Una agenda marcada por la fatiga
Desde antes del momento de su elección, toda la curia vaticana sabía del delicado estado de salud del cardenal Jospeh Ratzinger
Desde antes del momento de su elección, toda la curia vaticana sabía del delicado estado de salud del cardenal Joseph Ratzinger. Y así desde el primer momento quedó claro que su agenda diaria iba a ser muy diferente a la de su antecesor, quien se dedicaba durante extenuantes jornadas a audiencias y entrevistas. Si Juan Pablo II dividía su jornada en audiencias por la mañana y entrevistas personales por la tarde, Benedicto XVI estableció una agenda menos intensa donde las tareas de gobierno se centraban en las mañanas mientras las tardes las dedicaba al estudio.
Ratzinger dejó claro desde el primer momento a sus colaboradores que no tenía intención de renunciar a uno de sus mayores proyectos intelectuales, la publicación con el objetivo de llegar al gran público de una trilogía sobre la vida de Jesús. El primer libro --donde analiza los discursos de Jesús y la idea de soberanía divina-- lo tenía prácticamente terminado al llegar a la silla de San Pedro. Los otros dos --los dedicados a la Pasión y la infancia respectivamente-- han sido escritos principalmente en su despacho del Palacio Apostólico. Precisamente el último volumen fue presentado las pasadas navidades.
Y aunque ha seguido manteniendo los viajes previstos por su antecesor --y añadido más a la agenda-- , el programa de estos también se ha visto acortado significativamente, tanto en duración como en número de actos. Lo mismo sucede con las vacaciones. Castel Gandolfo le ganó definitivamente la partida a las montañas italianas. Y las largas caminatas de Wojtila fueron sustituidas por sobremesas al piano. De hecho, Georg Ratzinger, hermano del papa y también sacerdote, señaló este lunes que los médicos habían aconsejado al pontífice no realizar más viajes transatlánticos,
La salud de Benedicto XVI también ha influido en la organización de importantes liturgias en el Vaticano. La Misa del Gallo en nochebuena o la Pascua de Resurrección en la medianoche del sábado santo, han sido notablemente adelantadas en los últimos años para evitar una fatiga extrema del pontífice.
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