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La República de los escándalos

En Francia se acumulan los casos de corrupción y minan la credibilidad de la clase política

El presidente francés, François Hollande (izq.) charla con Jerome Cahuzac, exministro del Presupuesto, en una foto de archivo.
El presidente francés, François Hollande (izq.) charla con Jerome Cahuzac, exministro del Presupuesto, en una foto de archivo.REUTERS

Jacques Chirac acabó su carrera política convertido en el primer presidente de la República condenado. Llegó Nicolas Sarkozy y prometió una República irreprochable. Tras fracasar de forma miserable en el intento, el socialista François Hollande ofreció a los franceses una República ejemplar. Unos meses después, tuvo que destituir a su ministro de Hacienda porque este confesó que tenía una cuenta secreta en Suiza. Los años van pasando, y los escándalos siguen afectando a la cúpula del Estado francés y extendiéndose por todos los estratos de la clase —o la casta— política. Igual que no hay mañana sin baguette, en Francia —como en Italia o España— no hay día sin escándalo, procesamiento, condena, imputación o arresto.

Las últimas novedades son de este domingo. En una entrevista al Journal du Dimanche, Bernard Tapie, exactor, exministro socialista, millonario y amigo de Sarkozy, declara que “si se demuestra que hubo componendas en el arbitraje privado” que obligó al Estado a pagarle 403 millones de euros en 2008, está dispuesto a “reembolsar el dinero”.

Por su parte, Jean-François Copé, líder del principal grupo de oposición, la UMP, pedía disculpas por las nuevas acusaciones de irregularidades y fraude —tras su agitada elección del otoño pasado— que están marcando las primarias para la alcaldía de París, y afirmaba: “En la UMP estamos aprendiendo las reglas de la democracia. Es una cosa bastante nueva”.

En las últimas semanas, mientras Hollande se esforzaba por reconducir la relación con la canciller Angela Merkel y el desempleo batía nuevos récords (ya hay 900.000 jóvenes sin empleo), el fango no ha dejado de brotar por las alcantarillas. Estos son los casos más destacados.

» Escándalo Tapie. Hay dos investigaciones penales en marcha. Una depende de la Corte de Justicia de la República (CJR) porque afecta a Christine Lagarde, exministra de Economía de Sarkozy cuando sucedieron los hechos y hoy directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Tras declarar durante 22 horas ante los jueces, Lagarde logró hace diez días evitar una imputación que parecía cantada por “complicidad en falsedad y en malversación de fondos públicos”. Fue declarada testigo asistido. La salomónica decisión judicial —deseada por el Gobierno socialista para no provocar un nuevo escándalo francés en la cúpula del FMI—, da aire y tiempo a Lagarde para evitar su cese en el organismo, pero no equivale a una bula. Si aparecen nuevos indicios, podría ser imputada.

En la otra investigación, la no ministerial, están implicados numerosos altos funcionarios y colaboradores de Lagarde, de su mentor, Sarkozy, y del propio Tapie. Sarkozy es inmune ante la justicia por los delitos cometidos cuando era presidente, aunque los indicios señalan que fueron él y su mano derecha, Claude Guéant, quienes promovieron el arbitraje privado aprobado por Lagarde para zanjar el largo contencioso que Tapie mantenía con el banco quebrado Crédit Lyonnais por la reventa de Adidas en 1993. Esta semana, el caso ha dado un salto cualitativo con la detención del abogado de Tapie y de uno de los tres árbitros privados que dictaron la resolución. La imputación —”estafa en banda organizada— promete que el culebrón más largo de la República vivirá emociones fuertes en los próximos días.

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» Escándalos Karachi y Gadafi. El primero es otro clásico republicano: data de 1995. El segundo es más reciente: en 2009, Muamar el Gadafi acusó a Sarkozy de haber recibido al menos 50 millones de euros de Libia para su campaña electoral de 2007, acusación que el líder conservador galo calificó como “grotesca”. El lazo de unión entre ambos casos es un turbio personaje franco-libanés llamado Ziad Takkiedine. Traficante de armas, hacedor de contratos y porteador de comisiones. Trabajó en la sombra para los Gobiernos franceses durante al menos dos décadas. Esta semana ha sido arrestado cuando preparaba su fuga con un pasaporte diplomático falso de la República Dominicana, adquirido a cambio de 200.000 dólares, y ahora está en prisión preventiva acusado de corrupción de funcionarios públicos extranjeros, estafa y fraude fiscal. Un general del ejército dominicano está también encausado, lo que podría abrir un conflicto entre los dos países.

Takkiedine tiene una historia judicial que da miedo. Fue imputado por corrupción en el caso Karachi por mediar en la venta de submarinos y fragatas a Pakistán y Arabia Saudí, un contrato firmado en 1994 y valorado en varios miles de millones de euros. Y está acusado de financiación ilegal porque se sabe que acarreó las comisiones de los contratos en maletas llenas de dinero que ayudaron a sufragar la campaña del ex primer ministro Edouard Balladur en 1995. La investigación se abrió tras la denuncia de las familias de las víctimas de un atentado, cometido en Karachi en 2002, que causó la muerte a once trabajadores de la industria naval francesa. La justicia requisó los bienes de Takkiedine y le prohibió salir del país. En 2011, el traficante ya fue arrestado en el aeropuerto Charles de Gaulle de París cuando llegaba de Trípoli (Libia) con otra maleta forrada: 1,5 millones de euros. Acusado de blanqueo y corrupción, aseguró a los magistrados que tenía en su poder los elementos que probarían que Gadafi pagó a Sarkozy. Que se sepa, aún no los ha enseñado.

» Caso Bettencourt. El mayor pufo de la presidencia anterior sigue dando titulares. Tras la imputación del expresidente por abusar de la debilidad de la anciana Liliane Bettencourt, dueña del imperio L'Oréal, y el archivo de los cargos contra su exministro de Trabajo, Eric Woerth, doce abogados defensores han solicitado a la Fiscalía que aparte del caso al instructor del proceso, Jean-Michel Gentil. Según los letrados, este abrió la causa basándose en el informe pericial de una doctora que era amiga íntima del juez y que examinó a Bettencourt superficialmente. Si la petición prospera, el caso dará un nuevo giro de 180 grados.

» Caso UBS. Tres jueces de París decidieron imputar el viernes a la filial francesa de la Unión de Bancos Suizos (UBS) por complicidad en gestión ilícita. El auto afirma que el banco creó un "sistema comercial y de evasión fiscal" cuyo objetivo era captar grandes fortunas en el Hexágono para que depositaran su patrimonio en Suiza. La acusación formal llega después de que tres directivos franceses fueran imputados por haber montado entre 2004 y 2012 una red que rastreó a miles de clientes potenciales y que captó a más de 300 millonarios tras invitarlos a fiestas y eventos deportivos patrocinados por el propio banco. La cantidad evadida superaría, según Hacienda, los 850 millones de euros.

La investigación, que ha incluido redadas en las sucursales de Lyon, Estrasburgo, Burdeos y París, se abrió el año pasado gracias a un aviso del regulador bancario ACP, que recibió una filtración anónima de varios exempleados de la entidad. Dos de ellos han dado la cara en público, y sostienen que el venerable banco funcionó en Francia como una "sistemática red de blanqueo y fraude fiscal". Los arrepentidos aseguran que comerciales y directivos de los dos países cobraban bonos a finales de año por abrir cuentas secretas. Uno de los clientes era Jérôme Cahuzac, el exministro de Hacienda socialista, que trasladó sus fondos a Singapur en 2010. Otro caso llamativo es el de Pascal Brun, un carnicero que ganó 28 millones a la Loto en 2004 y al que UBS contactó tras ver su nombre en la prensa.

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