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La oposición egipcia prepara el nuevo pulso con Morsi

Los partidos intentan unirse para vencer a los islamistas en las legislativas, tras la derrota en el referéndum constitucional La Comisión Electoral anuncia que la nueva Constitución fue aprobada con casi el 64% de los votos

Un interventor de Giza muestra un voto nulo en la consulta constitucional.
Un interventor de Giza muestra un voto nulo en la consulta constitucional.Nasser Nasser (AP)

El mensaje de la oposición egipcia tras el referéndum constitucional del sábado ha sido tan claro como desafiante: se ha perdido una batalla, pero la guerra por definir el alma de Egipto continúa. La Comisión Electoral anunció este martes el resultado definitivo de la consulta: la nueva Constitución recibió el apoyo del 63,8% de los votos. La cifra confirma los datos oficiosos ofrecidos el domingo por los Hermanos Musulmanes. La participación en la consulta, celebrada los pasados días 15 y 22, ha sido escasa: apenas el 32,9%.

Las reacciones internacionales no se han hecho esperar. El Gobierno de Estados Unidos ha pedido este martes al presidente Mohamed Morsi que busque el consenso, "zanje divisiones y amplíe el apoyo al proceso político" de transición que vive Egipto. En el mismo sentido se ha pronunciado la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Catherine Ashton, que, tras destacar la escasa participación registrada en la consulta, ha instado a Morsi a "restablecer la confianza en la democracia" y ha apelado al diálogo entre todas las partes.

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A pesar de denunciar “irregularidades generalizadas” en la consulta, los detractores de Morsi ya han empezado a preparar el próximo pulso: las elecciones legislativas, que tendrán lugar aproximadamente de aquí a dos meses. ¿Será capaz la oposición de mantener las filas prietas en un combate que se aventura encarnizado?

Durante estos cinco meses de Gobierno islamista, la oposición no ha pasado de ser un magma amorfo, compuesto solo de sentimientos compartidos y sin un proyecto común. En las manifestaciones multitudinarias contra el decretazo de Morsi se encontraron tres corrientes con sensibilidades muy distintas: los jóvenes revolucionarios alérgicos a la política institucional, los partidos opositores presentes en el Parlamento disuelto en junio, y los fulul, personalidades y redes de intereses vinculadas al antiguo régimen.

Al rebufo de la presente crisis, se ha creado el Frente Nacional de Salvación, una amplia coalición que agrupa a buena parte de la oposición institucional, además de algunos movimientos sociales revolucionarios, como el célebre 6 de Abril. Otras organizaciones juveniles se han mantenido al margen, ya que apuestan solo por la acción directa, como las acampadas en Tahrir y el palacio presidencial.

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Por su parte, los fulul, descabezados por el exilio de su candidato presidencial, Ahmed Shafiq (acusado de corrupción y refugiado en los Emiratos), han optado por asumir un papel secundario. Su colaboración con las fuerzas revolucionarias es más bien tácita a causa de la inquina mutua y de una decisión estratégica. Demasiada cercanía podría dar munición a la Hermandad que, de todas formas, ya ha descalificado las muestras de rechazo a Morsi como una pataleta de “las fuerzas contrarrevolucionarias”.

Una de las debilidades de la oposición consiste en no contar con un comandante en jefe, pero sí varios prominentes y ambiciosos generales. Algunos de ellos, como Amr Musa y Hamdin Sabbahi, fueron adversarios en las presidenciales y poseen un marcado ego. De ahí las dificultades para acordar una estrategia común. Por ejemplo, a causa de la fuerte división entre los partidarios de boicotear el referéndum y de hacer campaña por el no, el Frente solo se decantó a favor de esta última opción cuatro días antes del referéndum, lo que limitó su capacidad de influir en los votantes.

De momento, hay un consenso dentro del grupo para explorar todas las vías legales posibles para invalidar el proceso de aprobación de la Constitución y en participar unidos en las elecciones legislativas para derrotar a los Hermanos Musulmanes. “El proceso para elaborar listas conjuntas no va a ser fácil, pero existe un compromiso claro para, al menos, no competir en los mismos distritos”, dice Khaled Dawud, portavoz del Frente.

Según Dawud, en los próximos días habrá movimientos importantes. “De la quincena de partidos integrantes de la coalición, varios se van a fusionar. Pronto tendremos cuatro o cinco bloques, lo que facilitará la coordinación”, explica. El Frente incluye varias ideologías: liberales, comunistas, nacionalistas, socialdemócratas, etc. Todas tienen en común su oposición a mezclar religión y política, y el miedo a que los islamistas conviertan el país en una teocracia. A falta de conocer en detalle cuál será el sistema electoral, no tiene sentido determinar si habrá una lista única.

En todo caso, las perspectivas para la oposición son más halagüeñas que en el referéndum. “Siempre es más difícil movilizar a los ciudadanos para el sí que para el no en consultas de este tipo”, explica el politólogo Samer Shehata. “Creo que en toda la historia ningún país en transición ha rechazado en referéndum su Constitución”, asegura Shadi Hamid, investigador de la Brookings Institution.

A falta de una ideología común, la política económica del Gobierno puede proporcionar los mimbres necesarios para tejer una narrativa conjunta. Con el país al borde de la bancarrota, es probable que Morsi se vea obligado a aplicar un duro ajuste presupuestario en las próximas semanas. De hecho, el Ejecutivo lo anunció poco antes del referéndum, y se vio obligado a retirarlo unas horas después. El paquete de medidas es una de las condiciones para recibir un préstamo del FMI negociado en octubre.

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