Escocia se enfrenta al coste económico de la independencia
Un informe del Gobierno de Edimburgo destaca las oportunidades, mientras expertos auguran un ajuste fiscal
El debate sobre la independencia de Escocia se ha llenado de informes sectoriales, pero pocas veces ha habido visiones tan aparentemente contrapuestas como esta semana. El Gobierno escocés publicó este martes su visión sobre las “opciones económicas” de una Escocia independiente. Y concluye que la independencia ofrece “tremendas oportunidades económicas”. Pero tan solo 24 horas antes, el respetado e independiente Instituto de Estudios Fiscales británico concluía que, desde el punto de vista de la sostenibilidad de las cuentas públicas, la independencia obligaría a un ajuste del 0,8% del PIB en Reino Unido y del 1,9% en Escocia.
Son dos formas de ver la independencia en principio contradictorias entre sí, aunque no necesariamente tienen por qué serlo. Hay que tener en cuenta que la del Gobierno escocés, que es lo mismo que decir la del independentista Partido Nacional Escocés (SNP, en sus siglas en inglés), es sobre todo política y a largo plazo. Y la del Instituto de Estudios Fiscales (IFS) es técnica y a corto plazo.
Los nacionalistas creen que a cada escocés le cuesta 1.073 euros al año la pertenencia al Reino Unido
El ministro escocés de Finanzas, John Swinney, aseguró que a cada escocés le cuesta cada año 900 libras (1.073 euros) la pertenencia de Escocia a Reino Unido. Una cantidad que extrae de las “significativas oportunidades perdidas en términos de crecimiento, creación de empleo e incremento de la riqueza” por el hecho de que Escocia esté sometida a las decisiones del conjunto de Reino Unido en materia económica.
El estudio, que ocupa 200 páginas, no ofrece opciones económicas concretas con el argumento de que trata de exponer cuáles son las elecciones que pueden hacer los escoceses, las opciones que tienen a su disposición, con independencia de que un Gobierno independiente se decante por unas u otras políticas en función de cuál sea el color de ese Gobierno. Pero eso tiene el inconveniente de que las conclusiones del estudio tengan ecos muy retóricos.
“De acuerdo a las evidencias que hay en este informe, una decisión en el sentido de seguir siendo parte del status quo haría que Escocia perdiera mayores niveles de crecimiento de los que podría conseguir a través de políticas más selectivas”, concluye, por ejemplo. “El Gobierno escocés cree que el comportamiento económico de Escocia siempre estará constreñido bajo el actual marco y que solo a través de la independencia podrá Escocia maximizar su potencial y ofrecer el tipo de economía y de sociedad que refleje los valores de la gente que vive y trabaja aquí”, dice también.
“Las evidencias muestran que países de tamaño similar a Escocia con los plenos poderes de la independencia han construido economías más fuertes y más equitativas”, subraya el texto. Y proclama: “Un voto a favor de la independencia traería tremendas oportunidades económicas. Un voto por la independencia tiene el poder de transformar y reequilibrar de forma decisiva la economía escocesa, mejorando las perspectivas para el empleo, la seguridad del trabajo y la prosperidad a cada nivel de la sociedad”, asegura. Pero da a entender que eso sería a largo plazo cuando advierte que “no hay soluciones de un día para otro”.
El estudio del Centro de Estudios Fiscales, sin embargo, se fija más en el corto plazo que en el largo. Quizás por eso sus conclusiones sobre las consecuencias que la independencia tendría para la política fiscal son mucho menos optimistas: implicaría un ajuste fiscal —es decir, una subida de impuestos o un recorte de gastos— del 0,8% en Reino Unido y del 1,9% en Escocia para el ejercicio 2020-2021, en el que se supone que ya se habría consumado la separación si el sí ganara en el referéndum de septiembre de 2014.
Y eso, en el mejor de los casos para Escocia. Es decir, “en un escenario relativamente optimista en el que se continuara aplicando el gasto actualmente proyectado por el Gobierno de Reino Unido para 2016-2017 y 2017-2018, se experimentan flujos más altos de llegada de inmigrantes, el declive en los ingresos del petróleo se produce más tarde de lo que pronostica la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, la deuda no pasa de 40% en el momento de la independencia y se puede seguir financiando al mismo tipo de interés que el pronosticado para Reino Unido”.
“Todos los demás escenarios que hemos considerado tienen perspectivas a largo plazo peores para la posición financiera de Escocia”, advierte el Instituto. “Teniendo en cuenta todo esto, el Gobierno de Escocia debería ser más claro ahora sobre los retos fiscales que podría afrontar la independencia”, exigen.
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