El triunfo del pragmatismo
Merkel encarna a la perfección el liderazgo que quieren los alemanes: pocos riesgos y flexibilidad ideológica
Ganar elecciones se ha convertido en rutina para Angela Merkel, que hace tres días no quiso romper su costumbre de ir de compras los viernes. Este domingo compareció, tranquila como en el súper, en la ronda televisada con los líderes de los demás partidos que tendrán representación parlamentaria en la próxima legislatura. Faltaban los liberales del FDP, por primera vez en décadas. Pero la democristiana no dio muchas señales de duelo por la pérdida de sus socios de Gobierno. El fracaso de su coalición no salpica a Merkel, que entre 2005 y 2009 aprendió desde la presidencia de una Gran Coalición entre CDU y socialdemócratas qué estilo de liderazgo quieren los alemanes en estos tiempos de crisis: pocos riesgos, nada de experimentos y una flexibilidad ideológica a prueba de bomba.
Merkel ocupa, ella sola, casi todo el espectro ideológico de los partidos democráticos alemanes. Se escapan algunos flecos, como la equiparación entre las uniones civiles entre personas del mismo sexo y los matrimonios tradicionales. El 74% de los alemanes la apoya y a Merkel no le gusta contradecir a mayorías tan amplias, pero de momento prefiere no enfrentarse al ala más conservadora de su partido. Si, como esperan los expertos, el Constitucional la obliga a legislar dicha equiparación, Merkel quedará en la memoria de ese 74% como la canciller que aplicó la reforma. Ante sus críticos, podrá decir que solo lo hizo obligada por la más alta instancia legal del país. Nadar y guardar la ropa, como ganar elecciones, es una especialidad de Merkel.
La canciller encarna ese justo medio que los ciudadanos de la primera economía de Europa quieren para su país. Esta cualidad la ha alzado a cotas de poder pocas veces vistas en la Alemania democrática. Aprecian lo espectacular de lo poco espectacular que argumente su poder en el realismo contable del que va a hacer la compra al súper.
Merkel se pone en escena como una persona sencilla, una alemana más. La doctora en Física no lo es, obviamente, ni por educación ni por biografía. Pero es auténtica en algunas de las cualidades que se asocian con la llaneza de ama de casa que ella propugna como modelo de austeridad racional. Merkel va a la compra. Merkel acepta la autoridad de los jueces del Constitucional. Merkel es divorciada y entiende los diversos modelos de familia. Merkel defiende los intereses alemanes en Bruselas sin renegar del europeísmo. Seduce a Alemania con estos rasgos.
También este domingo, se hundió en Hesse, una coalición entre democristianos y liberales análoga a la suya. En el land de la gran banca alemana y del BCE se perfila una gran coalición para solucionar el empate entre el centroderecha y el centroizquierda. Más consenso, pero también menos poder regional de los democristianos.
La canciller augura “cuatro años buenos” a su país, pero sabe que vienen curvas cerradas en Europa y socavones en Alemania. En Berlín se dice que no se presentará para un cuarto mandato. Abróchense los cinturones para el último tercio de la era merkeliana.
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