_
_
_
_

Mutilaciones y canibalismo en la barbarie de la guerra siria

Indignación por un vídeo en el que un rebelde sirio muerde el corazón de un soldado caído

Soldados del Ejército sirio entran en una casa en Dumaina, al oeste, este lunes.
Soldados del Ejército sirio entran en una casa en Dumaina, al oeste, este lunes. JOSEPH EID (AFP)

Es ya una de las imágenes más cruentas de un conflicto que dura más de dos años y ha dejado a Siria en estado agónico. Un miliciano rebelde, en una fosa, se abalanza sobre el cuerpo de un soldado del Ejército gubernamental y, con un machete, le abre el pecho y extrae de él, sin perder el aplomo, el corazón y el hígado. De fondo, se oye: “Que dios te bendiga, Abu Sakar, parece que estés dibujando sobre él un corazón de amor”. El miliciano se dirige a la cámara y dice: “Le juro a dios, soldados de Bachar perros, comeremos vuestros corazones e hígados. Alá es grande. Mis héroes de Bab Amro, masacrad a los alauíes y sacadles los corazones para coméroslos”.

En un momento en el que las facciones mayoritarias de la oposición armada en Siria intentan convencer a Estados Unidos y el resto de potencias occidentales de que les proporcionen de una vez por todas armas para enfrentarse al Gobierno, un vídeo como este hace esa labor más complicada si cabe. Sobre todo, porque pone de relieve las divisiones y la falta de control y disciplina que existe en esa amalgama de milicias, unidas en su oposición al régimen, pero enormemente divididas en sus métodos y planes para Siria, si finalmente logran derrocar a El Asad.

El vídeo fue grabado en la localidad de Qusair, cerca de la frontera con Líbano, el 26 de marzo. Fue difundido en Internet el 12 de mayo, y la organización Human Rights Watch (HRW) ha certificado su autenticidad y la identidad de Sakar, un nombre de guerra al que responde Khalid al Hamad, comandante de una milicia suní que en los pasados meses se ha enfrentado a operativos del grupo libanés chií Hezbolá, que han cruzado la frontera para luchar por El Asad.

“El vídeo muestra un crimen de guerra, sin duda”, explica Peter Bouckaert, director de emergencias de HRW y experto en crisis humanitarias. “Y aún más perturbador que la mutilación en sí misma son las palabras de Abu Sakar, que son extremadamente sectarias. Obviamente, no considera que su enemigo es el Ejército gubernamental, sino la minoría alauí, además de los chiíes, y cree que ambas deben ser masacradas. Dado que también ha habido ataques sectarios por parte del régimen, queda claro que en Siria vemos una tendencia perturbadora: comunidades luchando una contra otra, en lugar de facciones armadas opuestas”, añade.

El Comité Internacional de la Cruz Roja considera, en su manual sobre derecho internacional humanitario consuetudinario, que “la prohibición de las mutilaciones de cadáveres en conflictos armados no internacionales queda cubierta por el crimen de guerra de ‘cometer atrocidades contra la dignidad personal’ bajo el Estatuto de la Corte Penal Internacional”.

Los grupos opositores moderados, que son mayoría, se apresuraron ayer a condenar las imágenes que muestra el vídeo, en el que Sakar llama a los rebeldes a aniquilar a la minoría alauí, que detenta el poder del país. La Coalición Siria, que representa a la oposición política, dijo ayer en un comunicado que “un acto semejante contradice la moral del pueblo sirio, y los valores y principios del Ejército Libre Sirio (ELS). El ELS ha luchado y sigue luchando por la dignidad de todos los sirios que anhelan la libertad”.

El protagonista del vídeo es uno de los fundadores de las brigadas de Farouk, uno de los principales batallones que conforman el propio ELS, aunque el pasado otoño creó su propio grupo, que opera de forma independiente. Del mismo modo actúan otras milicias, de ideología islamista, como el Frente Al Nusra, cuyo fin no es solo derrocar a El Asad, sino instaurar un régimen islámico en Siria.

“La oposición se halla muy dividida, y eso ha facilitado que El Asad se perpetúe en el poder”, opina Moshe Maoz, profesor emérito sobre Oriente Próximo en la universidad hebrea de Jerusalén. “Sus líderes están divididos, y esas fisuras son incluso más grandes en el frente. Las propias milicias pugnan no solo contra El Asad, sino entre ellas mismas por los recursos a su alcance, por la influencia en el conflicto y por el resultado final de este. Eso no quiere decir, como ha defendido el régimen, que todos los opositores sean terroristas”, añade.

Hasta la aparición de este vídeo, parecía que el conflicto no podía dar imágenes más crudas que las ya vistas. En febrero, los opositores denunciaron que el Gobierno lanzó misiles Scud contra centros de población en Alepo, matando a numerosos civiles. Ese mismo mes, un ataque con una sustancia tóxica, también en Alepo, desató acusaciones cruzadas de uso de armas químicas. Hace dos semanas unos mercenarios del Gobierno aniquilaron a al menos 150 personas en las ciudades suníes de Baniyas y Bayda, según varios grupos rebeldes, dejando numerosos cadáveres en las calles. Ayer, el opositor Observatorio Sirio para los Derechos Humanos dijo que la cifra de víctimas del conflicto sirio ya supera las 94.000 personas, en su mayoría civiles, más de 4.700 de ellas niños.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_