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Cambio de rasante

Lluís Bassets

Hechos y palabras fácilmente emprenden caminos divergentes. Puede sucederle de nuevo a Obama en su segunda presidencia, como ya le pasó en la primera, sobre todo con sus promesas más célebres, que le valieron el Premio Nobel de la Paz, entre las que se encontraba el cierre de Guantánamo.En la etapa que inauguró solemnemente este pasado lunes, las palabras señalan a un Obama especialmente concentrado en la política interior: la superpotencia dedicada a reparar el mundo y a construir naciones se dedicará ahora a construirse a sí misma, después de declarar que “está terminando una década de guerra” y que “empieza una época de prosperidad”. Atrás quedarán dos guerras, la de Irak y la de Afganistán, y delante, una vez superado el cambio de rasante, el regreso al crecimiento y la expectativa del boom industrial que presagia la explotación del gas de esquisto, la nueva panacea que debe liberar a los americanos de las hipotecas del petróleo árabe.

La guerra de Malí y la toma de rehenes de Argel en primer lugar. Mal puede terminar una década de guerra cuando Al Qaeda extiende sus redes y sus actividades africanas hasta el Atlántico sin que nadie, salvo Estados Unidos, tenga la capacidad para frenar el Afganistán que crece al lado de Europa mientras no se ha apagado todavía el que demanda la atención de la OTAN en Asia. También desde Israel llegan señales de que Washington deberá arremangarse de nuevo en el ahora liquidado proceso de paz: Netanyahu se prepara para gobernar con fuerzas centristas, más proclives a la negociación y al Estado palestino. El primer ministro británico, David Cameron, recordó a todos, Obama incluido, que Europa seguirá siendo un dolor de cabeza, incluso cuando salga de la crisis, porque estarán los euroescépticos dispuestos a modelarla a su gusto o a echarla por la borda. Solo faltaba la amenaza oportunista de Corea del Norte para recordarle a Obama que no hay desentendimiento posible, ni en su grado mínimo.

Dirigir desde atrás es una contradicción en sus términos.

Comentarios

Estimado Bassets, la selva humana es peor que la verdadera selva. Los animales matan para comer y los seres humanos matan por el placer de matar. Los animales no torturan a sus adversarios, simplemente, muestran sus dientes y sus garras como aviso. En fin, espero que en algun momento de la evolución, el homo sapien (el homo canibal) mute a un nuevo homo sapiente.
Si no por mucho repetir una mentira se convierte en verdad, igual ocurre al revés y tanto hablar de una verdad algunos la convierten en mentira. Quiero decir que igual Obama, de tanto negar la realidad se piensa que ha cerrado Guantánamo, como piensa que ya se han cerrado las guerras.
No estoy totalmente de acuerdo Ramon. los animales tambien torturan a otros por diversion antes de comer o al devorar sin matar aun su presa para evitar riesgos innecesarios. Hay documentales bastante brutos que nunca pondran a la hora del postre.-El pobre Obama lo tendra crudo para centrarse en casa; entre Corea del Norte, China con sus islas y los locos de Ala el mundo clama por su atencion, y gratis! Trostki decia que "aunque a ti no te interese la guerra, a la guerra le interesas tu.." al igual que con la politica, no es posible estar al margen; siempre acaba doliendo.
Sr. Bassets: Las políticas de Obama son inteligentes, a largo plazo. Por suerte, es prudente, calmo, sobrio. Nada ganaríamos con un Cameron. Todo será para bien, tal vez ingenuamente así lo creo. Otra cosa: alguien no me deja ingresar en el blog Papeles Perdidos, alguien que me conoce y sabe que he leído muy bien a Vargas Llosa, a quien admiro. Le agradecería su amable intercesión.
EE.UU. rubrica el fin de su imperio, ese del que tanto se habla. Tanto intervencionismo exterior pasará a mejor vida. Con lo poco que les gusta en el interior, dejando mano libre a la economía, hasta que se les echa al cuello. Ahora se invierten los términos. Vuelta a casa para poner en orden los números, y dejar que la mano invisible gobierne el orbe, aunque sea desde atrás.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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