Wilfried Martens, ex primer ministro belga y artífice de la integración europea

Trabajó por la construcción europea desde la primera fila y se resistió hasta el final a abandonar esa tarea, incluso cuando la enfermedad consumía casi todas sus energías. Wilfried Martens (Sleidinge, Flandes, 1936), presidente del Partido Popular Europeo (PPE) desde 1990, falleció en la madrugada del jueves tras una intensa lucha contra el cáncer. Tenía 77 años, que había consagrado casi íntegramente a la vida política, primero en Bélgica, su país natal, y más adelante en la escena comunitaria. Todos los dirigentes de la Unión Europea lamentaban ayer su pérdida. Tras la huella que dejó como primer ministro de Bélgica, que gobernó casi ininterrumpidamente entre 1979 y 1992, las autoridades le ofrecerán un funeral de Estado el próximo 19 de octubre. El propio rey Felipe irá a rendir homenaje a su tumba.

Martens tuvo siempre claro que el proyecto europeo estaba por encima de divisiones nacionales y de partidos. Con la experiencia de gobernar un país tan marcado por los enfrentamientos entre flamencos (la comunidad a la que él pertenecía) y valones, Martens aplicó el espíritu integrador en toda su carrera. Desde su labor como primer ministro belga, desempeñó un papel fundamental en la adhesión española al proyecto comunitario en 1986. Y ello pese a que su interlocutor español en ese momento, Felipe González, estaba a años luz de su visión política, la democracia cristiana clásica.

“Martens fue un europeísta convencido y uno de los principales impulsores de la Unión Europea. Fue siempre, además, un gran amigo de España”, aseguraba ayer Antonio López-Istúriz, secretario general del PPE que durante años ha llevado junto a Martens las riendas de la formación europea.

Con todo ese acervo, a partir de los noventa se convirtió en el presidente del Partido Popular Europeo, hoy la mayor fuerza política en el continente, con más de 70 formaciones en su seno. Su ansia de aglutinar lo llevó a propiciar la entrada de una formación tan distante en lo ideológico como el AKP turco, el partido del primer ministro de ese país, Recep Tayyip Erdogan, con un cariz islámico que dista mucho de la raíz cristiana que define a la mayoría de los miembros del PPE.

Nacido en una familia de modestos agricultores, tenía el neerlandés como lengua materna, pero su gusto por la diversidad lo hacía sentirse cómodo expresándose en francés, la otra lengua oficial de Bélgica. Por encima de los conflictos lingüísticos que recorren el país, quienes le conocieron aseguran que prefería expresarse en francés antes que en inglés, pese a dominar los dos idiomas.

En los aledaños de su intensa vida profesional, a Martens le quedó energía para desarrollar una agitada vida personal. Elegante y con un gran sentido del humor, se casó en tres ocasiones —la última con una antigua ministra de su Gobierno, Miet Smet— y tuvo cinco hijos. Tanto Smet como sus hijos lo acompañaban en el momento de su muerte, en su domicilio belga.

Las condolencias recorrieron ayer todo el continente. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, lo definió como “hombre de convicción y de fuertes valores”. Para Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo y también ex primer ministro belga, Martens fue “un gran hombre de Estado”. Angela Merkel, Mariano Rajoy y otros gobernantes que integran el PPE mostraron su respeto por la labor de este político. Su partido deberá abordar ahora su sucesión, con la mirada puesta en las elecciones europeas de mayo de 2014.