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Cientos de presos kurdos mantienen una huelga de hambre en Turquía

Reivindican el derecho a usar su lengua en la esfera pública y la eliminación de obstáculos para las negociaciones de paz entre el líder del PKK y el Gobierno

Abdullah Ocalan durante su juicio en 2002.
Abdullah Ocalan durante su juicio en 2002. REUTERS

Entre 600 y hasta 1.000 presos turcos mantienen una huelga de hambre que, desde el 15 de octubre, es "indefinida e irreversible", según la definió el Partido para la Paz y la Democracia (BDP, en turco), el principal partido político pro kurdo.

Fueron nueve mujeres presas en Diyarbakir, la principal ciudad kurda en Turquía, en el sudeste del país, quienes iniciaron la huelga de hambre el 12 de septiembre. Pedían el derecho a usar el idioma kurdo en la esfera pública, en particular en los tribunales, y la eliminación de los obstáculos que impiden al líder kurdo Abdullah Ocalan negociar la paz con el Estado turco.

Ocalan es uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, en kurdo), enfrentado al Gobierno turco desde 1984 en un conflicto armado que ha costado la vida a unas 40.000 personas. Actualmente, el PKK está considerado una organización terrorista no sólo por Turquía sino también por la Unión Europea y Estados Unidos.

Aunque al principio el PKK exigía la independencia para los kurdos, hace ya años que rebajaron sus demandas a una mayor autonomía. Ocalan fue arrestado en 1999 y condenado a muerte, castigo que se cambió a cadena perpetua tras la abolición de la pena capital en Turquía en 2004. El líder ha pasado gran parte de su condena en régimen de aislamiento en la cárcel especial de la isla de Imrali, en el mar de Mármara, donde se ha convertido en un símbolo para el pueblo kurdo.

Las huelgas de hambre

La ausencia de alimentos es peligrosa ya a los tres, cuatro o cinco días, cuando el cuerpo ha usado las reservas de glucosa. A partir de las tres semanas, aproximadamente, el cuerpo desacelera el metabolismo y entra en "modo de inanición". Cuando ya ha consumido todas las grasas disponibles, empieza casi literalmente a "comerse" a sí mismo y consume los propios músculos y órganos vitales. Aunque depende de cada organismo, es difícil que un adulto sano y con un índice de grasa corporal normal sobreviva a 60 días de huelga de hambre. Ahora bien, si la persona ingiere nutrientes básicos como sal, azúcar y vitaminas, puede llegar a sobrevivir varios meses sin otros alimentos.

Poco después del anuncio de las nueve presas, se unieron a la huelga otros kurdos encarcelados en diferentes partes del país, su número empezó a crecer rápidamente y el 18 de octubre ya eran "más de 600", según el BDP. Por su parte, la Asamblea para la Paz en Turquía, una iniciativa pro kurda de intelectuales y académicos, cifró el día siguiente en "aproximadamente 1.000" los presos en huelga del hambre.

La cifra exacta de activistas es imposible de verificar debido al silencio de las autoridades turcas al respecto. Además, la prensa local apenas ha informado de este tema porque el Gobierno puede usar la ley antiterrorista para denunciar a cualquier medio que hable de la cuestión kurda. Aun así, la gravedad del asunto ha obligado a las autoridades a reaccionar y el ministro de Justicia, Sadullah Ergin, anunció hoy que se va a reunir con algunos de estos presos.

"Tenemos información de que los participantes en la huelga de hambre no están tomando suplementos de vitaminas para prevenir secuelas neurológicas irreparables. Han llegado a un punto en el que están en riesgo sus vidas y que puede conducir a daños permanentes", dijo el 18 de octubre en un comunicado Bayazit Ilhan, secretario general de la Asociación Médica Turca.

El conflicto kurdo

Activistas pro kurdos denuncian también una persecución política por parte de las autoridades. Se desconocen las cifras exactas pero, desde 2009, las autoridades turcas han usado la ley antiterrorista para arrestar a más de 7.000 políticos, abogados, periodistas, académicos y activistas en favor de los derechos de los kurdos. Más de 2.100 de éstos están ligadas al BDP, incluyendo al menos 274 cargos electos, según cifras recopiladas por el International Crisis Group (ICG). Miles de ellos pasan meses o incluso años en prisión preventiva antes de ser llevados a juicio.

Los últimos meses también han visto el resurgir de la violencia del conflicto entre el PKK y el Gobierno turco. Desde junio del año pasado, al menos 708 personas han muerto en numerosos enfrentamientos, la cifra más alta desde 1999. De estas víctimas, 405 son milicianos del PKK, 209 son soldados y policías y 84 son civiles, según el ICG.

Actualmente, las demandas de los insurgentes se resumen en una mayor autonomía y representación política dentro de Turquía, que las leyes y la Constitución no discriminen a la minoría kurda, derecho a usar el idioma kurdo en la esfera pública y seguridad para la población civil.

La guerra en Siria ha dado una nuevo giro a la situación. Tras el inicio de la revuelta en marzo del año pasado, las tropas de El Asad se retiraron de las zonas kurdas sirias, cercanas a la frontera con Turquía, que están ahora bajo control del Partido de la Unión Democrática (PYD). Este partido es una organización hermana del PKK turco, al que El Asad ahora permite operar en territorio sirio como represalia por el apoyo de Ankara a los rebeldes del Ejército Libre de Siria. Por su parte, Irán, aliada de Damasco, también cesó sus hostilidades contra la franquicia iraní del PKK en respuesta al apoyo turco a los rebeldes sirios. Mientras tanto, en Irak los kurdos han conseguido su propia región autónoma con un Gobierno regional.

Esto apunta a uno de los peores temores del Gobierno turco, un Kurdistán independiente y separado de Ankara, un objetivo que públicamente niegan tanto el PKK como el PYD sirio.

Ceylanpinar es un pueblo kurdo en el sureste de Turquía, justo en la frontera con Siria, a apenas 400 metros de Ras Al Ain, otro pueblo kurdo al otro lado de la frontera, en una situación que se repite en todo el Kurdistán. En ambas poblaciones se habla kurdo, hay matrimonios mixtos y grupos de amigos procedentes de los dos países. Entre 30 y 38 millones de personas forman el pueblo kurdo, repartidas entre Siria, Irán, Irak y Turquía. Alrededor de la mitad están en este país, donde representan entre el 15 y el 20 por cien de la población.

"Son nuestros hermanos", dice Ramazan, un profesor de Ceylanpinar que no quiere dar su apellido, señalando al otro lado. "No puedo contestar a esa pregunta", dice sobre una posible autonomía o independencia kurdas, "sólo queremos vivir unidos, en paz y que cada uno viva su vida".

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