“El asesino fracasó, el pueblo ganó”
Noruega recuerda a las víctimas de Breivik en el primer aniversario de la matanza de Utoya
Noruega ha recordado este domingo a las 77 víctimas del doble atentado en Oslo y la isla de Utoya perpetrado el año pasado por el ultraderechista Anders Behring Breivik. El primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, y el rey Harald encabezaron un acto de homenaje a las víctimas frente a la sede del Gobierno, donde una bomba causó la muerte a ocho personas. Un año después de la masacre, las fachadas de los edificios colindantes aún están tapadas con tablones. Pero no había señales de luto. No hubo banderas a media asta y en vez de crespones negros se vieron muchas flores. “Contra la violencia, más apertura y más democracia. La bomba y las balas que utilizó Breivik querían cambiar Noruega. Los noruegos, no obstante, hemos estado a la altura y hemos mantenido nuestros ideales. El asesino fracasó, el pueblo ganó”, dijo Stoltenberg en su discurso.
Los asistentes al acto evitaron citar el nombre de Breivik. Stoltenberg solo se refirió a él como “el autor de la masacre”. Eskil Pedersen, líder de los jóvenes socialdemócratas, afirmó que “el asesino escogió sus armas; nosotros, la palabra, el Estado de derecho y la democracia. Hemos demostrado quién es más fuerte”. Al igual que ocurrió en los días posteriores al doble atentado, miles de noruegos, con flores en la mano, acudieron a la plaza del Ayuntamiento, donde se celebró un concierto en el que participó Bruce Springsteen.
En Utoya se celebró otro acto para supervivientes y familiares de las víctimas. Allí, donde 69 personas —la mayoría, jóvenes entre 14 y 18 años— perdieron la vida y otras 300 resultaron heridas, no se ha celebrado este año el campamento del Partido Laborista.
Los noruegos reiteraron este domingo estar orgullosos de su país y de sus valores. Pero algo ha cambiado en este año. Ahora son conscientes de que ya no viven en la burbuja en la que creían estar instalados. Pequeños detalles lo demuestran: no resulta extraño ver a policías armados, algo excepcional hasta el pasado año.
La policía, que en un principio recibió todo el apoyo de la sociedad —la gente solía dejar flores en sus vehículos—, ahora también recibe críticas. El ministro de Justicia, Knut Storberger, se vio obligado a dimitir tres meses y medio después de los atentados, que evidenciaron algunas carencias en el sistema de seguridad. Una comisión designada por el Gobierno noruego para investigar si la actuación policial fue correcta, presentará sus conclusiones el 13 de agosto.
Muchos ciudadanos han solicitado también un endurecimiento del código penal. La condena máxima por terrorismo es de 21 años de cárcel. Ha habido protestas por la posibilidad de que Breivik sea declarado no responsable de sus actos y enviado a un hospital psiquiátrico. En Noruega, no obstante, no existe ningún centro médico con la seguridad adecuada para albergar a un interno, así que es posible que permanezca en el pabellón de psiquiatría de la prisión donde se encuentra. La sentencia de Breivik se conocerá el 24 de agosto.
Pero no era Anders Behring Breivik, de 33 años, quien preocupaba a los miles de ciudadanos que salieron este domingo a las calles noruegas. Son las 77 víctimas, los cientos de heridos y sus familias, a los que prometieron no olvidar.
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