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Pedagogía de la ciudad sin ley

Lluís Bassets

Política es pedagogía, según expresión ya clásica del socialista catalán Rafael Campalans. Cada declaración, cada decisión, cada gesto o acción, a veces incluso la más formal y protocolaria, contiene una lección política impartida a los conciudadanos. El político que ejerce el papel de maestro proyecta, en estas clases que profesa sin apenas darse cuenta, su idea sobre cómo deben comportarse los ciudadanos y cómo debe ser la comunidad en la que se incluyen, la polis.

Esta idea vale para cualquier representante de los ciudadanos, para cualquier alto funcionario, a veces incluso para un policía o un juez. Un diputado corrupto, un alto funcionario venal, un policía violento o un juez prevaricador, además de cometer un delito imparten con su actuación una lección negativa a sus conciudadanos: si yo me comporto así, vea usted mismo como deberá comportarse para defender sus derechos y evitar que esta sociedad le arrolle.

Nada crea mayor desazón y siembra mayor desesperanza que un jefe de Gobierno proclive a saltarse las leyes o a interpretarlas a su gusto. Que tiemblen los más débiles cuando sucede algo así, porque nos encontramos con la pedagogía de la ciudad sin ley. Y en la ciudad sin ley la única ley que impera es la del más fuerte, que es la de la selva.

En la ciudad sin ley siempre hierve la calle, manipulada por los que tienen palancas para hacerlo. La división de poderes se convierte en una farsa. Los sistemas de garantías, en un trámite formal sin valor. Los medios, en cajas de resonancia o instrumentos de agitación. Apenas hay parlamento, es decir, debate, deliberación y argumentos, y todo se convierte en griterío, estridencia y demagogia. Nadie imagina que la justicia no sea finalmente una forma de venganza. La democracia es tumultuosa, resolutiva, con recurso a la mano alzada o a los plebiscitos de resultado perfectamente organizado por los tribunos y agitadores de la plebe.

La pedagogía de la democracia y del Estado de derecho exige solo dos cosas del presidente de un Gobierno ante la sentencia de un tribunal que afecta a sus decisiones: acatamiento y silencio. Los gobiernos no deben comentar las sentencias de los tribunales ni mucho menos expresar su disconformidad echando a los manifestantes a protestar contra ellas en la calle. Y esto vale para el Estado de derecho entero, que es uno solo, sin que se pueda elegir el que más convenga a cada circunstancia: el catalán o el internacional si no me va bien el español.

Mariano Rajoy y Artur Mas van a la zaga en la pedagogía de la ciudad sin ley. Hay que decir que los partidos que presiden van a la zaga también en otras cosas que ahora no vienen al caso detallar, aunque también les acercan en su escaso respeto por la legalidad a la hora de financiarse. El presidente español se permite juzgar como injustas y equivocadas las sentencias de un tribunal y manda las huestes de su partido a manifestarse contra los jueces. Nada muy distinto de lo que hace Artur Mas cuando se convierte en la voz del pueblo que se manifiesta en la calle y sitúa la regla de una mayoría dibujada por las encuestas por encima de la regla de juego.

Empezaron consultando las encuestas de opinión y han terminado esclavizados por las opiniones que les transmiten las encuestas. No son los dirigentes sino los dirigidos. No gobiernan sino que son gobernados. Desde Bruselas y desde la calle, en una combinación de obediencia a la austeridad que impone Angela Merkel y de seguimiento populista de los deseos del pueblo. Una cosa compensa la otra en su peculiar estilo, fruto de un cálculo electoral perverso.

Comentarios

La dificultad estriba en saber donde esta el limite de la moderacion y el borreguismo.Si alguien es capaz de negar q Madrid nos dio en los morros con todas las propuestas q hemos hecho los catalanes para encontrar un encaje y q no hay ninguna propuesta desde el gobierno... Eso no es moderacion.Moderacion seria q Rajoy hiciera una propuesta digna. Una propuesta q no fuera mas de lo mismo o someternos mas.A mi también me gusto ese editorial de La Vanguardia pero me dejo un mal sabor de boca.Me dejo un sabor peligroso de "mouton de Panurge"...Q mas pueden hacer los catalanes?Se han pronunciado todas las percepciones de los catralanes. La 3a via de Duran i Lleida, la 3a via de Navarro, la "no via" de Camacho y la independencia de ERC y CiU.Q nos proponen en frente? NADA!!!Segun el PP y el PSOE, la moderacion supone la legalidad de la inmovilidad. Mientras tanto nadie quiere dar razones inequivocas para q Catalunya pase de la cima en terminos de recaudacion a la cola, después del raparto.En un pais de corruptos, donde prevaricar es la norma, q valor tienen las declaraciones de los q mas han robado?La calle catalana, a pesar de lo q dice Vd., senyor Basset, es lo mas razonable, moderado y menos "mouton de Panurge" q se ha propuesto hasta ahora.La sociedad catalana ha hecho propuestas de todo tipo, desde las mas espanolistas a las mas secesionistas.En frente, solo nos proponen desprecio, desdén y silencio.De q moderacion y de parte de quién, hablamos?
Estoy de acuerdo con su artículo Sr. Bassets, aunque tengo una objeción: su obsesión por la equidistancia ente Mas y Rajoy. En mi opinión hoy en día supone una amenaza mayor para la convivencia el primero que el segundo. Además no es lo mismo decir que una sentencia es injusta (no hay que olvidar que muchas de las víctimas de ETA eran del PP) pero que debe acatarse -que es lo que importa- que decir que uno se va a saltar la ley a la torera y que la Nación que el dirige y con cuya voz él habla está por encima de toda ley y toda norma. En fin. Sinceramente no creo que sea lo mismo, aunque ya se sabe que ningún buen catalán puede criticar al independentismo sin criticar también al PP, faltaría más.
Lo que se considera un gran avance (la desintermediación política) ha hecho renacer modos y estilos propios del gobierno de las sociedades más primarias.
A remolque en lugar de a remolcar, y claro, tanto dejarse arrastrar acaban por atrofiarse y no saber moverse por si mismos. A Rajoy le pasa, y en general a todos aquellos que han hecho de la política no el arte de hacer lo posible sino el de permanecer impasible para mantenerse en pie. Rajoy critica las decisiones judiciales pero en realidad todos los políticos que ahora se rasgan las vestiduras por el fallo europeo deberían dar explicaciones de por qué no hicieron lo que estaba en sus manos para impedir este varapalo, que no por más tardío era menos esperado. Con su dejarse llevar solo han conseguido que los terroristas, como el Cid, gane las batallas después de muerta, bien que en este caso el mérito no es tanto del ganador como una de las consecuencias de una clase políltica que se deja llevar más por el cortoplacismo demagógico que por el siempre más costoso de guiar a la sociedad por pas vías democráticas. Por eso mismo, en lugar de pedir perdón por sus errores se tiran a la calle a defender lo indefendible. Vamos, que son unos cobardes, pero justo por lo contrario por lo que algunos les acusan.
Y por cierto,qué es eso de la recuperación, si hasta en un Kathmandú cualquier chamarilero de baratijas se hace eco de nuestra mala situación económica y hasta de la corrupción que lastra la imagen de nuestro presidente. Sorprendente escuchar el nombre de Bárcenas de boca de un nepalí. En fin, que no sé si Montoro conseguirá engañar a algún español sobre la verdadera situación económica del país, desde luego a nuestros vecinos del mundo, lo dudo. Los bolsillos, como el algodón, no engañan a nadie, lo notas al regatear, que no nos aguantan el tirón hacia abajo como se lo aguantan a un alemán.
Sería interesante que en la negociación, ofrecida por la Generalitat, se propusiera la transformación del Senado (por fin) en Cámara de Representación Territorial, con sede en BARCELONA, lo que contribuiría a la descentralización del Estado, como sucede en Sudáfrica por ejemplo (Pretoria-Johanesburgo-El Cabo).....

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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