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El presidente chino consiente a su amigo de Centroamérica

Xi Jinping reitera su amistad y promete proyectos de cooperación en Costa Rica, su único aliado formal en la región

La presidenta de Costa Rica recibe al presidente chino.
La presidenta de Costa Rica recibe al presidente chino. J. Arguedas (EFE)

La promesa de proyectos de cooperación en infraestructura, energía, medio ambiente y seguridad ha sido el resultado de la visita del presidente de China, Xi Jinping, a una Costa Rica que le sirve como puerto para aumentar su presencia en Centroamérica, una región subdesarrollada pero de alto valor estratégico en los mapas.

Durante una jornada que hizo colapsar el tránsito en la capital costarricense y que recordó la visita de Barack Obama hace solo un mes, Xi y su popular esposa, Peng Liyuan, interpretaron su papel de amigo gigante para una pequeña Costa Rica que también intenta sacar provecho a su papel de interlocutor regional y ventaja al gran mercado de consumo chino. Esta era la segunda visita de un presidente de la segunda economía mundial al país en los últimos cinco años, después del establecimiento de relaciones bilaterales entre los Gobiernos de Óscar Arias y Hu Jintao, en el verano de 2007.

En las carpetas del Gobierno de Laura Chinchilla quedan firmados documentos que supondrán la donación de una nueva academia policial valorada en 30 millones de dólares, la construcción de una carretera nueva que comunique la capital con el puerto de Limón (Caribe), el principal del país, y el establecimiento de una refinería de petróleo con capital público de ambos países, un proyecto que ha sido cuestionado por considerar que deja pocos beneficios a la población costarricense. Incluso el candidato presidencial oficialista, Johnny Araya, consideró que las dudas son “razonables”.

Esta refinería se construirá mediante una nueva empresa pública llamada Soresco, conformada con dinero de la China National Petroleum Corporation (CNPC) y la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope). De los 1.500 millones de dólares de costo total aproximado, el Banco Chino de Desarrollo financiará 900 millones. Las autoridades costarricenses lo califican como “un seguro de vida” para tiempos de crisis petrolera, aunque Recope no ha sabido precisar aún el ahorro que supondrá en la factura de materia base para carburantes.

Algunos analistas locales opinan que Pekín tiene especial interés en el proyecto, puesto que supondría la posibilidad de procesar en pleno centro de América el petróleo que recibe de Venezuela.

Los negocios petroleros ocupan buena parte de la agenda a pesar de la intención de Costa Rica de reducir su consumo y evolucionar hacia fuentes limpias. Para eso se incluyó también un programa de financiación chino para 50.000 paneles solares en Costa Rica y el proyecto para comenzar la sustitución de una parte del transporte público, para que autobuses y taxis funcionen con energías menos contaminantes.

Este es el modelo que Xi y Chinchilla consideran ideal para fomentar la cooperación entre dos países de tamaños tan diferentes, aunque insistieron en ubicarse ambos en la categoría de “naciones en vías de desarrollo”. Así pretende China potenciar su presencia en una Centroamérica donde ya tiene oficinas de comercio pero no embajadas porque Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Panamá poseen relaciones diplomáticas con Taiwán. Sin embargo, eso no obstaculiza los negocios y el comercio con Pekín: recientemente, el Gobierno de Daniel Ortega anunció su plan de construir un canal interoceánico en alianza con una empresa privada de origen chino.

 El resto de la jornada fue protocolo y buenas palabras, antes de que Xi partiera rumbo a México, como parte de su primera gira a América Latina, solo tres meses después de asumir el poder. Xi visitó a los diputados y una familia “típica” costarricense, cuidadosamente escogida por las autoridades del país. La mandataria Laura Chinchilla no mencionó si pidió apoyo a Xi para la entrada en vigor del Tratado de Armas firmado hoy en Naciones Unidas, del cual Costa Rica fue impulsora pese al escepticismo de potencias como China. De las conversaciones también quedaron excluidos temas controvertidos como los derechos humanos, una mancha en el desarrollo chino de los últimos 30 años y una bandera de la política exterior costarricense.

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