, un 44% de la muestra afirma querer que la sharia constituya la principal fuente de derecho en la nueva Constitución. Más allá de la imposición de la ley seca (en Libia está prohibida la venta y consumo de alcohol), la medida afectará, por ejemplo, a los bancos, sometidos a no cobrar intereses ni especular con los préstamos, y regulará las transacciones financieras. Queda en el aire si se aplicarán o no otras leyes más llamativas y vigentes en países también islámicos como Arabia Saudí, donde las mujeres no pueden conducir o viajar sin un guardián.
El resultado de la votación en el CGN es indicativo de la creciente influencia de los islamistas en el país. La victoria de los moderados de la Alianza de Fuerzas Nacionales (AFN) en las elecciones de julio de 2012 sugirió que Libia, que aún se reconstruye tras casi un año de guerra con la que se puso fin a 42 años de dictadura de Muammar el Gadafi, no seguiría la senda de Túnez o Egipto, donde los islamistas se hicieron con el poder en los primeros comicios tras el estallido de la Primavera Árabe.
Sin embargo, desde 2011, ninguno de los líderes seculares en Libia se ha atrevido a descartar la inclusión de la sharia como fuente de derecho en el país. Es el caso del líder de la AFN, Mahmoud Yibril, o Mohamed Magariaf, presidente del Parlamento y fundador del moderado Frente Nacional. Ambos han reiterado en varias ocasiones que Libia es un estado "islámico". Pese a que el partido Justicia y Desarrollo, vinculado a los Hermanos Musulmanes, mantiene solo 17 asientos de los 200 (la mayoría, como el primer ministro Alí Zeidan, son independientes) en el Parlamento, el secuestro el pasado octubre del primer ministro, arrestado por "traición" según la milicia que lo capturó, a sueldo del Ministerio de Interior (en manos de los Hermanos Musulmanes), ilustra el actual estado de desgobierno y el creciente poder de la marca libia de la cofradía.
Más allá de la lucha de poderes entre liberales e islamistas, el anuncio de hoy puede suponer también un gesto hacia las milicias radicales que se han hecho con el control en el este del país, mientras líderes religiosos y tribales intentan negociar su retirada. Tanto en Benghazi como en Derna, se han repetido en la última semana las protestas ciudadanas contra los salafistas del Ejército Islámico y los yihadistas de Ansar as-Sharia, cuyos atentados y asesinatos de oficiales del precario Ejército libio amenazan con desestabilizar todo el país.
"El gran problema va a empezar ahora y, si no, tras la (aprobación de la) Constitución, porque este grupo no cree que la Constitución forme parte de nuestra religión (musulmana)", reconoce Taufic Ebrik, exmiliciano y miembro del parlamento por la AFN, "tenemos que presionar a estos grupos islamistas para que estén en línea con la población libia". "Podemos presionar a los Hermanos Musulmanes, bajo la mesa", admitía, "pero tenemos que hacerlo ahora, antes de ver qué pasa con la Constitución".
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