El presidente Yanukóvich pone precio a rescatar a Ucrania de Rusia
El tratado de asociación costaría 160.000 millones de euros a la UE como "plan de estabilización"
El presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich, vino a reconocer que su país es rehén de la factura del gas ruso y puso precio a la firma del acuerdo de asociación con la Unión Europea. Ucrania necesita unos 160.000 millones de euros hasta 2017 para adaptar su economía y hacer frente al periodo transitorio, dijo Yanukóvich, según el cual Bruselas se ha limitado a ofrecer 610 millones de euros en ayuda técnica condicionada además a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El líder admitió haber fracasado en su búsqueda de un acuerdo con el FMI y calificó los acuerdos que rigen las compras de gas a Rusia como una “bomba” que mina los recursos de Ucrania.
El 21 de noviembre el Gobierno ucranio congeló el acuerdo de asociación que su presidente debería haber firmado en la cumbre prevista este jueves y viernes en Vilna. Yanukóvich, no obstante, acude a la capital lituana con el ánimo de convencer a los dirigentes europeos de la necesidad de formar una comisión trilateral (ruso-ucraniana-europea) que examine los problemas planteados por la pérdida de los mercados rusos. Desde el pasado verano, el Kremlin castiga con duras restricciones a los sectores de la economía ucraniana más dependientes de Rusia. “Putin hizo saber que tenía la intención de poner de rodillas a Ucrania, destruir políticamente a Yanukóvich y apoyar a un candidato pro ruso en las elecciones presidenciales de 2015”, dijeron altas fuentes políticas en Kiev para explicar por qué frenaron el ritmo pro europeo, al verse confrontados con “la perspectiva de la bancarrota en el plazo de dos meses”.
“Putin hizo saber que tenía la intención de destruir políticamente a Yanukovich y apoyar a un candidato pro ruso en las presidenciales de 2015”, dicen fuentes políticas en Kiev
Yanukóvich dijo “aplaudir” a los compatriotas que han salido a la plaza a manifestarse por la firma del acuerdo de asociación con la UE e insistió en que Ucrania va del Este al Oeste “como el sol”, pero que este no es el momento de grandes autopistas transcontinentales, sino de buenos caminos locales. La firma del acuerdo sería posible incluso en Vilna, si la UE tuviera un plan para crear un “fondo de estabilización” que permita a Kiev afrontar los momentos críticos con un mínimo de 20.000 millones cada año. Al hablar del tratado de asociación, los ucranios utilizan a menudo razonamientos y comparaciones equívocas con los procesos que llevaron a sus vecinos del Este de Europa a convertirse en miembros de pleno derecho de la UE y en los medios de comunicación figuran hoy dos ejemplos, Polonia, que luchó encarnizadamente por cada céntimo y prospera, o Letonia, que no lo hizo y se encuentra en la pobreza. El mensaje subyacente es que Kiev ha corregido el rumbo para imitar a Varsovia y no a Riga.
A resultas de los contratos firmados por la ex primera ministra Yulia Timoshenko, Ucrania paga 510 dólares por mil metros cúbicos de gas ruso, más que Austria (395 dólares) y Holanda (379 dólares), aunque, a tenor del precio de mercado, debería pagar 300 dólares, dijo Yanukóvich, quien reconoció no haber podido resolver el problema en dos conversaciones a puerta cerrada mantenidas en el plazo de dos semanas con Vladímir Putin. El presidente ignoró una pregunta sobre el descuento de 100 dólares por mil metros cúbicos que consiguió en 2010 a cambio de prolongar por 25 años (de 2017 a 2042) la presencia de la Flota del Mar Negro rusa en la península de Crimea. Según el analista energético ruso Mijaíl Krutijin, la vinculación de los precios del gas a un acuerdo geopolítico hace imposible plantear el litigio ante el tribunal de arbitraje de Estocolmo, que sería el responsable en este caso.
Yanukóvich dijo “aplaudir” a los compatriotas que han salido a la plaza a manifestarse por la firma del acuerdo con la UE
El presidente ucranio expresó también su preocupación por los gasoductos que Rusia y los países de la Unión Europea, construyen para evitar el tránsito por Ucrania (la Corriente del Norte por el Báltico y la Corriente del Sur, que deberá ir por el fondo del mar Negro). Los gasoductos ucranianos, que en el pasado transportaban 120.000 millones de metros cúbicos de gas, llevan hoy 70.000 millones y su rentabilidad estará en cuestión si esta cifra se rebaja a 60.000 millones, dijo Yanukóvich que amenazó con salir del tercer paquete energético de la Unión Europea (que impone la división entre productores de gas y distribuidores con el fin de asegurar la competencia).
Formalmente, Bruselas insiste en un debate bilateral con Ucrania y se niega a sentar a los rusos a la mesa. Internamente, los miembros de la UE muestran distintos grados de comprensión ante los problemas que se plantean a Kiev por las amenazas rusas. Los países del Este de Europa, como Polonia o los Bálticos, se han empleado a fondo para lograr que Ucrania firmara el tratado de Asociación en la cumbre de Vilnius. El ex primer ministro polaco Alexandr Kvasnevsky ha viajado 27 veces por lo menos a Kiev para lograrlo y el comisario Stepan Füle, responsable de la política de Asociación Oriental de la UE, convirtió el tema en un asunto personal, señalan medios familiares con las negociaciones. El presidente manifestó que Füle tuvo una “reacción emocional” cuando le planteó la necesidad de un debate triangular y dijo “que no quería tener nada que ver con las relaciones con Rusia. “Eso no puede ser, porque todo está demasiado entretejido”, sentenció Yanukóvich.
Una mayor generosidad financiera por parte de Bruselas tal vez hubiera conseguido que Yanukóvich firmara el acuerdo de asociación en Vilna, pero a ello se oponían varios factores tales como el deseo de pagar lo menos posible, el temor a lanzar decenas de miles de euros a un pozo sin fondo y de financiar el enquistamiento en el poder de la clase dirigente ucraniana con los impuestos de los contribuyentes europeos. Fuentes políticas en Kiev afirman que la administración norteamericana hizo una gestión ante los dirigentes de Ucrania tras anunciarse la congelación de la firma y hay indicios de que esta gestión, si es que llegó a hacerse, fue en respuesta a las inquietudes de algunos países europeos aliados de Washington, que querían a toda costa incorporar a Kiev al proyecto común de inmediato.
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