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Nudos viejos

Lluís Bassets

El nudo ha ido creciendo con los años. Es lógico el pesimismo, porque cada vez que alguien ha intentado desanudarlo lo único que ha conseguido es embrollarlo más todavía. Si observamos con atención veremos que no es un nudo, sino tres. Cuando uno se afloja los otros quedan más firmes.

Así es Oriente Próximo. El mayor nudo aparentemente es el que ata a israelíes y palestinos en una confrontación casi siempre violenta desde hace unas siete décadas. Aunque los israelíes apelen a una historia de tres milenios, es el nudo más joven, hijo directo del siglo XX. Conocemos la fórmula para desanudarlo y es la que aprobó la Asamblea General de Naciones Unidas hace 65 años adjudicando una parte del territorio entre el Jordán y el Mediterráneo a los judíos y la otra a los palestinos, es decir, los dos Estados en paz y seguridad conviviendo uno al lado del otro. Entonces no la admitían las autoridades árabes y ahora no la quieren las autoridades israelíes.

El tercer nudo está en Egipto y es el más antiguo, y de ahí que sea crucial para desanudar a los otros dos. En él están atados y enfrentados desde épocas milenarias el poder faraónico y la voluntad democrática del pueblo. Con la primavera árabe creímos que empezaba a desanudarse. La llegada del islamista Mohamed Morsi gracias a las urnas hizo creer que el nuevo rais intentaría deshacer también el nudo de Siria y luego el de Palestina. Mandó una severa advertencia al régimen de El Asad, demostró después su capacidad de mediación entre Gaza e Israel con la tregua que obtuvo tras la guerra de los misiles. Aunque promete desanudar los tres, cada gesto suyo aprieta más el nudo egipcio, pues se acompaña de una mayor concentración de poder en sus manos, primero en detrimento del ejército y del parlamento y luego de la judicatura.

Cada uno de los tres nudos está compuesto de otra infinidad más de nudos más pequeños. Deshacemos uno con la tregua en Gaza, otro con el reconocimiento internacional de Palestina y otro más con la acotación del poder presidencial en Egipto después de haberlo ampliado, pero luego la inscripción de la sharia en la Constitución egipcia anuda de nuevo el poder del pueblo al de los Hermanos Musulmanes. Cuanto más viejo el nudo, más difícil de desanudar.

Comentarios

Se nos está llenando el mundo de nudos, que siempre los ha habido, y no aparece el gran "desanudador":http://escrisis.blogspot.com.es/2012/11/we-dont-need-another-hero.htmlSerá mejor llevar zapatos sin cordones, mientras podamos comprarlos.
Sr Bassets: La Resolucion de la Particion del 29.11.1947 hablaba de "un Estado Judio y un Estado Arabe", no un "Estado Palestino".
Y lo malo con los nudos imposibles de desanudar es que, al final, cansado de intentarlo, se tira de tijera y se corta por lo sano, si es que queda espacio. En Oriente Medio se ha cortado mucho por lo sano, lo que no sé si se ha intentado mucho el desanudar. Mas bien se ha echado líquido, o peor, plomo fundido.
La visión del nudo, atado y bien atado, es una herencia de las antiguas y modernas tiranías vestidas y revestidas de mandatos divinos. La complejidad del tema es visible a simple vista y el Sr. Bassets ha sido muy preciso y objetivo. Saludos a su análisis socio-político. Espero que los atadores de conciencia tomen conciencia de la guillotina que les espera en este mundo sumido en el caos que ellos mismos han provocado.
Con permiso. Oriente es la tierra de los dioses, de una costilla estos crearon la vieja Europa, que es un espacio breve en el tiempo, mientras oriente es la cuna de todas nuestras tribulaciones, la madre de todas las civilizaciones. Resolver los problemas de oriente es un eufemismo, que hace referencia a la génesis de nuestra cultura y la libertad como un concepto ontológico. La linde que la delimita es la barrera cartográfica que dibuja nuestra incomprensión del mundo, apenas mitigada por el tiempo. En su acepción más vulgar, este viene a socorrernos de nuestro extravío, cortando de un tajo la soga. Claro que no es lo mismo cortar que desatar. La síntesis alejandrina, se ha venido aplicando en oriente todas las veces que occidente ha intentado conquistarlo. La tierra palestina ya dio muchos quebraderos de cabeza a los romanos, que resolvió cortando por lo sano. Es engañosa la distancia que el autor toma sobre los problemas de oriente, desde una atalaya moral inexpugnable. “¡Ahí está oriente! con todos esos nudos que deshacer” nos cuenta Luis. No Luis, el problema es nuestro siempre lo fue. El primero, el conflicto del que hablas entre israelíes y palestinos. ¡Como si el problema fuese de “ellos” con el que nada nosotros tuviésemos que ver! Tuvimos y mucho que ver, porque nosotros creamos ese problema donde no lo había. Antes de la creación del estado de Israel, y con la aquiescencia de la ONU, no había problemas entre israelíes y palestinos, simplemente porque no había israelíes, aunque sí palestinos. No contentos con esto, tenemos la desfachatez, de proponer al mundo una solución al problema que habíamos creado; una tierra dos pueblos. El segundo, el sectarismo religioso musulmán, es un espejismo. Los conflictos han sido fabricados desde los despachos presidenciales de occidente, igual que las guerras que hemos llevado nosotros. No es verdad que existe un conflicto entre sunitas y chiítas, no al menos para que sea este el causante de los problemas. Las diferencias religiosas han sido explotadas por occidente (por nosotros Luis) Eludimos sistemáticamente el hecho de que todos estos países fueron colonias europeas. La configuración geográfica de estos, sus fronteras y sus conflictos, son en gran medida fruto de esa colonización. Nuestro apoyo interesado, ahora a los saudíes (una familia que gobierna un país con mucho petróleo), otrora a las dictaduras militares laicas, monarquías de todo tipo, están alentados por nuestros intereses en la zona. Los problemas del Oriente Próximo no han crecido solos, como champiñones en el campo. Tiene una génesis y unos protagonistas, nosotros. Mientras de pasada cuelas que rusos y chinos se aprovechan de la desventaja de EE UU, como si la ventaja que ellos tienen no hubiese sido conseguida por la debilidad de otros. Como si esa ventaja no hubiese sido forjada a sangre y fuego. Si me permites que lo diga, y no vuelves a censurarme (estás en tu derecho que para eso es tu blog), no me parece serio lo que dices. Sobre Egipto que podemos decir. Se apoyó a Mubarak décadas y hasta su último suspiro. Nos se movió un dedo y cuando se hizo fue para reconducir la situación. El apoyo a los Hermanos Musulmanes (es decir al wahabismo), es parte del programa diseñado para Oriente Próximo, con el que muchos no están de acuerdo. Este oposición, al apoyo masivo (diplomacia dinero armas…), al islamismo sunita, no trasciende al gran público porque no interesa contar la propia división existente entre nosotros.
Dificil desacer un nudo mientras las partes siguen tirando con fuerza de los extremos de la cuerda y los ciudadanos palestinos en el medio del nudo van sientiendo como se estrechan sus esperanzas. Carla
Está bien enfocado y diseccionado el conflicto árabe israelí. Pero en parte. Como siempre pasa en el enfoque impera el punto de vita occidental, principal causante de la creación de Israel. Desde antes de la Partición de Palestina Resolución 194, los árabes se enfrentan al proyecto sionista, que forma parte integrante del otro imperio-mundo, de carácter colonialista en el corazón del mundo árabe. Por otro lado, las negociaciones de los últimos 21 años, desde la Conferencia de Madrid y m´s tarde de Oslo 1993, llevaron a los palestinos a la desesperación y a más incertidumbre de su futuro perdido detrás de un espejismo de promesas de justicia, libertad y derechos que podrían haber cosechado de maratonianas estúpidas negociaciones que condujeron a nada sino más perdición. Esta generó grupos radicales, en ojo de occidente “democrático”, rechazados en un principio, y ahora no tenemos más remedio que negociar con ellos, Israel y Estados Unidos los primeros.
No pretendo aquí llamar a la guerra sino aclarar conclusiones a las que llegó la población de la región. Los pueblos dominados consiguieron su libertad solamente mediante la resistencia, no importa su naturaleza, sólo que sea resistencia y lucha permanente paralelas a las negociaciones, independencia de la India de Ghandi, la Vietnam de Ho Chi min…, todo lo que se quita con la fuerza, no se devuelve sin ésta. La última agresión israelí contra Gaza lo demostró. Hamás y Jihad Islámica son más jugadores en la escena geopolítica que el fracasado Abbas como arquitecto de Oslo, y caducado presidente de la Autoridad Palestina, creada para camuflar ocultas intenciones de Occidente proisraelíes. La operación Pilar destructivo contra Gaza confirmó este nuevo cambio, la modesta fuerza en manos de pocos milicianos ha conseguido frenar esa agresión e incumplir ninguno de sus objetivos. Israel para conseguir su seguridad debe allanar el camino del sueño palestino, aceptar su estado. Los jugadores principales han cambiado, los regímenes reinantes durante décadas han sido derrocados, las elites feudales de las monarquías petroleras árabes se están debilitando y caerán tarde o temprano. Dirigir y financiar por los Estados Unidos principalmente la contrarrevolución, donde han caído antiguos colaboradores dictadores, dará fruto pero para poco tiempo. Las revueltas árabes están en su inicio, faltan muchos años para que lleguen a buen puerto. Egipto aún no se estabilizó. Siria, cuyo régimen caerá tarde o temprano, es un bastión de la presencia rusa y china en la región, y no la soltarán sin recibir buen precio a cambio. Turquía e Irán, instigados por la debilidad árabe en general, son nuevos rivales y quieren participar en el nuevo diseño geopolítico. Ahí radica la confrontación suni chiita., a la que el señor Bassets refiere.
Enhorabuena Orin.También has dado con el clavo. A principios del siglo XX los decadentes imperios europeos ensayaron para prolongar o retrasar sus caídas que mundo árabe debería mantenerse fragmentado e inmerso en la ignorancia y la miseria y así será un buen mercado para occidente. Los interesados vean el Informe Campbell-Bannerman 1907. La Primera Guerra Mundial plasmó la idea de buscar un hogar- nación para los judíos europeos (libro blanco y El fundador del sionismo fue Theodor Herzl), recordemos que han sido expulsado 34 veces de países europeos. La Segunda reconoció este hogar nación como Estado sin fronteras desde entonces, y no hizo nada para aliviar las negativas consecuencias sobre el pueblo palestino, habitantes históricos de Palestina durante más de 3500 años. Criamos la Sociedad de Naciones y luego las Naciones Unidas, solamente para legalizar las agresiones de occidente sobre países del tercer mundo, del cono sur o los llamados subdesarrollados. Si no reconocemos nuestra complicidad en los desastres mundiales, y en concreto en Oriente Próximo, nos salpicarán algo de su sufrimiento.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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