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El error del 6 de octubre

Lluís Bassets

No repetiremos el error del 6 de octubre de 1934, he oído decir estos días. Para saber en qué se equivocó Lluís Companys en 1934 hay que leer el dietario del abogado y político Amadeu Hurtado, titulado Abans del sis d'octubre, publicado por Quaderns Crema en 2008, entre la polémica aprobación del nuevo Estatut y la no menos polémica sentencia del Tribunal Constitucional.

La crítica de Hurtado, feroz a pesar de su humor contenido, no se queda aquí. Enlaza y suministra argumentos al juicio más severo que hayan merecido aquellos hechos y que es el de Vicens Vives en Notícia de Catalunya. Cuatro son los pecados de leso catalanismo cometidos aquel 6 de octubre.

El primero es de desentendimiento: "Los catalanes hemos dejado de dar testimonio de nuestra responsabilidad para los otros pueblos de España, de nuestra madurez para hacerles aceptar los caminos que les señalábamos desde 1901". Se dirá que Companys se solidarizó con un movimiento revolucionario español, que cuajó momentáneamente en Asturias. Bien, pero no fue precisamente en una demostración de sentido de la responsabilidad hacia el conjunto de los españoles, sino más bien lo contrario.

El segundo pecado es la ruptura con las virtudes prototípicas del carácter catalán, definido esta vez por Ferrater Mora: con la sensatez, con la continuidad, con la mesura y con la ironía; es la aventura insólita que se juega a una sola carta con la fe ciega en una excepcionalidad histórica respecto al destino catalán, equivalente al excepcionalismo americano o a la Sonderweg alemana.

La tercera es la ruptura con el método que ha proporcionado los mejores momentos de nuestra historia, su mayor riqueza y reconocimiento, además de la salvación de la lengua: el pactismo. Hurtado fue un maestro práctico como abogado y político y Vicens Vives como historiador y teorizador.

El cuarto es el peor de todos los pecados: que quien ha llegado al poder rompa la regla de juego por la que ha sido elegido con la pretensión de definir por su cuenta una regla de juego nueva. Quienes evocan estos días aquellos Fets d'Octubre lo tienen muy presente a la hora de cuidar la figura del presidente Mas. Su ausencia de la manifestación del 11 de septiembre, su negativa a subirse al balcón histórico de la plaza de Sant Jaume el día de su regreso triunfal de Madrid tras la ruptura con Rajoy por el pacto fiscal y finalmente su calculada ambigüedad léxica respecto a la independencia y a la legalidad de la consulta revelan bien a las claras la fuerza con que los Fets d'Octubre siguen percutiendo, como sucede con todos los mitos, sobre la cabeza de los políticos catalanes contemporáneos.

Mas se identifica con Prat de la Riba y Macià, según dijo en Madrid a la prensa. Pero ahora su espejo es Companys, al que Hurtado describe transfigurado y dispuesto a sacrificarlo todo por Cataluña. Por fortuna, también Macià había hecho antes de Companys en el complot de Prats de Molló (1926) y en la proclamación de la República Catalana (14 de abril de 1931), aunque al final fue el pragmático padre del Estatut del 32.

(Este artículo es una versión reducida de la presentación del libro Abans del sis d'octubre que realicé el pasado jueves 25 de noviembre en el Taller de Política, un club de lectura de tetxos políticos que dirigen en Barcelona Antoni Gutiérrez-Rubí y Jaume Bellmunt).

Comentarios

Dice arriba: "Este blog se ocupa principalmente de temas internacionales, con especial referencia a Europa y a la política exterior española. Pero también a Estados Unidos, Oriente Próximo, China y todo cuanto venga a cuento de la conversación con los lectores". Me temo que este texto está equivocado. Debería poner algo como: "Este blog se ocupa principalmente de hacer campaña contra la posible independencia de Catalunya, con alguna vaga referencia a temas internacionales de vez en cuando". Por no engañar a los lectores, digo yo.
La izquierda, los movimientos ideológicos de izquierdas, siempre han sido débiles debido a que no aceptan ningún liderazgo que no venga impuesto por la fuerza. Recordemos lo que paso con los diferentes gobiernos de la republica. En Asturias eran muchos ciudadanos los descontentos, pero estaban desunidos, carecían de un liderazgo claro, aceptado, que permitiera coordinar sus acciones, ello favoreció que el Ejército de África, disciplinado, con un claro liderazgo, con claros objetivos y con experiencia de combate, los aplastara. En Cataluña ni siquiera se produjo la menor resistencia a la detención de Companys y su gobierno. La verdad es que la detención del gobierno supuso un buen referéndum, dejo claro que el pueblo catalán no estaba dispuesto a luchar por su independencia.Podemos aprender cosas de la historia, la historia nos sirve para prevenir, pero la historia no debe condicionar las decisiones que adoptemos en el presente para construir el futuro.Ningún pueblo ha logrado convertirse en Estado sin dotarse previamente de Ejército. En este tipo de cosas es importante contar con apoyos internacionales decididos, pues siempre serán dichos apoyos los que determinaran hacia que lado se inclinara la balanza, hacia el lado de la legalidad constitucional o hacia el lado de la mayoría democrática.
Y puede ser cierto que Mas quiera estrenar errores. Y es que a veces, por querer evitar un charco a toda costa nos hundimos en otro mucho más grande.
No veo en el artículo nada contra la independencia de Cataluña, antes al contrario.
Se agradece un poco de historia para dar un poco de luz al actual debate, pero en lo tocante a valoraciones creo que el análisis, por limitarse a una óptica estrictamente catalana, puede tal vez olvidar el error fundamental que en mi opinión cometió Companys: Creer que el resto de España iba a aceptar la independencia de Cataluña sin hacer nada, tal vez porque pensaba en clave solo catalana.
A mi me parece que Catalunya, de la mano de Mas, puede acabar como protectorado español. Quizás con este estatus si le reconozcan en Europa.
Cuenta Thomas Bernhard que a punto de morir Goethe dijo, '¡más luz!. Pues bien, ahora, a punto de expirar Mas y su pulsión independentista, dice, '¡más votos, que me caigo! Esperemos que la ciudadanía no se deje engañar y le replique: ¡más nada!

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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