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El pacto con Silvio Berlusconi socava al centroizquierda italiano

La alianza del Partido Democrático con su principal rival deja cautivo al Gobierno de Letta Il Cavaliere marca el paso al Gobierno para defender sus intereses

El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, en un mitin de apoyo a su candidato a la alcaldía de Roma
El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, en un mitin de apoyo a su candidato a la alcaldía de RomaAlessandro Bianchi (REUTERS)

Durante los últimos años, el principal y prácticamente único sueño de la izquierda italiana era acabar con Silvio Berlusconi y, sobre todo, con su forma fullera de gobernar Italia, aquello que se vino en llamar berlusconismo. Hace justo un mes, la decisión del Partido Democrático (PD) de aceptar un acuerdo de Gobierno con el dueño del Pueblo de la Libertad (PDL) suponía de facto el abandono de aquella legítima aspiración, pero las circunstancias en que se produjo el pacto —tras dos meses de absoluto bloqueo político e institucional solventado a la desesperada con la reelección de Giorgio Napolitano como presidente de la República— puso sordina a la gravedad de la decisión.

Ahora ya se tienen datos para asegurar que el abrazo de Berlusconi al PD está siendo más dañino de lo que presagiaban los más pesimistas. El problema ya no es solo que el gobierno del progresista Enrico Letta viva cautivo de los intereses particulares de Berlusconi, sino que el centroizquierda se ha convertido en el enfermero de lujo de la salud política y hasta de la libertad de su, hasta ahora, principal enemigo político.

El problema ya no es solo que el gobierno del socialdemócrata Enrico Letta viva cautivo de los intereses particulares de Silvio Berlusconi, sino que el centroizquierda italiano se ha convertido en el enfermero de lujo de la salud política y hasta de la libertad de su, hasta ahora, principal enemigo político

Hace unas cuantas noches se produjo en el programa de la RAI Porta a Porta que conduce Bruno Vespa, un veterano periodista muy amigo de Berlusconi, un triste espectáculo muy significativo. Se debatía sobre la ilegibilidad o no de Berlusconi. Existe en Italia una ley de 1957 que impide de forma muy clara participar en política a quienes posean concesiones de servicios públicos. Berlusconi lleva 19 años en política, se ha presentado a seis elecciones generales y ha sido tres veces primer ministro —el primer ministro más procesado de Europa— mientras explotaba, económica y políticamente, sus canales de televisión concedidos por el Estado. Durante todo este tiempo, ya estuviese en el Gobierno o en la oposición, el PD ha hecho la vista gorda ante una situación a todas luces irregular. El porqué es un misterio. Uno más de los infinitos misterios italianos. Pero ahora, justo ahora que el PD y el PDL comparten el Gobierno, el Movimiento 5 Estrellas (M5S) del populista Beppe Grillo quiere aprovechar su presencia en el Parlamento para que los partidos se pronuncien sobre si el político y magnate puede ser a la vez senador y dueño de un imperio mediático. El caso es que, durante una entrevista en Avvenire, el diario de los obispos italianos, Luigi Zanda, el jefe del grupo del PD en el Senado, se mostró partidario de la ilegibilidad de Berlusconi.

En el plató de Bruno Vespa estaban esa noche, sentados uno junto al otro, el senador Luigi Zanda y Renato Brunetta, ministro de Administración Pública e Innovación, jefe de los diputados del PDL y, sobre todo, íntimo colaborador de Berlusconi. Qué bronca le echó Bruneta al progresista Zanda en pleno programa de televisión por pedir la ilegibilidad de su jefe… Pero, sobre todo, qué manera de plegar velas del diputado del PD, que hasta colorado se puso, justificando su declaración como “una opinión exclusivamente personal”. “¿Cómo puede permitirse el jefe de los diputados del PD?”, se crecía Brunetta al ver que su rival y sin embargo socio se achantaba, “¿expresar una opinión personal contra Berlusconi que puede poner en peligro el Gobierno?”. En aquellos minutos de televisión, sin duda tristísimos para muchos votantes del PD, volvieron a quedar meridianamente claras dos cuestiones. La primera es que para mantener a Letta al frente del Gobierno, el centroizquierda tendrá que tragar con cuantas ruedas de molino decida el PDL. La segunda es que el PDL —como ya hizo en noviembre de 2011 con el Gobierno de Mario Monti— mantendrá su apoyo a Letta hasta el momento justo que le interese a Berlusconi.

El abrazo del ex primer ministro italiano al PD está siendo más dañino de lo que presagiaban los más pesimistas

Hay todavía una tercera cuestión. ¿Hasta cuándo le interesará a Berlusconi? La respuesta puede estar más clara y más próxima de lo que parece. En parte oculta por las repercusiones mediáticas del caso Ruby —la fiscal de Milán Ilda Boccassini pidió hace unos días seis años de prisión y la inhabilitación perpetua de Berlusconi por abuso de poder e inducción a la prostitución de menores—, esta semana se ha publicado el texto de la condena en segunda instancia al exjefe de Gobierno por el caso Mediaset. Lo más importante políticamente no son ya los cuatro años de cárcel —que se quedarían reducidos a uno— ni los cinco años de inhabilitación. Lo más importante es que, a lo largo de los 190 folios que justifican la condena, se dice, por ejemplo: “Hay que considerar la particular capacidad para delinquir demostrada en el diseño de un complejo mecanismo fraudulento ramificado en infinitos paraísos fiscales. Ha supuesto para el imputado una inmensa disponibilidad económica en el extranjero dañina para el Estado y también para Mediaset”. Los jueces también llaman la atención sobre un hecho principal: Berlusconi delinquía de una forma “científica y sistemática” mientras desempeñaba el cargo de primer ministro de Italia. Como era de esperar, el PD no se ha pronunciado sobre unos hechos de extrema gravedad.

Tampoco lo hizo sobre la petición de la fiscal en el caso Ruby ni ha puesto el grito en el cielo cuando, lejos de cumplir con la promesa hecha al presidente Napolitano, los diputados y senadores de Berlusconi se muestran más preocupados por modificar la legislación para recortar las penas a quienes colaboren con la Mafia —ya hay algún que otro amigo íntimo de Berlusconi condenado por el asunto— que en reformar la actual ley electoral, principal culpable de la ingobernabilidad del país, o sacar adelante proyectos para atenuar la grave situación económica que padece Italia… La cuestión es que en las manos del PD ya no está solo la ilegibilidad de Berlusconi sino también el futuro del centroizquierda. El día que el político y magnate decida retirar el apoyo al Gobierno e ir a unas nuevas elecciones, ¿con qué discurso se presentará el PD ante unos electores a los que, hace solo unos meses, prometió jubilar para siempre a Il Cavaliere y a su manera fullera de hacer política?

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