China cede a la presión de las protestas
Pekín es consciente de que los movimientos democráticos en Taiwán comenzaron entre la clase media por las cuestiones medioambientales
Protestas, manifestaciones, huelgas. En 2010, se produjeron cada día en China una media de 500 incidentes de masas —eufemismo con el que el Gobierno califica las movilizaciones sociales de todo tipo—, según expertos de la Universidad Qinghua, en Pekín. Muchos de estos incidentes de masas son debidos a problemas medioambientales, una cuestión que cada vez preocupa más a la creciente clase media china, que en los últimos años se ha echado a la calle con más frecuencia, armada con teléfonos inteligentes y cuentas en las redes sociales, para reclamar voz y derechos. Según el Ministerio de Medio Ambiente, el número de movilizaciones relacionadas con problemas medioambientales ha aumentado a un ritmo cercano al 30% anual durante los últimos 15 años, y estas son cada vez mayores.
Ante esta situación, Pekín ha decidido reaccionar, debido al riesgo que las protestas protagonizadas por un sector de la población cada vez más instruido y exigente con los gobernantes suponen para la supervivencia del Partido Comunista Chino, liderado por Xi Jinping a partir de este jueves, cuando será nombrado su secretario general.
Zhou Shengxian, ministro de Protección Medioambiental, ha asegurado que el Gobierno exigirá que todos los futuros proyectos industriales incluyan una evaluación del riesgo que presentan para la estabilidad social y que incrementará la transparencia y la participación pública en las decisiones relacionadas con grandes proyectos con potencial impacto medioambiental.
“El Comité Central del partido y el Consejo de Estado han dejado muy claro que, a partir de ahora, ningún gran proyecto podrá ser puesto en marcha sin evaluar previamente su riesgo social”, dijo el lunes, en el marco del 18º Congreso del Partido Comunista Chino, que finaliza el miércoles, informa France Presse. Los informes medioambientales deberán ser colocados en Internet y dar más cabida a las opiniones de las comunidades afectadas. Pekín sabe que los movimientos democráticos en Corea del Sur y Taiwan comenzaron entre la clase media, y, en el caso de Taiwan, las cuestiones medioambientales tuvieron una gran influencia.
La preocupación por los problemas que tienen que ver con la salud ha llevado a los chinos a rechazar cada vez más el modelo de crecimiento a cualquier precio que ha impulsado Pekín desde que puso en marcha el proceso de apertura y reforma hace tres décadas.
El mes pasado, miles de personas se manifestaron durante varios días en Ningbo, ciudad portuaria de la provincia de Zhejiang, y lograron paralizar el proyecto de ampliación de una planta petroquímica de una filial de la compañía estatal Sinopec, aunque algunos vecinos temen que el plan para producir paraxileno (PX, un químico tóxico) sea recuperado más adelante. Las movilizaciones han forzado también este año el fin de un proyecto metalúrgico en la ciudad de Shifang (provincia de Sichuan).
Según Zhou, China está comenzando a ver el fenómeno llamado Nimby (siglas en inglés de no en mi patio trasero), en referencia a la oposición de la gente a que se construyan instalaciones potencialmente perjudiciales, que pueden considerar necesarias pero no quieren que estén en su proximidad. Una gran protesta en Xiamen, en 2007, logró la cancelación también de una planta de PX, en lo que supuso una victoria para el movimiento no en mi patio trasero de esta ciudad de la provincia de Fujian. Pasado un año, la instalación fue trasladada a la municipalidad vecina de Zhangzhou, donde las manifestaciones esporádicas no surtieron efecto.
Zhou atribuyó los crecientes incidentes a la mayor conciencia de la población sobre los posibles riesgos medioambientales, pero también a la aprobación defectuosa y la falta de evaluación del impacto ambiental y social de algunos proyectos.
El político reconoció que se trata de un tema muy sensible, pero dijo que es natural que se produzcan tales incidentes porque las condiciones de vida están mejorando. Afirmó que es inevitable que cuando una sociedad llega a un cierto nivel de desarrollo, surjan de forma natural algunos fenómenos, y dijo que China se encuentra en estos momentos en un periodo delicado, especialmente en lo que respecta a cuestiones medioambientales. “Lo que tenemos que hacer es aprender con seriedad estas lecciones”. Lo que ocurra finalmente con la instalación de PX en Ningbo mostrará si los responsables del proyecto son buenos estudiantes.
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