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La violencia amenaza el proceso de paz en Filipinas

Los rebeldes musulmanes del MNLF se enfrentan al Ejército en la ciudad de Zamboanga La crisis ha desplazado a 70.000 vecinos y ha paralizado prácticamente la actividad económica

Soldados filipinos toman posiciones durante los enfrentamientos con los rebeldes musulmanes en Zamboanga.
Soldados filipinos toman posiciones durante los enfrentamientos con los rebeldes musulmanes en Zamboanga.DENNIS M. SABANGAN (EFE)

La violencia que desde hace más de una semana vive el Sur de Filipinas amenaza con frenar el proceso de paz histórico, acordado con los rebeldes musulmanes en octubre del año pasado. Las fuerzas de seguridad han matado o capturado a un centenar de guerrilleros que han tomado rehenes, incendiado cientos de viviendas y paralizado buena parte de la actividad económica en la ciudad portuaria de Zamboanga, unos 850 kilómetros al sur de Manila.

Rebeldes del Frente Moro de Liberación Nacional (MNLF, en sus siglas en inglés) fuertemente armados entraron en los barrios costeros de Zamboanga, con objeto de sabotear las conversaciones de paz entre el Gobierno y un grupo rebelde rival -el Frente Islámico Moro de Liberación (MILF, en sus siglas en inglés)-, destinadas a poner fin a cuatro décadas de conflicto, porque se sienten dejados de lado en el proceso.

Helicópteros del Ejército han lanzado este lunes un asalto contra los revolucionarios del MNLF, que han utilizado escudos civiles, según informa France Presse. Fuentes militares citadas por la agencia señalan que alrededor de 100 guerrilleros continúan enfrentados con el Ejército en dos pueblos costeros, ocho días después de que invadieran Zamboanga –una ciudad casi de un millón de habitantes- para reivindicar sus reclamaciones independentistas. Los militares afirman que se encuentran muy cerca de la victoria, tras haber tomado algunas posiciones de los insurgentes durante el fin de semana. Al menos 51 rebeldes han resultado muertos y cerca de 50 han sido capturados, la mayoría mientras intentaban escapar tras haber cambiado sus uniformes de camuflaje por ropas civiles, según las autoridades. Seis policías y soldados, y cuatro vecinos, han muerto también en el brote de violencia.

Soldados y policías, respaldados por helicópteros y lanchas armadas, rodearon inicialmente a los rebeldes, mientras representantes del Gobierno intentaban convencerles de que liberaran a los rehenes y se rindieran. Pero las fuerzas de seguridad decidieron atacar el viernes pasado después de que los guerrilleros comenzaran a incendiar viviendas y dispararan morteros, que hirieron a varios trabajadores de la Cruz Roja, según ha declarado el teniente coronel Ramón Zagala, portavoz del Ejército, informa Associated Press. Los rebeldes, que llegaron el lunes pasado en barco desde otras islas, intentaron plantar una bandera independentista en el ayuntamiento de Zamboanga. Al no lograrlo, decidieron tomar más de 100 rehenes como escudos humanos.

La crisis ha desplazado a casi 70.000 vecinos y ha paralizado prácticamente la actividad en Zamboanga, después de que las autoridades cerraran su aeropuerto internacional, suspendieran el servicio de barcos transbordadores y clausuraran escuelas y oficinas.

El MNLF, liderado por su fundador, Nur Misuari, selló un acuerdo de paz con el Gobierno en 1996. Ese pacto condujo al establecimiento de una región autónoma en Mindanao, pero los guerrilleros no depusieron sus armas y más tarde acusaron a Manila de incumplir la promesa de desarrollar las regiones musulmanas en el Sur -durante mucho tiempo abandonadas-, en este país predominantemente católico. El propio presidente de Filipinas, Benigno Aquino, ha reconocido que el establecimiento de dicha región autónoma en Mindanao fue un “experimento fallido”, debido a la corrupción rampante y la pobreza.

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Mientras tanto, en octubre pasado, el Gobierno y el Frente Islámico Moro de Liberación (MILF) -el mayor grupo rebelde musulmán de Filipinas- alcanzaron un acuerdo histórico para poner fin a más de 40 años de un conflicto que se ha cobrado la vida de 150.000 personas. El pacto fijó el marco para acabar con el movimiento insurgente, que implicaba el abandono por parte de los 12.000 miembros del MILF de la lucha por la creación de un Estado independiente en Mindanao a cambio del establecimiento de una región autónoma, una importante cuota de poder y el reparto de la riqueza en esta región del sur del país, con el objetivo de lograr un pacto de paz definitivo para 2016. La nueva región autónoma -Bangsamoro (el nombre dado por las tribus Moro a su tierra natal)- sustituiría a la acordada en 1996.

La crisis actual ha minado las esperanzas de lograr una solución pacífica duradera en esta zona rica en recursos naturales, y ha expuesto al Gobierno de Aquino a críticas por haber subestimado el papel de algunas facciones musulmanas rebeldes, que se sienten dejadas de lado en el acuerdo de paz alcanzado entre el MILF y Manila. El MNLF llevó a cabo un ataque contra Zamboanga similar al de ahora en 2001.

Los grupos rebeldes musulmanes llevan luchando desde la década de 1970 por la independencia plena o la autonomía en Mindanao, que consideran su tierra natal antes de la llegada de los colonizadores españoles en el siglo XVI. Los entre cuatro y nueve millones de musulmanes que se estima que viven en Mindanao son ahora minoría tras años de inmigración católica. En la nueva región autónoma, serán mayoría.

El largo conflicto ha sumido muchas zonas de Mindanao –una región fértil y rica en recursos minerales- en la pobreza profunda. También ha provocado una proliferación de armas ilegales, clanes políticos y señores de la guerra, que se disputan distintas regiones, mientras grupos separatistas islámicos se han hecho fuertes en algunas áreas.

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