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“El comandante nos dio identidad”

Los seguidores del presidente venezolano se congregan cerca del hospital entre lágrimas El chavismo alaba su legado y grita vivas por toda la capital

Seguidores de Hugo Chávez lloran en las calles de Caracas.
Seguidores de Hugo Chávez lloran en las calles de Caracas.JUAN BARRETO (AFP)

Los chavistas son una masa compacta y uniforme y lo demostraron anoche tras el anuncio de la muerte de su líder. Nadie se fue hasta el Palacio de Miraflores, quizá porque los accesos estaban cerrados. Grupos de simpatizantes caminaron por la avenida San Martín hacia el Hospital Militar, donde se concentraban todos aquellos para quienes Hugo Chávez significó algo o cambió su vida.

Desde esta noche todos ellos le agradecerán por siempre cuán diferentes son de aquellos que alguna vez fueron. Dispuestos en círculos concéntricos frente a la entrada del recinto hospitalario, cientos de chavistas voceaban consignas para honrar la memoria del comandante presidente. Los más radicales gritaban vivas y advertían a la concurrencia: “Chávez vive, la lucha sigue”. Los manifestantes se pasearon por todo el repertorio que siempre gritaron en las concentraciones chavistas, aceleraban sus motocicletas y sonaban sus bocinas afónicas.

Pero al caminar un poco, en los círculos más gruesos de la esfera, sobresalían las caras largas y las lágrimas sentidas. Durante 14 años en el poder, el chavismo organizó marchas festivas y casi delirantes. Eso este martes era un recuerdo. José Holguín, un vecino de la parroquia San Juan, había llegado con un grupo de camaradas a este velorio improvisado. Aunque se notaba tranquilo, la voz se le quebraba al hablar. “Chávez vivirá para siempre”, dijo este hombre que ha sido un beneficiario en todos los sentidos de la burocracia creada por el Gobierno: es estudiante de la Misión Sucre, el programa social que permite obtener una carrera universitaria en menos tiempo que en una universidad tradicional, y egresado de la Misión Ribas, el programa que gradúa bachilleres de forma expedita. De modo que Holguín quiso agradecerle a Chávez todo lo que hoy está a punto de ser: un profesional universitario tomado en cuenta por el sistema.

Una de sus acompañantes, Nadai Bonilla, lo secunda en esa idea que el chavismo ha patentado: “el comandante nos dio identidad, nos enseñó a no vivir equivocados y a ubicarnos en lo que realmente somos. Ahora tenemos patria”. Ella parecía orgullosa de su origen humilde. Ellos eran los más callados. Lucían sin fuerzas para gritar. Vieron en el aguacero vespertino y en la salida de un arcoíris el anuncio de una noticia.

En Venezuela rara vez llueve en marzo. Este martes llovió con una fuerza inusitada poco antes del triste anuncio del vicepresidente Nicolás Maduro. Desde que se supo la noticia, Nadai y José se dirigieron hasta el Hospital Militar. No tenían intención de moverse de allí en lo inmediato. Muy cerca de ellos se apostaron los piquetes de la Guardia Nacional Bolivariana, justo frente a la entrada del Hospital. La fuerza pública ni siquiera permitía la entrada de la feligresía a la capilla de la Esperanza, el pequeño recinto construido por sugerencia de la hija del líder bolivariano, María Gabriela, para que los feligreses oraran por su salud.

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Las camionetas que intentaban entrar al estacionamiento se quedaron varadas entre la multitud. Solo se podía salir caminando. Unos consolaban a otros en su llanto amargo. Un reportero del canal oficial, VTV, palmeaba a una señora que parecía a punto de desvanecerse. Todos tenían conciencia allí de que había muerto un padre.

Y más allá también. En una plaza cercana a los edificios de la Gran Misión Vivienda Venezuela, en la avenida Lecuna, al pie de una gigantesca imagen del rostro de Chávez, sus seguidores miraban al suelo y caminaban con las manos entrelazadas a la espalda. Otras viviendas del programa lucían las banderas de Venezuela a media asta clavadas dentro del afiche que promocionó a Hugo Chávez como candidato en las pasadas elecciones presidenciales. Todo el sentimiento de ellos estaba resumido en una pancarta colgada en el segundo piso de una vivienda frente al Hospital Militar: “Chávez, nuestro libertador del Siglo XXI”.

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