La regulación de la prensa enfrenta a la coalición gubernamental británica
Los liberales se alían con los laboristas tras renunciar Cameron a una solución de consenso
La regulación de la prensa británica tras el escándalo de las escuchas ilegales del desaparecido tabloide News of The World divide a la coalición de conservadores y liberal-demócratas que gobierna Reino Unido. El viceprimer ministro Nick Clegg se ha aliado con el laborista Ed Miliband para proponer una cédula real como la que se aplica en la BBC pero con rango de ley para asegurar que los periódicos tengan la obligación de estar regulados. El primer ministro, David Cameron, también defiende una cédula real pero sin rango de ley. Cameron prefiere que sea aceptada de forma voluntaria por los medios para evitar así cualquier interferencia del Estado que pueda limitar, ahora o en el futuro, la libertad de prensa.
Los tres grandes partidos llevan meses buscando un consenso para traducir legalmente las conclusiones sobre la reforma hechas públicas hace ya nueve meses por el juez Leveson. Pero Cameron sorprendió a todos el jueves al romper las conversaciones y anunciar que el lunes llevará sus propias propuestas al parlamento. Liberales y laboristas, que cuentan con el apoyo de algunos conservadores y tienen bastantes posibilidades de hacerse con la mayoría en los Comunes, llevarán también las suyas, presentadas este viernes por sus respectivos líderes.
Además de la diferencia entre una norma respaldada por ley frente a un sistema voluntario, Clegg y Miliband quieren que los periódicos estén obligados a publicar en lugar preeminente sus rectificaciones cuando sus informaciones sean erróneas. Cameron propone un sistema de fuertes multas para penalizar esos casos, pero excluye de ellas a los periódicos que acepten someterse voluntariamente a la cédula real.
Técnicamente se trata de una discusión de fondo sobre si la regulación de la prensa debe ser voluntaria o forzosa. La discrepancia se apoya en ambos casos en las conclusiones del juez Leveson, que pidió un sistema al mismo tiempo independiente, respaldado por ley y voluntario.
Políticamente, el análisis es aún más complejo. Por un lado refleja la ansiedad del primer ministro por no enfrentarse a los grandes barones de la prensa: si hay que regularla por ley, prefiere que sea costa de una derrota parlamentaria que mancharse las manos a través de un consenso en el que no podría imponer su posición.
A eso se añade la creciente fragilidad de la coalición, con tendencia a crecer a medida que se acercan las elecciones generales de la primavera de 2015. Y la propia debilidad de Cameron. Acosado desde dentro y fuera de su partido, su futuro político ha centrado el debate político de estos días en vísperas de la presentación de los presupuestos el próximo miércoles, hasta que la regulación de la prensa se ha convertido en la noticia del día.
Downing Street asegura que las diferencias en torno a las propuestas de reforma de Leveson no van a poner en peligro la coalición. El propio Clegg ha subrayado que él y Cameron siempre han tenido posiciones contrapuestas en ese tema, pero ha expresado también su “decepción y sorpresa” por la maniobra del primer ministro de romper las conversaciones entre los tres partidos y llevar de forma precipitada el asunto a la Cámara de los Comunes. Tan solo tres horas antes del anuncio de Cameron, el jueves, Clegg se había declarado optimista sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo
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