Indignación en Italia por la detención de un niño de 10 años ante un colegio
La operación judicial fue ordenada por un juez tras retirar la custodia a la madre a petición del padre
Las imágenes no necesitan explicación, pero la actuación policial es inexplicable. Un niño de 10 años es detenido a la puerta de su colegio por varios agentes de paisano que durante varios minutos tratan de meterlo en un patrullero agarrándolo por brazos y piernas, arrastrándolo. El muchacho intenta escaparse, pide ayuda a su tía, quien entre gritos –“¡parecéis la Gestapo!”— graba la operación policial en un vídeo. Sucede en Citadella, una ciudad de 20.000 habitantes en la provincia de Padua, en la región del Véneto, al norte de Italia. La operación policial, ordenada por un juez tras retirar la custodia a la madre a instancias del padre, ha provocado una ola de indignación en Italia. Los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, Renato Schifani y Gianfranco Fini, han exigido una explicación urgente al jefe de la Policía, Antonio Manganelli. “Las imágenes han creado consternación en todos los italianos”, ha dicho el presidente del Senado, “los niños tienen derecho a ser escuchados y respetados”.
Por lo que se ve en las imágenes, divulgadas primero por la RAI y luego por todos los medios italianos, el chaval de Citadella no disfrutó de esos derechos. Los agentes se presentaron por sorpresa a las ocho de la mañana en la escuela pública elemental con la intención de cumplir, por las buenas o por las malas, una orden de la sección de menores del Tribunal de Apelación de Venecia. Se trataba de quitar la custodia a la madre, con quien vivía el chico desde la separación de sus progenitores, y dársela al padre. Desde hace meses, cada vez que los asistentes sociales se presentaban en la casa de la madre para llevárselo, el niño se metía debajo de la cama y no salía de allí hasta saberse a salvo. Así que el Tribunal de Apelación dio instrucciones a la policía para que lo atrapase en la escuela, por considerarla “un lugar neutro y, por tanto, idóneo para la operación”. Con lo que tal vez no contaban los agentes de la policía es que los familiares maternos estaban ojo avizor, y con el botón en el play del vídeo.
El miércoles por la noche, los telespectadores del programa Chi l’ha visto? –una especie de Quién sabe dónde-, de RAI 3, pudieron contemplar el vídeo grabado por la tía del muchacho, que le grita a los policías que suelten al muchacho, que no le hagan daño, que así no se trata a los niños. Los agentes tienen que emplearse a fondo y al final, después de muchos forcejeos, consiguen meterlo dentro de un vehículo policial camuflado. Durante toda la operación, el padre está presente y, según sus declaraciones, conforme con el procedimiento. “He salvado a mi hijo”, ha dicho, “necesita cuidados especializados porque ha sido educado en el odio hacia mí y hacia mi familia. Hemos sido eliminados de su vida por un periodo larguísimo y a él le han causado un daño grave, probablemente irreversible. ¿Es lícito dejar crecer a un hijo no solo huérfano de padre, sino educado en el odio al padre?”. La versión de Alfonso Giglione, el abuelo materno, es distinta: “Desde hace seis años, mi hija vive una pesadilla y nosotros con ella. Mi hija ha recibido 23 querellas de su exmarido, todas archivadas. El chico vive con ella y no quiere ver al padre porque dice que es demasiado autoritario. Lo que ha sucedido es increíble…”.
La cuestión, efectivamente, no es si un niño de 10 años debe vivir con su padre o con su madre. La pregunta es si la policía italiana tiene derecho a presentarse a las ocho de la mañana en la puerta de una escuela pública de un tranquilo pueblo del Véneto y llevarse detenido, entre agarrones y empujones, a un chaval cuyo único delito es ser el hijo en disputa de dos padres en refriega permanente.
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