“Alá hará que se cumpla la venganza”
Los manifestantes partidarios de Morsi dicen no tener miedo Han perdido ya la cuenta de fallecidos desde que se consumara el golpe de Estado
Cuando han comenzado los disparos, se han quedado en la plaza. Desafiantes, dicen no tener miedo. Al fin y al cabo han perdido ya la cuenta de fallecidos desde que se consumara el golpe de Estado. Las matanzas son cada vez mayores, y la última, el miércoles, se cobró más de 600 vidas. No tienen miedo. Y si lo sienten, no lo muestran. Una mezquita aledaña se ha convertido en morgue improvisada, como ha pasado en distintos puntos de El Cairo en los pasados días. Por la tarde han pasado por ella 38 cuerpos, según han dicho varios testigos, y los médicos han tratado a los heridos que llegaban con disparos en el cuello y la espalda. En el caos, nadie podía saber quién había abierto fuego, pero a lo lejos, cortinas del humo de los gases lacrimógenos revelan la presencia del Ejército o la policía.
"Alá hará que se cumpla nuestra venganza", ha dicho el jeque Salah Sultan a través de los altavoces de la mezquita de Al Fatá, en esa plaza, la de Ramsés, en el centro de El Cairo, antes del rezo del viernes. "Oh, Alá, nos están matando a diario. Lo he visto con mis propios ojos. Oh Alá, vi a una niña de cinco años asesinada. He visto cabezas abiertas, con balas en su interior. Sangre por doquier. He visto cuerpos calcinados. Alá, tú eres poderoso, nosotros somos demasiados débiles", ha añadido. El final del rezo era la hora marcada por los Hermanos Musulmanes para comenzar las marchas hacia esa plaza. Tras las oraciones, la multitud ha estallado en un gran grito de desafío al Gobierno del golpe, y a los militares que han tomado las riendas de la nación.
Los miles de islamistas congregados señalaban nerviosamente a lo alto de los edificios de alrededor de la plaza. Ante cualquier persona que se asomara a los balcones, ventanas o terrazas, gritaban "francotirador". Pero no huían. Se mantenían en sus puestos. Cientos de personas se han concentrado en lo alto del puente del 6 de Octubre, que atraviesa la plaza. Cuando han oido los disparos y han visto a los soldados acercarse, armados, algunos de ellos han saltado desde una altura de al menos siete metros, cayendo al suelo cuando se escuchaban las primeras ráfagas, disparadas al aire.
Es difícil saber quién ha disparado primero. Además de los uniformados, había varios grupos de paisano, armados, disparando desde cierta lejanía contra los islamistas y, esporádicamente contra varios periodistas congregados junto al puente. El Gobierno ha dicho en un comunicado que muchos islamistas han acudido a las marchas armados con fusiles. Al fotógrafo Joel Silva, del diario brasileño Folha de Sao Paulo, le han disparado y le han herido en la cabeza mientras cubría la concentración. El Ejército ha bloqueado además varios accesos a Ramsés y a la plaza de Tahrir, icónico epicentro de las revueltas de 2011 contra Hosni Mubarak.
Muchos islamistas han expresado su voluntad de llegar hasta ella para seguir allí su protesta, algo que las Fuerzas Armadas se han propueston evitar a toda costa. "Nuestro movimiento crece por días, cada vez somos más fuertes, se ve en las concentraciones de gente", dice Mohamed Zanedin, de 57 años. "Llegar a Tahrir demostraría que luchamos realmente la continuación de la revolución de 2011, cuando acabamos con el dictador. Nosotros representamos la verdadera democracia".
Los cuerpos han llegado, desde diversos puntos de la plaza, durante toda la tarde a la mezquita. Allí han sido recibidos y cubiertos con alfombras o sábanas. Por los altavoces se pedían ventiladores y bloques de hielo para evitar la descomposición de los cadáveres. Se ha identificado a los fallecidos por sus documentos o a través de sus amigos, y se ha intentado contactar con sus familias. No se les ha mantenido en el templo, por temor a que este se convirtiera en objetivo, de nuevo, de los soldados, como pasó con la mezquita de Al Imam, en Ciudad Nasser, asaltada y desalojada por las fuerzas de seguridad en la madrugada del jueves.
"No tengo miedo, nadie puede detenerme, porque lo máximo que puede pasar es que pierda mi vida, y es el mayor sacrificio que puedo hacer por Alá", asegura, con gran calma en medio del caos, Mohamed Mustafa, de 19 años, resumiendo el sentir de muchos de los islamistas congregados en la plaza de Ramsés.
"Vendrán con armas y nos dispararán como han hecho desde el golpe, pero no pueden acallarnos. Estamos aquí para defender la democracia, a un presidente que elegimos por las urnas. Estoy aquí para defender mi voto", añade.
"Yo también estoy dispuesto a morir", proclama junto a él Mohamed Atef, de 24 años. "No lucharemos con armas, como ellos, simplemente nos mantendremos en las calles defendiendo la legitimidad democrática".
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