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El Asad se inflama de triunfalismo

El presidente sirio alienta a su Ejército a redoblar la ofensiva contra los rebeldes tras los recientes avances militares en bastiones clave como Qusair y Homs

Foto: atlas | Vídeo: ATLAS / SANA / HANDOUT (EFE)

Reforzado por sus recientes avances sobre el terreno; con el apoyo firme de Rusia, Irán y la milicia chií Hezbolá, y ante la lenta reacción de la Casa Blanca frente al conflicto, el presidente de Siria, Bachar el Asad, dijo ayer que está más convencido que nunca de que la victoria está al alcance de la mano, después de 28 meses de una guerra civil en la que han fallecido más de 100.000 personas y durante la cual han huido del país 1,8 millones de sirios. Tras la simbólica toma de Qusair en junio, las fuerzas leales al régimen han ganado terreno recientemente en la ciudad de Homs, uno de los feudos rebeldes, además de en las inmediaciones de Damasco, la capital.

 “Si no estuviéramos seguros de que vamos a ganar en Siria, no habríamos tenido la capacidad de resistir y la capacidad de seguir luchando durante más de dos años contra el enemigo”, dijo El Asad ayer en Damasco, en la celebración del día de las Fuerzas Armadas sirias, según la agencia oficial de noticias Sana. “Habéis mostrado al mundo entero que la presión y las conspiraciones, sin que importe cuán duras y variadas sean, solo os darán más determinación para enfrentaros a estos desafíos”, añadió, dirigiéndose a sus soldados. El Asad ha anunciado que se presentará a la reelección en los comicios que se prevé que tengan lugar en 2014.

Después de un mes de intensa lucha, el Ejército regular sirio dijo el lunes que ha retomado el control de Jalidiya, un barrio estratégico en el norte de Homs. Esa ciudad es una de las plazas fuertes de los rebeldes, que la han bautizado como “la capital de la revolución”. Las tropas de El Asad, apoyadas por milicianos de Hezbolá, buscan ampliar y reforzar un pasaje seguro desde Damasco a la costa mediterránea septentrional, refugio de la minoría alauí, a la que pertenecen el presidente y su familia. Los rebeldes siguen manteniendo el control de gran parte de Homs, sobre todo en el casco antiguo.

El jueves, un ataque rebelde con un cohete alcanzó un arsenal de armamento en el distrito de Wadi al Zahab, en una zona de Homs controlada por milicias afines al Gobierno, y provocó una explosión en la que murieron al menos 40 personas, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

Tras más de dos años de guerra, en las filas de la oposición armada se han infiltrado numerosas células yihadistas, que han protagonizado enfrentamientos entre ellas y contra las facciones moderadas, aglutinadas en el llamado Ejército Libre Sirio. La tensión interna en esa amalgama opositora aumentó notablemente cuando a mediados de julio un grupo vinculado a Al Qaeda, denominado el Estado Islámico de Irak y el Levante, mató a Kamal Hamami, miembro del consejo supremo del Ejército Libre Sirio.

“Siria está luchando contra el terrorismo en nombre del resto del mundo”, dijo ayer a la televisión pública el ministro de Defensa de El Asad, general Fahd Yasem al Freij, haciéndose eco de un argumento muy repetido por su Gobierno, que trata frecuentemente de apelar a las reservas que sienten Estados Unidos y sus aliados a la hora de armar o apoyar militarmente a los rebeldes, sobre todo por la infiltración de radicales en el campo opositor.

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Según opina Elizabeth O’Bagy, analista en el Instituto para el Estudio de la Guerra, en Washington, “las luchas internas en el campo opositor, y la infiltración de Al Qaeda, han ayudado notablemente al Gobierno”. “Ese es el motivo por el cual la oposición no solo está falta de un apoyo internacional más decisivo, sino además no ha ganado más popularidad entre la propia población civil siria”, añade.

Después de meses de evasivas, el Gobierno sirio finalmente ha dado permiso a tres inspectores de las Naciones Unidas para que entren en Siria para investigar sobre el terreno si se emplearon armas químicas en tres puntos diferentes del país. La ONU solo ha revelado uno de ellos: Jan al Asal, en la provincia de Alepo, donde un ataque el 19 de marzo provocó la asfixia a numerosas personas, una treintena de las cuales falleció. “La misión viajará a Siria tan pronto como le sea posible para investigar de forma simultánea tres incidentes”, dijo el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, en un comunicado.

Fue la convicción de que el régimen usó varias veces armas químicas, entre ellas gas sarín, lo que llevó al presidente norteamericano, Barack Obama, a anunciar en junio que armará a los rebeldes sirios. Desde entonces, el plan ha sido aprobado por varios comités del Capitolio, pero el Gobierno estadounidense no ha avanzado plazos ni más detalles que el hecho de que las armas que se entreguen serán ligeras. En una carta enviada el mes pasado al Capitolio, el jefe del Estado Mayor Conjunto de EE UU, general Martin Dempsey, dijo que una intervención militar en Siria tendría costes muy elevados y no ofrecería de antemano garantías de poder cambiar el curso de la guerra.

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